En primer lugar quiero recordar en esta mañana, clara por este lado y de nubarrones aquel, mañana fresca aquí en el Valle de Caracas, quiero recordar que, hace un año exactamente, en un día como hoy, cantó el catire Florentino por el ancho terraplén.
Para recordarlo con el verso siempre vivo del insigne poeta barinés Alberto Arvelo Torrealba, “el catire Florentino, por el ancho terraplén, caminos del desamparo, desanda a golpe de 6” Y más o menos a esta hora, el catire Florentino que somos todos los patriotas de Venezuela, estábamos can-tando aquella copla:
“Zamuros de Lavarosa, del alcornocal de abajo, ahora verán señores: al diablo pasar trabajo”.
Día memorable aquel 15 de agosto del 2004, día de esos que van quedando registrados en nuestras páginas, día de pueblo, día de ratificación de un mandato, día de ratificación de un sendero, de un camino, día revolucionario, día en que se expresó, con toda su magnitud, la fuerza de la democracia revolucionaria bolivariana.
Quiero felicitar al pueblo venezolano desde aquí, desde esta tribuna en primer lugar.
Pueblo heroico siempre, pueblo traicionado muchas veces, pueblo alegre siempre, optimista siem-pre, luchador siempre, forjador siempre, ese pueblo nuestro que nos dio vida y que nos da vida. Y recordar una frase de Bolívar a quien rendimos tributo hoy y siempre, pero hoy de una manera muy especial.
Bolívar cuando lanzó aquella frase, donde expresaba su profunda confianza en el pueblo, en el pueblo, mientras desde el norte de América, he ahí una de las grandes diferencias del sistema polí-tico que nació en el norte de América y del sistema político y de la filosofía que lo impulsara, que nacía en estas tierras del Caribe y de Sudamérica.
Mientras Alejandra Hamilton se refería al pueblo como la gran bestia, así, exactamente así: la gran bestia a la que hay que domesticar, a la que hay que reducir y si no se puede reducir con la que hay que domesticar y si no se puede domesticar, habrá que reducirla, decía. Los primeros hombres que dieron forma a aquel sistema político en el norte de América.
En cambio aquí, Bolívar decía: que tenía pruebas irrefragables del buen tino el pueblo en las gran-des resoluciones. Y que por eso, él siempre prefirió sus opiniones –las del pueblo- a la de los sabios. Por eso digo hoy, con Bolívar y con todos nosotros:
¡Qué viva el pueblo venezolano y que vivan los pueblos del mundo que batallan con la vida, contra la guerra, contra el imperialismo, por la libertad, por la igualdad!
Quiero con estas palabras introductorias recordando el 15 de agosto, el referéndum nacional que pretendió ser revocatorio pero que terminó siendo ratificatorio, la tremenda labor cumplida por ese pueblo en primer lugar, por esa nuestra Fuerza Armada junto al pueblo, desplegada por todas par-tes; por esas instituciones, la primera de ellas el Consejo Nacional Electoral señor Presidente; mi re-conocimiento y nuestro reconocimiento. Sometidos además, especialmente el Consejo Nacional Electoral a nutrido fuego de francotiradores internos y externos, que han tratado de minar la forta-leza de los hombres y mujeres que han asumido esa responsabilidad de erigirse por supremo man-dato popular constitucional, en el Poder Electoral que ya proponía Bolívar, allá en la Constitución de Bolivia, el proyecto de Constitución de Bolivia.
Por más que algunos sigan tratando de lanzar basura sobre el Consejo Nacional Electoral, y los hombres y las mujeres que lo dirigen, que lo constituyen, por mas que algunas voces –cada día más aisladas y más remotas- sigan diciendo y hablando de fraude y de votos fantasmas, sin aportar ni una sola prueba, hay que decirles pues que no las tienen ni las tendrán porque es mentira.
Hay que decir que hoy, en estos años de comienzos del siglo XXI por fin ya era hora que el pueblo venezolano tuviese un verdadero Poder Electoral. Y un sistema electoral que es –no me queda nin-guna duda al decirlo- uno de los más transparentes que hay en este planeta: el sistema electoral que está conformado, instalado en Venezuela.
Y ahora permítanme pues pasar al tema que hoy nos convoca:
Me parece una extraordinaria iniciativa de ustedes, señores Diputados y Diputadas, de ustedes se-ñores Directivos, Presidente y Vicepresidente de la Asamblea Nacional esta maravillosa iniciativa de venir aquí, frente al Panteón Nacional, donde los restos mortales de Bolívar, están ahí, no se si desandando, desde 1876 cuando fueron traídos acá. 1876, las fechas dicen mucho.
Siempre es recomendable tener la mayor precisión posible del tiempo y del espacio; espacio y tiem-po, para entendernos mejor: el quiénes somos, en dónde estamos, de dónde venimos, hacía dónde vamos.
Geografía e Historia, esencial, fundamental.
1876. Significa que 46 años después de muerto Bolívar, fue que sus restos, en el gobierno de Guzmán Blanco, del General Guzmán Blanco, fueron traídos al Panteón Nacional.
Claro que ya estaban en Caracas, desde 1842 cuando era Presidente de la República, el General José Antonio Páez, fueron traídos los restos desde Santa Marta.
Maravillosa iniciativa y apenas me propusieron la idea de que dijese algunas palabras, pues acepté con mucho compromiso, con mucho rigor, con mucho rigor a pesar de que en estos días he estado dando uno que otro discurso por allí, desde los Astilleros del Río Santiago hasta el Poliedro de Caracas.
Pero con mucho gusto me puse a pensar en algunas cosas, ha ordenar algunas ideas, a releer líneas, escritos, algunos muy viejos, otros muy nuevos, hay un libro maravilloso que ofrezco la gestión de mi gobierno para editarlo en mayor cantidad, es un libro muy reciente del poeta venezolano, Gus-tavo Pereira, editado por la Defensoría del Pueblo, precisamente sobre el juramento del Monte Sacro. Esta madrugada me lo leí completito dos veces, es fácil y rápido de leer.
Leyendo viejas anécdotas, cartas, documentos, creo que es una de las tareas que nosotros tenemos hoy los venezolanos; esta revolución tiene la tarea de hurgar en las entrañas de la Patria. De buscar a fondo las verdades de la historia.
Todavía hay muchas falsas historias por allí, escritas en los libros oficiales.
Todavía nuestros niños en las escuelas están leyendo muchas cosas que no ocurrieron nunca.
Todavía la historia burguesa, la historeografía burguesa anda por allí ocupando espacios.
Hay que demolerla y darle paso, como una flor, al nuevo tiempo venezolano, a la verdad histórica. Nada mejor que los documentos originales.
Mira, anoche estuve yo leyendo incluso, haciendo un esfuerzo de buscar verdades para compartir-las con ustedes hoy, de refrescar verdades que se perdieron en la distancia y en el tiempo. Anoche incluso me enteré, por primer vez leí eso: la configuración del buque español, Señor Embajador, en el cual el joven de 15 años, que era Simón Bolívar, partió de aquí de La Guaira el año 1799, comen-zando el año. Arribó al Puerto de La Guaira un buque español... era un buque de guerra el San Ilde-fonso y allí embarcaron al muchacho. Era un muchacho que ya tenía algunos problemas de conduc-ta. Era un muchacho al que la vida dio latigazos desde niño y me enteré con más detalles, -había leído algunas cosas de ese viaje del San Ildefonso; era uno de los buques insignias de la armada de Su Majestad, el Rey de España.
Ahí se montó el joven Bolívar y fueron a Veracruz. Pero en Veracruz, allá en México, donde estaba previsto pasar sólo unos días, tuvieron que pasar varios meses porque la flota inglesa y la España estaba entonces en guerra con la Inglaterra, estaba –según informaciones que de La Habana llega-ban a Veracruz- estaban bloqueando el paso de las Bahamas, así que los buques españoles en previ-sión, además llevaban un buen caudal para Su Majestad. Anoche me leí, Embajador Morodo, hasta las barras de oro y todas las toneladas que llevaban de oro y de plata.
En eso que alguien ha calificado como el primer préstamo de un fondo iberoamericano internacio-nal que aquí existió; que nosotros le prestamos a Europa, le prestamos mucho oro y plata. Está de-mostrado que del Nuevo Mundo, Daniel Ortega, saludos hermano revolucionario, Comandante sandinista y Ex Presidente de la República de Nicaragua.
Está demostrado que de aquí del Nuevo Mundo o al menos llegaron allá, -algunos se hundieron y se quedaron en el fondo del Atlántico- Galeones españoles, portugueses, ingleses. Se llevaron –que esté demostrado en registros- 6.000 toneladas de plata y 600 toneladas de oro en menos de 100 años.
Bueno, en ese San Ildefonso iba una parte de aquel préstamo que hicimos a la Europa de los siglos 16 17, 18. Ya en el 19 las cosas se les pusieron un poco más difícil.
Y Bolívar aprovechó para ir a Ciudad de México, el joven e 15 años conoció entonces Ciudad de México. Y desde Veracruz escribió a su tío Esteban Palacios, que era su tutor aquí en Caracas –hermano de su madre, ya fallecida- es una carta donde Bolívar bueno, escribe con los más grandes horrores ortográficos que haya visto yo en carta alguna: 15 años para quien evalúe y analice y com-pare la carta de Veracruz de 1799 con la Carta de Jamaica, apenas 15 años después, podrá con una comparación, determinar la formación meteórica de aquel muchacho.
¡Qué salto tan inmenso e infinito! dio Bolívar, pues haciendo esfuerzos para traer algunas ideas el día de hoy; rindiendo tributo como estamos, y como nos recordaba el Diputado Israel Sotillo, poeta, locutor... estaban yo recordando un programa de radio que tenía Israel en Valencia, Radio Latina, cada vez que yo iba a ese emisora, era cerrada, cuando aquí había libertad de expresión.
Aquí hubo libertad de expresión. Sí. Cada vez que yo iba allí, cerraban allí cerraban Radio Latina o perseguían a Sotillo. Aquí hubo libertad de participación: anoche el Canal 8, el mejor canal de televisión que hay en todas estas tierras, estaba transmitiendo un documental muy bueno, muy bueno, muy bueno y hay que repetirlo mucho saben, por esto de la memoria, de la memoria. Imágenes muy frescas que todos tenemos aquí, pero hay que refrescarlas.
