El pasado 24 de noviembre, Ramón Guillermo Aveledo, soltó la siguiente perla: “El Gobierno cree que como tienen la Presidencia, lo de estas elecciones es una ñapa, y ya se ganaron el derecho a tener el poder en las regiones, a poner a quien quieran, aunque no sean de ahí”, agregó que lo que está en juego es la hegemonía. Refiriéndose a los posibles resultados el próximo 16 de diciembre.
¿De qué hegemonía se trata, según Aveledo? Obviamente al dominio político y cultural que tradicionalmente ejerció la burguesía y la clase política de la cuarta república sobre la mayoría de los ciudadanos venezolanos, la cual comenzó a declinar, para no decir derrumbarse, cuando el hoy presidente Chávez ganó su primera elección en 1998.
Aveledo cree que en la disputa de las elecciones regionales del 16 de diciembre está en juego lo que pueda quedar de dicha dominación, la cual estaría representada por la denominada descentralización, bastión último, tanto conceptual como político, de la élite que él, aún añora.
Ciertamente, desde ese primer logro electoral de Chávez hasta hoy, ha tenido lugar en Venezuela una lucha contra hegemónica, es decir, la firme aspiración por desarrollar la implantación de una nueva cultura de la política y de la vida social de los venezolanos, tarea que aún no ha culminado, pero que si tiene arrinconada a la vieja pretensión de los amantes de democracia representativa de perpetuarse en sus afanes hegemónicos.
Desde luego, han sido 14 años de duro batallar, buscando implantar en el seno del pueblo una concepción donde prive lo protagónico y lo participativo, lo colectivo sobre lo privado, lo popular sobre lo elitesco y, finalmente, lo soberano sobre lo imperial. Hemos dicho en reiteradas oportunidades que lo más difícil de una revolución son los cambios culturales, hoy, reconocemos que hemos dado un salto cualitativo extraordinario, pero también que hay que superar los rescoldos de la vieja ideología cuarta republicana.
No se trata, como dice Aveledo, de una simple ñapa, sino de fortalecer la legitimación del proyecto político que ha venido fraguando el presidente Chávez, de fortalecer una nueva hegemonía, en el buen sentido que Gramsci le adjudicó al término, cuando se trata de la primacía de lo colectivo sobre lo meramente pequeño de lo privado.
Eso es lo que está en juego este 16 de diciembre señor Aveledo.
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