Cuando la Policía Metropolitana y de cuando en cuando también, la Fuerza Armada, asediaban a diario, a la Universidad Central de Venezuela. Los estudiantes querían marchar solamente, ellos lo que querían era marchar solamente, pero como se iban agrupando allá en el patio grande –cómo se llama- el Rectorado, la Policía Metropolitana colocaba un cerco allá en Las Tres Gracias y en la otra salida de Plaza Venezuela, para impedir la salida de la marcha y ahí era que se formaban las trifulcas.
Y anoche lo explicaban algunos muchachos, ya no tan muchachos, por qué se encapuchaban. ¿Por qué se encapuchaban? Porque la policía tomada fotos y videos y después los identificaban y en la noche llegaban a sus casas a atropellar a su familia, a llevárselos presos.
Cuando mataban estudiantes, casi toda la semana, aquí, en Mérida, en Oriente, en el Zulia. Eso pa-só hace muy poco tiempo y parece mentira. Uno ve las imágenes y dice oye la verdad es que eso pasaba aquí. ¡Qué resistencia tan grande la de los estudiantes! Decía yo anoche.
Porque mientras ellos morían en las calles, corrían por las calles, tragaban gas lacrimógeno casi to-dos los días, estaba resurgiendo en el seno del glorioso ejército venezolano, el movimiento boliva-riano revolucionario que 4 de febrero irrumpió por estas mismas calles y en este mismo valle.
Ahora Bolívar y el Juramento del Monte Sacro. 200 años. Ahora mismo en Roma, en el Monte Sacro, hace poco, nuestro embajador y una delegación de nuestro gobierno y un grupo de ciudadanos del mundo han estado inaugurando un monumento para recordar allá en el Monte Sacro, aquel día, aquella hora sublime, aquella hora sublime en la cual un joven de 22 años, llegó trillando un camino llegó con su maestro o uno de sus maestros, sus maestros caraqueños, que no era cualquier maestro, le llevaba 14 años de edad, Simón Rodríguez a Simón Bolívar. Así que Simón Bolívar tenía 22, Simón Rodríguez 36 años. Y un primo hermano de él, muy amigo de Simón, que se llamaba Fernando Rodríguez del Toro.
¿Cómo fue que Simón Bolívar llegó al Monte Sacro?
¿Cómo fue que aquel muchacho llegó al Monte Sacro?
Fue Carlos Marx el que dijo, el que escribió que los hombres no hacemos la historia o sí la hacemos, sí la hacemos, pero sólo e el marco que nos impone la historia. Y tal cual ocurrió con Simón Bolívar. Si Simón Bolívar hubiese nacido, aquí mismo en Caracas, pongamos por caso, por allá por el año 1500, hubiese pasado de ser quizá un hacendado, dueño de las haciendas que tenían sus bisabuelos, los Bolívar, que venían de Vizcaya y que fueron una de las familias más acaudaladas, no sólo de Venezuela sino del Caribe, Santo Domingo, y dejaron dispersa una huella por estas tierras.
Pero Simón Bolívar nació en 1783 –como sabemos- aquí mismito, y en 1783 ya cuajaban en estas tie-rras ideas , movimientos, ideas que se iban traduciendo en movimientos, es decir, ideas-fuerzas porque siempre ha habido muchas ideas, pero así como la semillas, las ideas requieren terreno fértil para brotar en la sementera de los pueblos.
Y ya la América conquistada por España, por Portugal, por Inglaterra, por los imperios de la Euro-pa, despertaba de un letargo después de la resistencia indígena, la colonia, la conquista, la masacre de aquellos años, no las ideas llegaban y se fusionaban con las ideas originarias de estas tierras: la rebelión de los comuneros por ejemplo en la Nueva Granada; rebeliones en Centro América, en Su-damérica. Los indígenas resucitaban del letargo, quizás siguiendo el grito aquel, del indio aquél –como yo digo- que cuando moría ejecutado por las fuerzas imperialistas, cuando ya sentía que iba a morir lanzó el grito: muero hoy pero algún día regresaré hecho millones.
Nació Simón Bolívar cuando comenzaba a crujir el piso de este continente; el piso social, el piso his-tórico. Simón Bolívar creció en esta Caracas, de esa parte final del siglo XVIII oyendo sin duda, las noticias de lo que pasaba en el norte de América; oyendo sin duda las noticias y las nuevas que lle-gaban en los barcos.
Venezuela siempre ha sido tránsito, un puente y más aun en aquellos años, no habían aviones y Venezuela era la puerta de entrada, una de las puertas de entrada fundamentales a Sudamérica y contacto con el Caribe; en el Caribe había también rebeliones, sobre todo los negros del Caribe. Salí-an a clamar libertad, justicia. Bolívar nacía y crecía aquí en Caracas mientras el otro caraqueño infi-nito, Francisco de Miranda, ya combatía y recorría las tierras de la Norte América, que se liberaba del imperio inglés.
Y recordemos, como que si hace un rato, que aquel muchacho fue golpeado por el látigo de las tra-gedias personales desde muy niño. A los 3 años de edad muere su padre, el Coronel Don Juan Vi-cente Bolívar; huérfano de padre. Seis años después muere su madre: María Concepción Palacios. Así que desde niño, comenzó a sentir el dolor y entre brazos amorosos de madres, madres negras, madres esclavas, fue creciendo.
Amamantado por el pecho de la negra, de la esclava. Y quien sabe cuántas cosas le trasmitió por el pecho aquella negra. Cuántas cosas por la mirada y por la palabra. Y luego rebelde, niño rico rebel-de en una ciudad pequeña como era Caracas en aquel entonces. Y luego se resistió porque severos tíos fueron designados para asumir la Patria Potestad. Y él se resistía a la severidad de los tíos, Es-teban sobre todo, tío materno, era muy severo, muy exigente con el niño y él se iba de la casa de Es-teban su tutor. Se iba a la casa de María Antonia, su hermana mayor ya casada. Pero un Juez deter-minó -juicio previo- que la Patria Potestad era de Esteban Palacios y no de María Antonia Bolívar.
Y el niño fue arrastrado por una calle, por la policía de entonces, para cumplir la orden del juez: arrastrado, -está escrito eso- Se trancó en un cuarto, fue necesario tumbar la puerta del cuarto; creo que colocó la tranca más grande que consiguió; tumbaron la puerta del cuarto, lo agarraron entre cuatro policías y lo arrastraron por la mitad de la calle hasta la casa de Esteban Palacios, porque él reclamaba la Patria Potestad, la tenía.
Pero el niño rompió una ventana, saltó una pared y se fue otra vez de la casa de Esteban Palacios. Y ya no lo consiguieron en la casa de María Antonia. Se fue libre. Lo consiguen lo agarran y lo llevan otra vez y es famosa su respuesta, está escrita en el juicio de entonces, está transcrita pues. Dijo Si-moncito ante el Juez: “si hasta los esclavos puede cambiar de dueño, por qué yo, un niño libre, no puedo irme con mi hermana María Antonia”
Hubo un acuerdo familiar, porque era inaguantable la situación, no había forma de arreglarse con aquel niño. Y entonces tomaron una decisión que seguramente influyó mucho en el sendero boliva-riano, en el sendero de Bolívar: llamaron a un maestro, un maestro que bueno, era el maestro, uno de los pocos maestros que había en Caracas, de buena formación: Andrés Bello era el otro; el Padre Andujar era el otro, que iban y le daban clases a los hijos de los ricos solamente.
Pero aquel maestro en esos años había escrito un tratado educativo y había tenido el coraje de en-tregarlo al gobierno español aquí mismo en la Plaza Mayor, donde decía que, la educación también debería ser extendida a los hijos de los negros, a los hijos de los pardos y a los hijos de los esclavos para que algún día fueran libres. Era Simón Rodríguez. Simón Narciso Carreño –Diputado Carreño- Simón Narciso Carreño Rodríguez era su nombre. Simón Narciso porque él nació en la noche del 28 de octubre que es día de San Simón, y el 29 es día de San Narciso.
Bueno, pero aquel maestro era un maestro distinto, de ideas quijotescas, y cuenta él mismo, bueno que las clases con Simón, como no eran en la casa materna, no tenía una madre que estuviera fiján-dole horarios y vigilándolo; no eran en la casa paterna tampoco, tampoco tenía el padre riguroso, tampoco estaban con el tío Esteban no, andaban sueltos, subían al Avila, era la escuela aquella peri-patética, muy socrática, buscar respuestas en la naturaleza, cabalgaban por este valle, cuando se podía cabalgar en este valle; se bañaban en las aguas del Guaire cuando se podía bañar alguien en las aguas del Guaire.... El año que viene, recuerden que estoy invitándolos a todos –Daniel Ortega- te invito a que nos bañemos en el Guaire el próximo año. La invitación es de la Ministra Jacquelin Farías. Yo voy a ir y los invito a todos, con un sancocho ahí... ya estamos buscando el sitio, Anselmi eres invitado especial a esa bañada en el Guaire. En verdad, en serio, estamos recuperando el río Guaire y lo vamos a recuperar, Dios mediante.
Bueno, así se fue fraguando el espíritu de aquel muchacho. Simón Rodríguez hay que recordar además, que ya estaba imbuido de las ideas revolucionarias que llegaban a Venezuela, tránsito obligado en los barcos, libros, ideas, viajeros que iban y venían a la Europa. Simón Rodríguez ya andaba comprometido en una conspiración. Y esa es la razón por la cual Simón Rodríguez se va de Venezuela. Por allá estaban las banderas, están las bandeas.
La primera que está allí, es la bandera de Gual y España. Esa fue la primera conspiración, digamos, que de signo ideológico. Ya habían ocurrido aquí rebeliones: el Negro Miguel, José Leonardo Chiri-nos, el Negro Andresote.
Pero la primera conspiración alimentada por las ideas del iluminismo, del enciclopedismo influida sin duda alguna por la tremenda revolución que en Europa estaba impactando al mundo: la revolu-ción francesa de 1789, fueron dando forma a aquella conspiración que fue develada y como sabe-mos, aquí mismo en la Plaza Mayor fue pasado por las armas uno de sus líderes, José María España.
Y Manuel Gual logró huir y se fue a Trinidad, donde murió envenenado por los agentes imperialis-tas. Pocos días después, por cierto, de haberle escrito una carta a Francisco de Miranda llamándolo que se viniera urgentemente.
Es una carta dramática de Gual al Gran Miranda, que estaba en Londres y Miranda le responde, y le dice que vendrá y le mandó un mapa y le mandó unos libros, le mando unos periódicos y le mando unas instrucciones, ...a los pocos días envenenaron a Gual.
Así que había comenzado en firme y en serio la lucha por la independencia en estas tierras. En se ambiente fue que nació y creció Simoncito Bolívar. A lo mejor vio cuando ejecutaron. Uno pudiera imaginarse que inquieto como era, pilluelo como era al decir en el mejor sentido de la palabra, al decir de Víctor Hugo en Los Miserables: pilluelo que se asoma en las esquinas, que corre por las ca-lles. Simón Bolívar era eso, era un muchacho que andaba por las calles aprendiendo en las calles; siendo adulto antes de ser hombre, siendo adulto cuando todavía era un adolescente; madurando en la tragedia personal que vivía en el contexto de las ideas y los vientos huracanados que llegaban por estos lados Uno pudiera imaginarse que Simoncito Bolívar vio cuando ahorcaron a José María España, aquí mismo en la Plaza Mayor, si vivía a los 100 metros de la Plaza Mayor.
Cuentan que José Félix Ribas, otro muchacho de esta ciudad también, vio cuando ejecutaron a José María España. Y cuentan que José Félix Ribas salió al galope de la Plaza Mayor indignado, gritan-do: ¡muera el imperialismo!
Ya era indetenible la carga que venía. Y aquello impregnó a Simón Bolívar. A los 15 años entonces se embarca en el San Ildefonso y pasa por Veracruz y va a México y luego viene por La Habana, pa-sa unos días en La Habana y de ahí, directo a España. Y allí estuvo recorriendo la España estudian-do, estudió mucho aquel muchacho, era muy inquieto, leí de todo, leyó los clásicos, los enciclope-distas, Ruosseau, Voltaire, estaban entonces por aquellos años conmemorándose los 200 años del Quijote. Leyó a Cervantes y la maravilla que es El Quijote.
Recorrió las ciudades de la Europa, se enamoró a los 19 años de una muchacha un poquito mayor que él, ella tenía 21, él 19 cuando se casaron en Madrid en 1803, María Teresa Rodríguez del Toro y Alaiza, de padres caraqueños y prima de su amigo que lo acompañó al Monte Sacro: Fernando Ro-dríguez del Toro.
Y volvió a Venezuela, el muchacho de 19, con planes como cualquier joven recién casado: vino a instalarse en sus propiedades; vino a instalarse en la hacienda de San Mateo, a trabajar la tierra y sabemos lo que ocurrió: A los pocos meses muere María Teresa y parece que él estaba muy enamo-rado de aquella muchacha.
Dicen incluso que delante de su cadáver juró no volver a casarse nunca y entró en crisis asistencial, era como mucho ¿no? Era como mucho para 19 años apenas. Muerto el padre a los 3, muerta la ma-dre a los 9, muerta la esposa a los 19. Era como mucho.
Entró en una crisis existencial, entregó sus bienes a sus hermanos en custodia y se fue de nuevo a la Europa. Andaba inquieto ya. Años después le diría él a Perou de la Croix en Bucaramanga, que si su esposa no hubiese muerto, él seguramente no hubiese sido más que Alcalde quizás de San Ma-teo... quizás Alcalde de San Mateo, porque tenía un proyecto de vida, como que el joven sin rumbo hasta entonces, consiguió el amor e hizo con su amor un proyecto de vida, y se rompió el proyecto tres meses después, cuatro meses después, ¡terrible!
Volvió a la incertidumbre, volvió a quedar como cometa sin cuerda, como barco sin velas, como di-ría el poeta, el Andrés Eloy: “como capilla sin santo”. Y así volvió a España, volvió a Europa y ya estaba allá a finales de 1803, y estaba en su apogeo, brillaba el sol de Napoleón, el corso indómito, el relámpago aquel. Pero al mismo tiempo que brillaba el sol de Napoleón Bonaparte, crujía la Revo-lución Francesa, se debatía sobre ella misma, se mordía ella misma las entrañas, la lucha entre los jacobinos, los girondinos, la Europa monárquica actuaba contra la Francia revolucionaria, infiltrán-dola, irrumpiéndola por dentro, quemándola en pedazos y el pueblo francés en las calles gritando: igualdad, libertad, fraternidad.
La oligarquía francesa aliada con el extranjero para detener la revolución, cualquier cosa parecida a lo que en estos años ha venido ocurriendo sería una pura coincidencia, (entre comillas) Así hacen siempre las oligarquías, no tienen patria las oligarquías.
Unas buenas páginas está escribiendo el Diario Vea, sobre todo haciendo justicia a Robespierre que fue satanizado por la historiografía oficial. El gran Robespierre, el incorruptible se enfrentó a oligarquías, a traidores, tratando de salvar la revolución y siendo fiel hasta el final con el noble pueblo francés que quería en verdad, una revolución política, económica y social.
Vuelvo a recomendar muy respetuosamente a quienes no hayan leído por alguna casualidad, Los Miserables, por favor, salgan de aquí y busquen esa novela.
El que no lea Los Miserables –con el perdón de todos los demás escritores incluyendo Marciano ese famoso escritor venezolano que tiene una página todos los días en el Diario Vea, muy buen escritor, yo no se quién será- pero escribe muy bien. Algún día sabremos quién es Marciano. Y en verdad, con el perdón de todos los escritores, en mi criterio el que no haya leído Los Miserables, se ha per-dido la mitad de la literatura.
Ahí recoge Víctor Hugo, de manera maravillosa... Los Miserables es una catarata de belleza que en verdad en algunas madrugadas uno va leyendo y leyendo y de repente uno cierra el libro...no, no, no, esto es demasiada belleza, uno no aguanta, hay que digerirlo y volver atrás, releer la descrip-ción de Waterloo, es la mejor que puede haber de una acción de ese tipo o la que yo haya visto. Y aquel diálogo al borde de la tumba entre el revolucionario de la convención y el Obispo –bienvenido Miriel- diálogo profundo, diálogo profundo.
El Obispo, muy buen hombre pero conservador –Obispo al fin- ataca al revolucionario moribundo, anciano y le reclama: y por qué el horror y por qué la sangre y por qué el 92, 1992 el año del terror y por qué matar a un niño, el Rey Niño, y el revolucionario le dice: ¡Ah 92! Yo sabía que usted me ve-nía por ahí, señor Obispo, me lo imaginaba. Y le dice: hace siglos se vino formando la tormenta y usted quiere condenar al rayo; no es la culpa la del rayo, la culpa son de los siglos que fueron ama-sando la tormenta. Mire los siglos, no mire el rayo, le dice.
Maravilloso diálogo y le dice el Obispo: ¿y por qué matar al niño? Y le dice el revolucionario: al Ni-ño Rey. Y le dice el revolucionario: y todos los niños del pueblo que han muerto de hambre, de mi-seria ¿quién vale más? El Niño Rey ¿o todos los niños del pueblo que han muerto de hambre, de miseria? Y le dice el revolucionario: convengo con usted señor Obispo, lloraría con usted al Niño Rey si usted llora conmigo, los niños del pueblo. Y el Obispo dice: lloremos los dos, pues.
En aquellos años, cuando Napoleón Bonaparte estaba en su cenit pero se quebraba la Revolución Francesa, llegó el joven Bolívar de nuevo, ya más maduro, ya no era el muchacho del San Ildefonso, que escribía a Venezuela con B de Bolívar o escribía aquí con h. No, había estudiado mucho esos cinco años, esos seis años. Ese fue el Bolívar que vio a Napoleón Bonaparte en Nôtre Dame; vio la coronación de Napoleón en Nôtre Dame. Era diciembre de 1804 y dio además, algo que ha debido llamarle la atención a él que era un rebelde: ustedes saben que Napoleón no permitió que el Papa lo coronase, él mismo tomó la corona y se coronó asimismo, dándole la espalda al Papa de entonces, Pío, y luego, coronó a Josefina, la Emperatriz, en un acto de desconocimiento del poder papal que ha debido gustarle al joven Bolívar. Aunque lo más que le gustó, -dice él mismo y nos lo recordaba Israel Sotillo, fue la multitud que aclamaba, el millón de personas que en la París e entonces acla-maban a Napoleón Bonaparte.
Pero tuvo un problema grave en esos días Bolívar en París. Como sabemos y recordamos, conoció a dos mujeres que influyeron mucho en su vida seguramente aquellos años, para madurarlo, para orientarlo: las mujeres siempre nos orientan ¿verdad? Siempre nos están orientando las mujeres. Yo no se qué sería de nosotros los hombres si no existieran las mujeres que nos orientaran. Ciertamente es así.
Dígame General Baduel, usted, compañeros, amigos, López Hidalgo, yo conocía a las novias de ellos: una, otra, nos fueron orientando y ellos las mías también.
Bueno, pero en verdad Bolívar conoció en España a Teresa Lasneire Tristán, madre de Flora Tristán, gran revolucionaria, algunos especulan que Flora Tristán pudiera haber sido hija de Simón Bolívar, pero eso no es sino una especulación. El conoció y se hizo muy amigo de la madre de Flora que na-ció por esos años: Tresa Lasneire Tristán. Le escribe a Teresa y sobre todo, le escribe sus pesares desde la Francia, desde la Italia. Se ve que confía mucho en el espíritu de Teresa, más madura que él, mayor que él, inteligente. Pero también en París conoce y se prenda de amor de Fanny Dubilard, una mujer extraordinaria, dicen que despampanantemente bella, deslumbrante por su inteligencia en cuya casa monumental, había un salón de reuniones y de fiestas, el salón de Sane, lo llamaban. Y allí se la pasaba Simón a los 21 años.
Y conoció al padre Coronel, un viejo Coronel Denis Datrovien. Gustavo Pereira nos trae, yo fotoco-pié algunas páginas esta madrugada del libro de Gustavo Pereira que recomiendo mucho. Vamos a tener que editarlo, señor Vicepresidente, de nuevo encárguese usted de una edición extraordinaria en folletos pequeños, ediciones populares que llaman, para que vuele por las calles, rápido, como pan caliente o como arepa caliente más bien, el libro de Gustavo Pereira, con el permiso del autor y además de promotor de la edición, de la primer edición del Doctor Germán Mundarain.
Pero fíjense ustedes, era París y era 1804, 21 años tenía Bolívar. Invitó a su casa, vivía en la Rue Vi-vienne, Se instaló allá en un apartamento lujoso, era un niño rico, pero y no era un niño, era un jo-ven rico, era un viudo rico: placeres, bailes, mujeres, viajes; era su vida, andaba sin rumbo, papaga-yo sin cuerda; barco sin vela otra vez había quedado como en el vacío y pretendía llenarse con la buena vida –que llaman, la dolce vita- Pero París están encendida, París es un hervidero de pasio-nes: que si la revolución, que si la contra revolución, que si libertad, que si igualdad, que si fraterni-dad y él leí y leí y oía y oía y hablaba y no paraba de hablar aquel muchacho, y era una pasión, era un fuego ambulante, era como Zaratustra, el Deniche, andaba incendiando por donde pasaba; no había hielo que Bolívar no convirtiera en agua hirviendo; y discutía y discutía; y se reunía y se re-unía y entonces una noche invitó a su casa a una reunión de tantas, y se armó una discusión y un debate del que él luego se avergonzó, al menos ante el padre de Fanny que estaba presente, el padre de Fanny era el Coronel Denis Letrovien. Y Bolívar le escribe esta carta: Yo voy a leerla para que tengamos –quienes no la hayan oído, no la hayan leído- podamos tener mejor idea de cuál fue el Simón Bolívar que llegó al Monte Sacro y cómo llegó y por qué llegó. Iba incendiándose e iba in-cendiando... dije él al Coronel Letrovien, leo:
“No tengo necesidad señor Coronel de deciros cuán afligido estoy de haberos hecho testigo del es-cándalo que ocasionó ayer en mi casa, la exaltación fanática de algunos clérigos más intolerantes que sus antepasados y que hablan con tanta imprudencia como en España, en donde el pueblo les dobla la rodilla y les besa la falda de sus sotanas. El deseo de dominar y de ocupar el primer rango en el Estado, es el pensamiento de todos los clérigos.
Los empleados piensan en conservar el sueldo elogiando al que les paga, separando estas dos cla-ses, -clérigos y empleados- yo no concibo que nadie sea partidario del Primer Cónsul –era Napo-león todavía el Primer Cónsul, a finales de año se coronó Emperador- aunque vos, querido Coronel, cuyo juicio es tan recto, le pongáis en las nubes.
Yo admiro como vos, sus talentos militares, ¿pero como no veis que el único objeto de sus actos es adueñarse del poder? Este hombre se inclina al despotismo Coronel; a perfeccionado de tal modo las instituciones que en su vasto imperio, en medio de sus ejércitos a gente de empleados de todo especie, clérigos y gendarmes, no existe un solo individuo que pueda ocultarse a su activa vigilan-cia.
Y se cuenta todavía con la era de la libertad –oigan este concepto, es el mismo muchacho sólo que 5 años después de San Ildefonso, cómo había aprendido y madurado aquél joven producto de qué, del estudio, la dedicación, la conciencia muchachos, ustedes los más jóvenes, el estudio, la dedica-ción, la batalla de las ideas, la conciencia-
Pregunta Bolívar: ¿Y se cuenta todavía con la era de la libertad qué virtudes es preciso tener para poseer una inmensa autoridad sin abusar de ella? Vaya qué concepto: ¿qué virtudes es preciso te-ner o poseer o tener virtudes, para poseyendo alguien una inmensa autoridad, no va a gozar de ella? ¿Puede tener interés ningún pueblo en confiarse a un solo hombre? Vean qué conceptos: pue-de algún pueblo tener interés en
Reuniendo a los Generales para rumbo a Carabobo y recibe carta de Fanny, y Fanny le dice: “Los peligros, la fatiga y la gloria durante varios años lo han absorbido completamente y lo han condu-cido felizmente al noble papel que usted ambicionaba desde su temprana juventud”. Nadie mejor que una mujer a la que uno amó, para saber los secretos de uno ¿verdad?
Al noble papel que usted ambicionada desde su juventud, y ahora usted se encuentra sentado al lado de Washington y tal destinado a superarlo –sin duda lo superó- debido a las inmensas dificul-tades que usted habría enfrentado para vencer. Al fin ha triunfado usted, ya que viene a reforzar España –ah, esto fue después de Carabobo sin duda- al fin ha triunfado usted, ya que viene de for-zar a España a tratar de igual a igual su República y de reconocer la Independencia de su país. Us-ted no puede haber olvidado ni mi carácter ni mis sentimientos hacia usted –parece que quería vol-ver, siempre hay esperanzas, aquí se nota como un sentimiento y unas ganas de volver- usted no puede haber olvidado ni mi carácter ni mis sentimientos hacia usted ni el justo orgullo que yo sen-tía por ser su pariente.
Y, luego le escribe la Fanny de nuevo 2 años después, ya andada Bolívar por allá por el Perú, se había conocido a José de San Martín, estaban libertando en El Ecuador y avanzando hacia El Perú, era abril de 1823.
Dice: “Actualmente que todo ha sido realizado por usted, en relación a los grandes proyectos que me conoció hace 23 años. Piense mi querido Primo que yo sola he permanecido estacionaria, y que cuento en sus bellas promesas a pesar de los años que tengo demás y las huellas que el tiempo ha dejado en mi belleza”.
Y, luego dos años después, el 20 de agosto de 1825 el fuego estaba vivo 20 años después, así son los fuegos verdaderos nunca mueren. Nunca mueren como el poeta Mafud Mazid escribió aquellas be-llas líneas “Cuando yo haya partido, pero de verdad haya partido y descubran mi cadáver al fondo de una noria, sentirás una llama circundante, siguiéndote en el paisaje, seré yo circundándote, quemándote llama del verano”.
Esos fuegos nunca se apagar, los fuegos verdaderos nunca se apagan ¿ah, Isaías? Isaías porque es poeta.
Entonces este fuego vivió y vive, dice la Fanny, pero lo de fondo ustedes entienden sin duda enten-demos a Pereira cuál es el interés del historiador y el escritor. Es que aquel muchacho ya andaba encendido y pensando en proyectos a largos plazos y ésta mujer está recordándoselos lo que habla-ban en la París de 1804, 1803, 1805, Dice en 1825 ya Bolívar estaba ya en la Cumbre de Potosí, ella lo iba siguiendo con sus cartas y le dice: “yo en quien usted tuvo la confianza de comunicarme sus planes hace 22 años y sus proyectos lo coloco en un plano encima de Washington debido a las in-mensas dificultades que usted tuvo que vencer para dar la libertad al mundo entero”.
Le escribe una carta a Teresa Lasnei, ésta otra mujer quien estaba en España, él le escribe desde Pa-rís, entonces 1804 le escribe a Teresa y también aquí se evidencia lo que vivía su espíritu, su alma. Dice Bolívar el joven Bolívar “Los placeres me han cautivado pero no largo tiempo. La embriaguez ha sido corta, pues se ha hallado muy cerca el fastidio. Pretendéis que yo me incline menos a los placeres que al fausto, convengo en ello”.
Pretendéis es decir aquella mujer lo aconsejaba. Pretendéis que yo me incline menos a los placeres que al destino. Convengo en ello porque me parece que el fausto tiene un falso aire de gloria.
Luego sobre la consagración de Napoleón el 2 de diciembre de aquel año 1804. Bolívar le comentará años a Perou Le Croix en Bucaramanga y él escribió su diario de Bucaramga, 1828. Bolívar le dice a Perou de La Croix caminando por allá por unas campiñas va recordando su juventud y le dice “Vi en París en el último mes del año de 1804 la coronación de Napoleón, aquel acto magnífico me en-tusiasmó; pero menos su pompa que los sentimientos de amor que un inmenso pueblo manifestaba por el héroe. Aquella efusión general de todos los corazones, aquel libre y espontáneo movimiento popular excitado por la gloria, por las heroicas hazañas de Napoleón vitoreado en aquel momento por más de un millón de personas me pareció ser, para el que recibía aquellas ovaciones el último grado de las aspiraciones humanas, el supremo deseo y la suprema ambición del hombre. La coro-na que se puso Napoleón sobre la cabeza la miré como una cosa miserable y de moda gótica, lo que pareció grande fue la aclamación universal y el interés que inspiraba su persona. Esto lo confieso me hizo pensar en la esclavitud de mi país y en la gloria que conquistaría el que lo libertase. Pero cuál lejos me hallaba de imaginar que tal fortuna me aguardaba.
Más tarde si empecé a lisonjearme de que un día podría yo cooperar a su libertad, pero no que re-presentaría el primer papel en aquel grande acontecimiento.
Luego se va por Italia. Se consigue con Simón Rodríguez. Incluso en una carta él escribe, narra, él se consiguió con su maestro Simón Rodríguez pero, Simón Rodríguez andaba dedicado a sus experi-mentos de química y de biología y no tenía tiempo para dedicarle y el se queja a Fanny o a Teresa -no recuerdo exactamente ahora mismo-, dice que mi Maestro no tiene tiempo para mí, apenas lo veo y me despacha en un minuto y me dice que me vaya a reunir con los de mi edad, y que lo ayude con algún dinero para sus experimentos de biología y de química.
Pero luego el Maestro lo ve a punto incluso y Bolívar dice de morir, desahuciado por los médicos, luego Simón Rodríguez parece que reacciona y abandona un tiempo sus experimentos era un (dis-torsión en el sonido) a irse por Europa caminando, van en carretera recorriendo campiñas con Fer-nández Rodríguez del Toro se van los tres y consiguen de nuevo a Napoleón meses después, coro-nado ahora Rey de Italia. Y ya lo recordaba también Israel en su lectura. En Milán el 18 de mayo de 1805 y llegan a Italia en donde están coronando a Napoleón de nuevo Rey de Italia y dice Pereira, en la capital de la Lombardia la presencia de Napoleón acicatea una vez la curiosidad del discípulo ya ganado para la vida.
Dice Perou de La Croix en el diario de Bucaramanga lo siguiente, 1828 “En la comida el Libertador estuvo muy alegre narraba después el autor del diario de Bucaramanga, nos costó varias anécdotas de su vida anteriores al año 1810 y durante sus tiempos de sus viajes por Europa, habló de lo que hizo en Italia. Dijo que había asistido a una gran revista pasada por Napoleón al Ejército de Italia en la llanura de Montesquiare cerca de Castiliogne.
Que el trono del emperador se había colocado sobre una pequeña eminencia en medio de aquella gran llanura, que mientras desfilaba el Ejército en columnas delante de Napoleón quien estaba so-bre el trono, él y un amigo que le acompañaba Simón Rodríguez se habían colocado cerca de aque-lla eminencia de donde podían observar con facilidad al Emperador. Que éste les miró varias veces con un pequeño anteojo de que se servía y que entonces su compañero Simón le dijo “Quizás Napo-león que nos observa va a sospechar que somos espías” Que aquella observación les dio cuidado y les determinó a retirarse.
Yo dijo Bolívar ponía toda mi atención en Napoleón y sólo a él veía entre aquella multitud de hom-bres que había allí reunidos. Mi curiosidad no podía zacearse y les aseguro que estaba muy lejos de prever que un día también sería yo centro de la atención, o si se quiere de la curiosidad de casi todo un continente y puede decirse también del mundo entero. Que Estado Mayor tan numeroso y tan brillante tenía Napoleón y qué sencillez en su vestido.
Todos los suyos estaban cubiertos de oro y ricos bordados y él sólo llevaba sus charreteras, un som-brero sin galón y una cazaca sin ornamento.
Esto me gustó y aseguro que en estos países hubiera adoptado para mí aquel uso, sino hubiera te-nido que dijesen que lo hacía por imitar a Napoleón a lo cual hubiesen agregado que mi intención era imitarlo en todo. El siempre se distanció de la idea napoleónica del Emperador.
Simón Rodríguez también escribe años después sobre aquellos días de Europa de 1804 de 1805.
Dice Simón Rodríguez. En Roma nos detuvimos bastante tiempo. Un día después de haber comido y cuando ya el sol se inclinaba al Occidente emprendimos paseo hacia la parte del Monte Sacro –esto se lo cuenta Simón Rodríguez años después a Uribe un escritor Uribe- aunque esos llamados Montes no sean otra cosa que rebajadas colinas el calor era tan intenso que nos agitamos en la mar-cha lo suficiente para llegar jadeantes y cubiertos de copiosa transpiración a la parte culminante de aquel Mamelón –en verdad por éstos días en Europa hace un calor infernal, en todos esos países de la Europa tanto que parece que cierran oficinas y hay vacaciones casi generales, no señores embaja-dores europeos, son los días éstos de las vacaciones en Europa.
Llegaron a ella, nos sentamos sobre un trozo de mármol blanco resto de una columna destrozada por el tiempo, yo tenía fijos mis ojos sobre la fisonomía del adolescente Bolívar, porque percibía en ella cierto aire de notable preocupación y concentrado pensamiento.
Después de descansar un poco y con la respiración más libre, Bolívar con cierta solemnidad que no olvidaré jamás se puso en pie y como si estuviese sólo miró a todos los puntos del horizonte, y a través de los amarillos rayos del sol poniente paseó su mirada escrutadora fija y brillante por sobre los tres puntos principales que alcanzábamos a dominar, y comenzó a hablar dice Simón Bolívar de repente mirándolo a él, y mirando a su primo y diciendo como enloquecido era el Quijote 200 años después porque el Quijote no tiene tiempo ni espacio.
Alguien dijo que si el Quijote hubiese tenido descendiente ese hubiese sido Simón Bolívar. Era el Quijote mirando a los molinos. Era el Quijote mirando las ruinas de la vieja Roma. Era el Quijote tomando la vieja lanza imaginándose mundos que nunca existieron el Mundo ideal la utopía y en-tonces comenzó a hablar, con qué éste es el pueblo de Rómulo y de Numa, de los dracos y de los Horacios, de Augusto y de Nerón de César y de Bruto de Tiberio y de Trajano y comienza a ser, como me comentaba ahora mismo el presidente de la Asamblea Nacional agudo analista como es el diputado Nicolás Maduro, mientras oíamos la lectura del Juramento que nos hacía Israel Sotillo. Me decía Nicolás, vaya qué crítica al imperio romano. Sí, es una crítica demoledora al imperialismo con una fina ironía con una gran sabiduría, pero es un disparo a la línea de flotación de la idea imperial del burdo imperio, de la hipocresía imperialista, del salvajismo imperialista, de la crueldad imperia-lista, de las miserias imperialistas que han azotado a la humanidad desde siempre y que la siguen azotando, amenazándola ahora incluso con desaparecerla.
Hoy lo digo 200 años después del Juramento del Monte Sacro. Lo que venido diciendo en estos úl-timos días con pasión y con un toque de angustia.
Hoy nosotros los pueblos del mundo o derrotamos al imperialismo norteamericano o el imperia-lismo norteamericano acaba con este mundo y ese es el dilema que tenemos por delante las nacio-nes del Planeta.
No queremos acabar con el pueblo de los Estados Unidos ¿no?, queremos hermanarnos con el pue-blo de los Estados Unidos y el pueblo de los Estados Unidos tiene una tarea importantísima que ju-gar en esta tarea de salvar al mundo y tenemos confianza en el pueblo de los Estados Unidos.
Bueno, es el Quijote encarnado en Bolívar. Es una crítica demoledora cuando dice: Aquí todas las grandezas han tenido su tipo y todas las miserias su cuna.
Octavio se disfraza con el manto de la piedad pública para ocultar la suspicacia de su carácter y sus arrebatos sanguinarios. Bruto clava el puñal en el corazón de su protector para reemplazar la tira-nía de César por la suya propia. Antonio renuncia a los derechos de su gloria para embarcarse en las galeras de una meretriz sin proyectos de reforma, sila de huellas a sus compatriotas y Tiberio sombrío como la noche y depravado como el crimen divide su tiempo entre la concupiscencia y la matanza por un cincinato hubo cien caracallas, por un Trajano cien caligulas y por un Vespasiano cien Claudios. Demoledor. 22 años.
Y, más adelante Bolívar lanza por primera vez aparece en su discurso con que fuerza la palabra Pa-tria en el Juramento y lanza una concepción muy suya, y extraída de las profundas raíces revolu-cionarias de la Europa de entonces y de los siglos el concepto de libertad y se lo imagina en un tiempo futuro cuando dice por allí en el texto del Juramento “Más en cuanto al problema del pro-blema en libertad, dice después de haber descrito que éste pueblo ha dado para todo, Roma ha da-do para todo, más en cuanto al problema del hombre en libertad no ha dado mucho por decir nada.
Y en cuanto al problema del hombre –insiste- en libertad se imagina el futuro y dice “Que esa mis-teriosa incógnita la del hombre libertad parece que sólo sería despegada -utiliza un término mate-mático problema de incógnita despegada o de despego, habla de despego- el despego de esa miste-riosa incógnita el problema del hombre libertad sólo será verificado el despego en el nuevo mundo” aquí en el mundo de la utopía.
Hablando del nuevo mundo y del mundo nuevo recordaba yo también leyendo estas cosas a Cristo Redentor cuando dijo “Mi reino no es de este mundo”. La interpretación que las élites le han dado a esta expresión de Jesús ha sido por supuesto interesada para manipular al pueblo cristiano durante muchos años, durante siglos. Han tratado de convencer a los pueblos de que Cristo cuando dijo, que ellos se refería a ultratumba y de allí clérigos y farsantes llegaron aquí a decirle a nuestros indí-genas y a los esclavos negros del Africa por ejemplo que ellos tenían que aceptar su miseria y su es-clavitud, porque era mandato de Dios, porque Cristo había dicho “Mi reino no es de este mundo hay que esperar el otro”, hay que esperar morirse para ver el reino de Dios ¡Mentira de las grandes mentiras!
Cuando Jesús –estoy seguro porque era un gran revolucionario- dijo aquello “Mi reino no es de este mundo” estaba diciendo lo mismo que dijo Simón Bolívar en Santa Marta “El gran día de la Amé-rica del Sur no ha llegado”. Jesús se refería al futuro a mundos nuevos que vendría en los siglos que vendrían también; ese es el verdadero pensamiento de Cristo revolucionario pensamiento, justicie-ro pensamiento, igualitario pensamiento “Mi reino no es de este mundo” hagamos que el reino de Jesús, el reino de la igualdad y de la justicia y de la libertad sea ahora sí de este mundo del Siglo XXI, dos mil años después su reino será de este mundo, Jesús.
Miren, y termina diciendo Simón Rodríguez que después de aquella reflexión, aquella crítica contra el imperialismo y a las élites de las monarquías de entonces y a las élites cristianas de entonces, dice Simón Rodríguez lo siguiente; y luego volviéndose hacia mí, húmedos los ojos, palpitante el pecho, enrojecido el rostro con una animación febril me dijo –y esto lo recordaba Simón Rodríguez muchos años después de muerto Simón Bolívar- me dijo: “Juro delante de usted. Juro por el Dios de mis pa-dres, juro por ellos, juro por mi honor y juro por mi patria –y de allí aparece el concepto de patria, ésta patria que hoy te tiene aquí entre nosotros Simoncito Bolívar, viviendo con nosotros ésta pa-tria, ésta nueva patria, ésta misma patria que renace de sus cenizas.
Juro por mi honor y juro por mi patria que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español.
Es decir un juramento hecho a nombre de una patria. Un juramento hecho –fíjense qué inspiración- por el Dios de mis padres. Porque Bolívar y está escrito en sus cartas de esa época le dice por allí a la Fanny en una carta de esos años 1804 le dice “Yo no tengo la dicha de creer en el mundo del más allá” era anticlerical Bolívar no creía en la tesis católica de que hay vida más allá, o no sólo católica, religiosa.
Hace poco Juan Pablo II aclaró el misterio cuando dijo: “Nadie se imagina que es que allá en el cielo hay unas estructuras en donde vamos a llegar a vivir otra vez” esa es una falsísima idea que ha re-corrido los siglos que hay otro mundo allá donde vamos a llegar y vamos a hacer otra vez una Asamblea Nacional ¿no?, mentira.
Entonces Bolívar se inspira aquí en el Dios de sus padres. El era rebelde desde niño. Sus hermanas si eran muy católicas sobre todo María Antonia la criolla principal. Y era la tesis aquella que mane-jaba la Iglesia Católica de entonces, de que el Rey era enviado de Dios.
Simón Bolívar desde niño rompió con aquello “que iba a ser el rey enviado de Diios” y recordemos aquí mismo en la esquina 1812 terremoto de Caracas y unos curas diciéndole al pueblo que eso era castigo de Dios por haberse atrevido este pueblo a rebelarse contra el Rey que era enviado de Dios y es cuando Bolívar lanza la frase “Si se opone la naturaleza –es decir Dios es lo que quiso decir en mi criterio- lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”.
La resolución de ser libres pasa por encima de todos. Ese es el espíritu de un revolucionario, Bolívar 200 años en el Monte Sacro lanzó este juramente antiimperialista, juramento patriótico, compromiso supremo “No daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma” el juramento fue hecho y el juramente fue cumplido, aquel hombre cumplió su juramento.
Bolívar murió 25 años después como sabemos en Santa Marta y en verdad, a lo mejor en sus últi-mos momentos recordó el Juramento del Monte Sacro y a lo mejor recordar el Juramento del Monte Sacro pudo haber sido algún alivio para su alma atormentada por la traición y por los cien brutos que lo apuñaleaban y por el desmembramiento y el hundimiento del sueño de la Gran Colombia, del proyecto que no es ningún sueño. Proyecto que fue posible no era un imposible. Si ese proyecto bolivariano hubiese tomado cuerpo y se hubiese consolidado otra sería la historia de este continente y otra sería la historia del mundo, no nos hubiese atropellado durante estos 200 años como nos ha atropellado el imperialismo norteamericano.
Otro sería el cuento que estaríamos echando ahorita.
Bolívar 200 años después ese compromiso lo hemos asumido nosotros como colectivo. Y hoy apro-piado es venir aquí frente al Panteón Nacional para ratificar ese compromiso y para fortalecerlo aún si es que alguien pudiera sentir que se ha venido debilitando con el paso de los años. Vengamos hoy aquí a fortalecer un compromiso, a hacer nuestro aquel juramento, a comprometernos de ver-dad a no dar descanso a nuestros brazos ni reposo a nuestras almas hasta que hayamos liberado plenamente a nuestro pueblo de las amenazas que sobre nosotros pesan por voluntad del imperio norteamericano.
No crean que he terminado ésta es mi primera parte de la intervención. Esto fue lo que podemos llamar como fue que Bolívar llegó al Monte Sacro a los 22 años.
Ahora voy a tomar otra carta de Bolívar extraída también del maravilloso libro de Pereira, escrita en Patibilca en 1824 a Simón Rodríguez –esto es como para 100 novelas esta historia.
Regresa el maestro de Europa 20 años después, no había vuelto Simón Rodríguez a Suramérica ni al continente americano desde que salió de aquí a finales del Siglo XVIII.
Bolívar se entera de que llegó a Bogotá y le escribe una carta memorable y le dice así: “Oh mi Maes-tro Oh mi amigo, Oh mi Robinson usted en Colombia, usted en Bogotá y nada me ha dicho, nada me ha escrito. Sin duda es usted el hombre más extraordinario del mundo, podría usted merecer otros epítetos pero no quiero darlos por no ser descortés al saludar a un huésped que viene del vie-jo mundo a visitar de nuevo, sí a visitar a su patria que ya no conoce que tenía olvidada no en su corazón sino en su memoria, nadie más que yo sabe lo que usted quiere a nuestra Colombia.
Se acuerda usted maestro cuando fuimos juntos al Monte Sacro en Roma a jurar sobre aquella tierra santa la libertad de la patria.
Ciertamente no habrá usted olvidado aquel día de eterna gloria para nosotros, día que anticipó por decirlo así, un juramento prosético a la misma esperanza que no deberíamos tener.
Usted Maestro mío cuánto debe haberme contemplado de cerca aunque colocado a tan remota dis-tancia, con qué avidez habrá seguido usted mis pasos. Estos pasos dirigidos muy anticipadamente por usted mismo y, termina con esta frase que hace grande al hijo frente al padre al alumno frente al maestro “Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermo-so” yo he seguido el sendero que usted me señaló.
¿Cuál ha sido ese sendero que usted me señaló? Me pregunto yo ahora. Pudiéramos mirarlo así como una parábola ese sendero un largo camino que aquí nos trajo hoy, porque aquí está Bolívar y su sendero, el sendero que usted me señaló. El esfuerzo para la libertad, el corazón, los brazos, el esfuerzo para la libertad, lo sublime, para lo grande para lo hermoso ese es el sendero, ese es el rumbo del sendero. Esos son los signos del horizonte rumbo al cual vamos como Florentino por el ancho terraplen para lo grande para lo hermoso lo sublime para la libertad para la igualdad.
Bolívar del Monte Sacro a Santa Marta 25 años cumpliendo su Juramento. Ciertamente regresó a Caracas a los pocos meses se embarcó en 1806 y dejó la Europa y los placeres, Fanny se lo recuerda incluso en una carta de 1826 Fanny se lo recuerda cuando le dice: “Hoy hace 21 años mi querido primo que usted dejó al país” 6 de abril de 1806 y que me dio usted una sorpresa que lleva esa misma fecha grabada, 6 de abril pero en vez de 1826 fue en 1805 cuando éste hecho acaeció. Este anillo siempre me ha acompañado, creo haber merecido todos los sentimientos que a usted inspiré por la pureza y la sensibilidad de los mismos.
Con orgullo recuerdo sus confidencias respecto a sus proyectos para el porvenir, la sublimidad de sus pensamientos y su exaltación por la libertad”.
Y dice Fanny con mucho pesimismo mucha tristeza. Yo valía algo en aquel tiempo puesto que usted me encontró digan de guardar sus secretos. Su resolución de alejarse de mí me ha hecho profunda-mente pero hoy el valor tan firme lo eleva a usted en el pensamiento y lo coloca con superioridad sobre todo los hombres.
El se vino entonces de aquella vida licenciosa, dejó aquel amor y se vino y se atrincheró en San Ma-teo, era 1806 habrá que recordar.
Qué otra cosa ocurrió en 1806 que ya debemos comenzar a conmemorarla aquí, allá y acuyá en Eu-ropa, Norteamérica en el Caribe en Suramérica.
Mientras Bolívar llegaba en no se que barco a instalarse en San Mateo para ajustar sus cuentas sus propiedades y poner a trabajar la tierra ya con una idea y se reunía aquí en Caracas con José Félix Ribas, Coto Paúl los jóvenes de entonces, tenía de vecino Bolívar allá en Yare, tenía la Hacienda de San Mateo y la de Yare en los Valles del Tuy como sabemos. Tenía Simón Bolívar un vecino terrible con el que casi se entra a tiros un día, un juicio hubo por unas tierras en donde Bolívar sembraba el añil, él mismo trabajaba sembrando con sus esclavos. Ese vecino se llamaba Antonio Nicolás Brice-ño –allá están los gochos levantando la mano- están bien enterados los trujillanos.
Antonio Nicolás Briceño se iba a entrar a tiros un día, Briceño le iba a disparar –los trujillanos son un poco así- no, los trujillanos son buena gente pero que defienden lo que es suyo ¿no?, sí, Bolívar acusó en un Tribunal a Nicolás Briceño de que le apuntó con un, quería matarle a los negros, Bolí-var mandó a los negros a trabajar allá, a abrir un camino una pica y llegó Nicolás Briceño con sus negros a decirles que se fueran que esa tierra era de él, que no era de Bolívar y llegó Bolívar y a los negros de él, sigan trabajando y éste vino armado con daga, la denuncia dice: venía armado con pis-tola y daga y otro de los negros tenía un rifle y entonces estaban apuntando a los negros, Bolívar se atraviesa y le dice: “si los va a matar máteme a mí” –Pues lo mató a usted-y le apuntó tres veces- hasta que Bolívar viendo que era en serio que le iba a disparar aquel hombre que era muy atravesa-do Antonio Nicolás Briceño entre otros fue uno de los inspiradores del Decreto de la Guerra a Muerte era terrible don Nicolás terrible el diablo bueno así lo llamaban y lo llamamos. Pues Bolívar se le avalancha le quita la pistola –según cuenta Bolívar- le quita la pistola y le agarra la daga y se armó un lío ahí a golpes. Pero luego Bolívar muy decentemente le escribe una carta “Mi muy que-rido amigo y vecino –le dice- dígame usted si me va a dar paso por el camino de no se qué, para que mis esclavos y podamos trabajar y sembrar y si no me lo a dar, dígamelo por escrito para lle-varlo al tribunal. Para buscar el camino del arreglo pues y al fin se arreglaron y al final terminaron unidos por el interés supremo de la patria y fue uno de los grandes Antonio Nicolás Briceño asesi-nado, fusilado en Barinas capturado por los españoles en Barinas y fusilado el 15 de junio de 1813 el mismo día que por casualidad estaba Bolívar firmando en Trujillo el Decreto e Guerra a Muerte.
Pero era Antonio Nicolás Briceño uno de los más terribles defensores, soberbios defensores de la patria y así que estaba Bolívar allá en 1806 en Caracas se reunían, leían, hablaban de la revolución francesa de las cosas que pasaban acá, y por ahí venía navegando el otro Quijote 1806 desembarcó en La Vela de Coro hizo mover, Miranda no avanzó un palmo a tierra firme por cuanto no tenía ca-sa propia ya le habían diezmado su tripulación, los españoles habían sido alertados desde los Esta-dos Unidos como anoche denuncié en el Tribunal Internacional para acusar 200 años de traición y de agresiones del imperialismo norteamericano.
A Miranda lo traicionaron los Estados Unidos. Miranda fue creyendo en sus viejos amigos y se re-unió con James Madison varias veces, con el Secretario de Estado, con el presidente de entonces pi-diendo apoyo para venir a Suramérica y no sólo no le dieron apoyo, sino que lo delataron ante las fuerzas españolas del Caribe, así que aquí lo estaban esperando y le hundieron el barco y le captu-raron casi toda la tripulación y fueron ahorcados aquí mismo en la plaza.
Habrá que rendir tributo he dicho a esos mártires, ninguno era venezolano y aquí murieron por nuestra causa.
Pero Venezuela y América latina estaban, en ese entonces no la llamábamos América Latina, estaba Venezuela estremecida y estremeciéndose, Miranda clavó una daga en el corazón del imperio. Miranda generó un terremoto en toda esta tierra. Miranda lanzó una proclama a los habitantes de Ca-racas, de Coro de Venezuela y de su América llamando a la insurrección, llamándolos a seguir el camino de Francia y su revolución. Miranda prendió la mecha pues y, luego todo lo que sabemos, 1810, 1811 la Primera República y Bolívar en estas calles con la Sociedad Patriótica y el discurso en la Sociedad Patriótica el 4 de julio del año 11 y la frase aquella “Pongamos sin temor la piedra fun-damental de la libertad suramericana” ya no hablaba aquel hombre por Venezuela, hablaba por un mundo, pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana, vacilar es perdernos.
Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana, vacilar sería perdernos.
Esas palabras parecen resonar desde allá adentro 200 años después. Parece que salieran de allí de aquel ataúd, de aquellas cenizas “Pongamos sin temor la piedra fundamental latinoamericana y ca-ribeña ahora mismo. Es tiempo de echar, como también lo dijo en alguna ocasión el Juramentado del Monte Sacro. Es tiempo de que echemos miedo a las espaldas y salvemos a esta patria grande, es tiempo una vez más.
Bolívar fue por supuesto macerándose en la batalla, como él mismo lo dice años después, cuando vio a Napoleón el pensó que iba a colaborar ya había tomado una resolución pero lo que no pensó es que sería uno de los más grandes protagonistas de nuestra historia, pero así es la historia.
Bolívar va madurando decía, un proyecto, esos proyectos de los que Fanny Duvilar le habla hasta 1826, un proyecto. Lo va alimentando en la lucha con la dialéctica la teoría y la praxis en la batalla en las victorias y en la derrotas, lo va amasando de barro, de lágrimas y de sangre también y es una evolución meteórica la de aquel muchacho.
Bolívar por ejemplo en una primera etapa de la guerra revolucionaria, en una primera etapa no, fue revolucionaria, recordemos que fue un nombre que le dieron a la Junta de Gobierno de 1810, Bolí-var no estaba de acuerdo con ni siquiera aquel nombre, tampoco estaba de acuerdo José Félix Ribas no estaban de acuerdo los más jóvenes, los más apasionados. Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII. ¿Qué es esto diría Bolívar? Conservar los derechos del rey.
Ellos decían “abajo la monarquía” “Viva la República” Querían forjar una república libre y unas re-públicas libres y una Unión de Repúblicas, además, así que aquello molestó mucho a los jóvenes, tanto molestó a José Félix Ribas por ejemplo que fue expulsado de aquí por la Junta Conservadora lo mandaron a Trinidad. José Félix Ribas andaba por las calles con un gorro friego era un revolu-cionario infinito aquel hombre y Bolívar igual. Pero Bolívar aceptó irse a Europa de nuevo en su tercer y último viaje a Europa, se fue a Londres sabemos.
Se fue a Londres a buscar apoyo de Inglaterra con Andrés Bello, no consiguieron apoyo y, tuvo un lío allá con los ingleses porque era digno aquel hombre y decía, tampoco se trata de librarnos de un imperio para caer en otro, y él parece que olfateó en Londres que quienes lo recibieron pensaban que se iban adueñar de estas tierras, que iban a derrotar a España para adueñarse ellos de estas tie-rras.
Pero Bolívar no consiguió apoyo en Londres para la revolución para la independencia, pero fue a buscar a Miranda y se conoció entonces con Francisco de Miranda y logró que Miranda viniese y que Miranda fuese aceptado aquí, porque a Miranda no lo quería el mantuanaje caraqueño. Si uste-des ven la firma de Miranda en el Acta de Independencia verán que Miranda fue diputado por el Pao. No querían a Miranda los mantuanos de Caracas, porque Miranda era un revolucionario y Mi-randa hizo una alianza con la Juventud Patriótica la Sociedad Patriótica y luego le echaron la culpa de la derrota de la Primera República y lo entregaron a España como sabemos y murió en La Carra-ca. Pero ya el proceso se había desatado, pero estaba llamado a morder el polvo el proceso y el pro-yecto independentista los primeros años, y fue Bolívar uno de los primeros que entendió, que asi-miló las derrotas de 1812 de 1813 de 1814.
Entonces pudiéramos decir que hay una etapa entre 1805 y 1815 unos diez años en los que Bolívar se va cuajando como líder militar primero y luego como líder popular como pensador y como guía de un pueblo. Bolívar se da cuenta sobre todo después de 1814, cuando lo derrotan no los españoles en verdad, lo derrotan los ejércitos de José Tomás Boves conformados por venezolanos los de abajo, los esclavos que se iban de las haciendas, las cimarroneras, los pardos, los indios, los negros, los po-bres de la sabana surgían a caballo a pie detrás de José Tomás Boves era una guerra de clases la que se desató aquí en 1814 sobre todo. Los pobres contra los ricos.
Bolívar lo entendió a tal extremo que incluso aquí en Caracas tuvo un lino con su hermana la María Antonia Bolívar que era toda una mantuana de capa y espada, de nervio y sangre y tenía un enfren-tamiento con Bolívar, con Simón. Pero él la quería mucho era su hermana mayor y ella decía que era un loco. Pero cuando Bolívar decide llevarse a los sobrevivientes de Caracas a Oriente, la emi-gración a Oriente, María Antonia no quería irse y ella decía que no se iba a ir, porque ella era realis-ta y que con el nuevo gobierno que venía cuando él se marchara ella iba a estar en paz y más bien a recuperar sus bienes y su tranquilidad y su vida. Y él le dijo: te matan, te van a matar cuando entren aquí Boves y su Ejército, todo lo que sea blanco, todo lo que sea rico, está en la mira de Boves y su Ejército. Y era cierto.
Y Bolívar tuvo que ordenar y ordenó a un oficial y a una patrulla de diez soldados llevarse casi amarrada a María Antonia Bolívar y embarcarla allá en La Guaira y mandarla para el Caribe y la hubieran matado en verdad, era una guerra de clases aquella.
Bolívar lo entendió, lo asimiló y lo incorporó a su ideología y a su praxis y fue así como comenzó a pasar a otra etapa su idea y su proyecto y entendió Bolívar que no habría independencia sin parti-cipación popular. No habría victoria sin pueblos. Ya lo venía madurando desde el Manifiesto de Cartagena cuando analiza las causas de la Primera República. Tuvimos filántropos por jefes y sofis-tas por soldados.
Se fue al Caribe y se fue a Haití y consiguió apoyo en los revolucionarios de Haití y de Jamaica y fue la Carta de Jamaica que marca un quiebre en esa evolución ideológica bolivariana, en ese diseño cada día más claro del proyecto.
Bolívar se da cuenta por 1814 y 1815 pero con un dramatismo supremo de dos cosas fundamental-mente, y las refleja entre otros documentos en la profética Carta de Jamaica cuando dice, o mejor dicho cuando allí incrusta la necesidad de la participación del pueblo en el proceso de independen-cia y sobre todo en la Carta de Jamaica grafica de manera más clara el proyecto de integración de la América hasta entonces todavía española, y es cuando dice en esa carta “Sueño algún día confor-mar de este nuevo mundo una sola nación”. Y la define con más claridad y habla ya del Istmo de Panamá –Daniel- como punto, como epicentro de la unión del Sur del Caribe. Punto central, punto de convergencia de todos los intereses de todas las nuevas Repúblicas, Panamá decía debe ser para nosotros lo que el Istmo de Corinto fue para los Griegos el punto de la anfictrionia, 1815 diez años después del Monte Sacro, fue una década de maduración ideológica, política, fue la década de la forja del líder, del líder militar primero porque comenzó siendo líder militar derrotado además en Puerto Cabello por la traición de Vigoni. Años después capturaron a Vignoni el que lo traicionó en Puerto Cabello por aquí, por alguna batalla y tan pronto le dijeron está Vignoni ahí, páselo por las armas y lo fusilaron de inmediato.
Se fue forjando como una espada aquel hombre que fue asumiendo un concepto y fue evolucionan-do hacia un planteamiento cada día más revolucionario en lo político, en lo social, en lo moral y fue así como regresa en la Expedición de los Cayos y viene en 1826 y lo primero que hace al desembar-car por Oriente es decretar la liberación de los esclavos y aquello corrió como pólvora por las haciendas, por los campos, por los montes que vine un tal Bolívar no era muy conocido todavía Bo-lívar decían los cimarrones, los cumbes donde bailaban tambor, los indios en las sabanas en las montañas en las haciendas decían viene un tal Bolívar y anda anunciando nuestra libertad, viene con la buena nueva dirían algunos y ahí comenzó entonces el proceso de independencia a tener sen-tido para los pobres, para los esclavos y para los indios que tenían 300 años aguantando y resistien-do la dominación imperialista de las élites criollas; así comenzó a echar raíces un proyecto entre los pueblos por las sabanas de Apure y los llanos de Barinas, por las montañas de los Andes, por las ri-beras del Orinoco, por las sabanas de Oriente, por las selvas de Guayana, por todas las riberas del Mar Caribe comenzaron a tronar los tambores de la libertad y las trompetas de la Independencia y fue así en 1816, 1817, 1818 participación popular, guerra popular, guerra de liberación.
Y, luego Bolívar fue también asumiendo otra condición en el proyecto, participación popular “No habría independencia sin la participación del pueblo”.
Luego Bolívar fue también asumiendo lo que ya he señalado cuando comentaba la Carta de Jamaica “No habrá independencia en Venezuela si no hay integración de estos países y de estos pueblos de Suramérica y del Caribe”. No hay revolución en un solo país, él se convenció de eso, y es absoluta-mente cierto. No hay revolución posible en un solo país” lo sabemos los verdaderos revolucionarios y Bolívar se convenció y por eso fue que las cartas de Fanny le llegaban cada día más lejos Quito, Lima, Potosí y ya estaba haciendo planes para ayudar con un Ejército de agua decía él a la libera-ción de Cuba, a la liberación de Puerto Rico, a la liberación de la Española de Santo Domingo.
El decía, Colombia debe ser redonda, Centroamérica al Congreso Anfictiónico de Panamá. Invitó a los argentinos del Río de La Plata. Se comunicó con Artigas con Purraidon con O. Higgins, con San Martín se conoció y se dio un abrazo, había que cambiar el mundo y él intentó cambiar el mundo él cumplió su Juramento sin duda alguna que lo cumplió.
Pero además de esas dos consideraciones revolucionarias que fue asumiendo, que fue madurando, y que fue llevando a la realidad sembrando en los caminos en el sendero que usted me señaló, no habrá revolución, no habrá independencia sin la participación popular de las distintas clases de los pueblos primero.
Segundo: No habrá independencia en Venezuela si no logramos la independencia continental y la unidad continental.
Tercero: Una tercera idea que sobre todo brota con fuerza en 1819 era Angostura en el discurso aquel, del 15 de febrero de aquel 1819. 14 años después del Monte Sacro siguiendo el sendero que usted me señaló.
Bolívar va fraguando sobre el camino sobre el sendero la concepción, la conciencia de que era nece-sario crear un nuevo Orden unas nuevas instituciones, unas nuevas estructuras políticas republica-nas pero nuevas, originarias y en ese se guía el sendero que usted me señaló, de aquel que dijo: “No podemos seguir copiando modelos originales deben ser nuestros sistemas de gobierno. Originales deben ser nuestros sistemas de vida. O inventamos o erramos” había que inventar un mundo y hoy tenemos todavía que inventar un nuevo mundo, estamos llamados a inventar a un nuevo mundo, no bastaba la Independencia. No bastaba comprometer un pueblo como ya él lo venía logrando has-ta 1819. No bastaba pensar en la unidad continental, había que configurar una nueva orden nacio-nal e internacional y es así como Bolívar plantea en Angostura una república un nuevo Estado más allá de los clásicos poderes de Montesquieu.
El agrega inspirándose en las antiguas instituciones de la Roma de la Grecia la idea del Poder Moral y lanza la frase “Moral y Luces son los polos de una República. Moral y Luces son nuestras prime-ras necesidades”. Es un hombre que va madurando la idea suprema de que la educación popular como lo dice en Angostura debe ser la tarea primordial del Congreso y de las leyes pues. Le dice a los legisladores. Legisladores necesitamos leyes inexorables, es Bolívar desarrollando su tesis cons-titucionalista, revolucionaria la tesis de la igualdad.
Es Bolívar tratando de descifrar como lo dijo en el Juramento aquí en el nuevo mundo la misteriosa incógnita del hombre en libertad.
Es Bolívar en Angostura cuando dice, reconociendo algo que es muy natural, que los hombres, los seres humanos nacemos en condiciones de desigualdad ¿sí?, es así. En este mismo instante están naciendo en Venezuela cuántos niños, ahora mismo, están chillando ahora. Y como dice el poeta igual el niño rico el niño pobre.
Allá en las llanuras de Apure están naciendo niños ahorita. Aquí en el Este de Caracas están na-ciendo niños ahora, allá en los cerros de Caracas también, allá en los Andes de Trujillo también; allá entre los indios del Delta del Orinoco están pariendo mujeres ahora mismo, en todas partes, ellos vienen en condiciones de desigualdad.
Pero luego decía Bolívar en Angostura tratando .repito- amigas, amigas, compatriotas de descifrar la misteriosa incógnita del hombre en libertad, es decir como lograr que el hombre viva de verdad en libertad, que vivamos de verdad en un mundo de iguales y de libres.
Entonces él dice, nacemos en condiciones de desigualdad. Pero luego vienen las leyes y es un con-cepto muy rusoneano y muy de la revolución francesa.
Luego vienen las leyes el Estado para producir un nuevo orden la justicia, un orden que genera lo que él llamaba la suprema libertad social, es decir, libertad con igualdad, porque bien lo dice Juan Jacobo Rouseau y Bolívar lo asumió así, entre el poderoso y el débil decía Rouseau, la libertad oprime, sólo la ley libera y he allí el Estado social de derecho y de justicia consagrado en esta Cons-titución, invención del pueblo bolivariano, necesitamos nuevas instituciones, un nuevo orden de igualdad, de derechos, de justicia; unas nuevas instituciones ése componente o factor de la fórmula, Bolívar también lo fue descifrando, lo fue despejando: Participación popular es decir, motivación popular, integración internacional, regional, y un nuevo orden.
200 años después me pregunto yo aquí señor presidente, señores diputados, amigas y amigos to-dos. 200 años después me hago la pregunta ¿No será que exactamente o casi exactamente esa es la fórmula que hoy tenemos por delante no sólo los venezolanos, los latinoamericanos, los caribeños todos? No será que el signo de estos tiempos nuevos que se asoman vienen cargados por esa fórmu-la de despejada por Bolívar y su tiempo y su pueblo y su lucha de la misteriosa incógnita del hom-bre en libertad.
No será que necesitamos cada día más la participación clamorosa, firme, consciente y organizada en movimiento de nuestros pueblos, de las masas y masas de desposeídos de pobres en esta América nuestra.
No será que necesitamos de verdad un proceso integrador de estas repúblicas nuestras desde Méxi-co hasta la Argentina pasando por el Caribe, Una integración verdadera, endógena desde el alma de los pueblos, una integración política, económica no entre élites, integración de los pueblos de las economías, integración social. No será que eso es imprescindible para lograr el descifrar la fórmula misteriosa, la incógnita misteriosa, y por supuesto que estas preguntas tienen respuestas positivas, yo sí creo que ese es el camino, ese es el sendero que usted me señaló: participación popular, su-prema participación popular, integración entre nuestros pueblos, gobiernos y repúblicas y un nue-vo orden.
Hubo un orden en el siglo XX un primer orden vamos a llamarlo así, después de la I Guerra Mun-dial. Luego se repartieron el mundo pues, los imperios y los Estados Unidos emergió como el impe-rio que hoy es, después de la I Guerra Mundial.
Pero luego después de la II Guerra Mundial surgió un segundo orden, ahora bipolar, además de los Estados Unidos consolidado como imperio y como super potencia, surgió después de la II Guerra Mundial consolidada la segunda super potencia, y ese fue el segundo orden del Siglo XX, hasta 1990 cuando cayó uno de los polos, se vino abajo la super potencia soviética. Y entramos entonces en una etapa de incertidumbre, desde entonces estamos en una especie de transición hacia un nue-vo orden dicen algunos, nos quisieron imponer el orden neo globalizante neoliberal, pero cierta-mente veamos el mundo por América del Norte hasta el sur, veamos al mundo por Europa, veamos el mundo por Africa, veamos el mundo más allá por el Medio Oriente y por el Asia, lo que hay hoy en el mundo no es un nuevo orden, lo que hay hoy en el mundo es un tremendo desorden mundial, estamos en el nuevo desorden mundial; ahora yo creo que eso es bueno, es un desorden creador.
De este desorden, producto de la caída soviética y luego de la pretensión imperialista norteameri-cana de adueñarse del mundo para establecer el orden unipolar, lo que ha generado es un desorden de rebeliones, de resistencia, ha resurgido el socialismo como tesis y crece por el Planeta por ejem-plo.
Han resurgido los movimientos antiimperialistas por el mundo, ejemplo de ello el extraordinario Festival Mundial de la Juventud y de los Estudiantes que ha convertido a Caracas en escenario ma-ravilloso de esa juventud que se levanta, que crece, que sueña y que batalla muchachos y mucha-chas, un nuevo desorden.
Ahora, dentro de ese nuevo desorden necesario es que nosotros por el sendero que usted me seña-ló, vayamos definiendo cada día mejor hacia dónde vamos, hacía dónde debemos ir, cuál debe ser, para utilizar el mismo término geopolítico el nuevo orden, el que nosotros necesitamos, no el orden aquel, de 1919 en adelante, no el orden aquel de 1945 en adelante, el orden bipolar en donde había que alinearse o con el uno o con el otro y tú perdías la soberanía, perdías la propia identidad en casi todas las ocasiones.
Pero cuál es ese nuevo orden para tomar de Bolívar y el Proyecto Bolivariano ese tercer factor de la fórmula que estamos despejando y que estamos llevando a la práctica, que estamos aplicando para solucionar ese pequeño problema filosófico, histórico del hombre en libertad.
Anoche allá en El Poliedro con los muchachos en la clausura del Tribunal antiimperialista que ma-gistralmente dirigió presidiéndolo el doctor José Vicente Rangel y contó con no sé cuántas ponen-cias y denuncias contra el imperialismo norteamericano.
Anoche yo comentaba una idea que he extraído de las lecturas en este caso de ese gran escritor y orientador norteamericano Noam Chomsky, en uno de sus más recientes libros y no sólo de sus más recientes, sino de sus impactantes libros en mi criterio “Hegemonía o Supervivencia” Dilema al que estamos enfrentado y es absolutamente cierto y concreto el dilema compañeros, camaradas.
Si la hegemonía norteamericana se impone en el mundo, esa hegemonía va acabar con la vida en es-te Planeta. He allí el reto que tenemos nosotros por delante, salvar al mundo. Marx lo dijo en su momento, Carlos Marx, lo repitió Rosa Luxemburgo y muchos lo han repetido, socialismo o barba-rie. Socialismo o barbarie. Y creo que la amenaza es mucho más grave hoy, que la que está conteni-da en ese dilema.
Dice Chomsky, hegemonía o supervivencia. Ya no sería sólo barbarie, porque en la barbarie pudié-ramos imaginarnos vivir en unas cuevas por allí en El Avila y por allá en Apure, retroceder a otros niveles de vida, no, se trata ahora de la amenaza de la extinción de la especie de la extinción de la especie humana ante eso es que estamos enfrentados.
Dentro de esa dinámica de pensamiento hoy 15 de agosto acuño de nuevo la reflexión ¿cómo hacer para impedir, para frenar la instalación a sangre y fuego del nuevo orden que quieren imponernos, cómo hacer para darle vida a un orden de libertad, de igualdad y de justicia en nuestro país y en el mundo?
Chomsky da una señal y yo creo que muy poderosa. Chomsky habla en el primer capítulo de este libro de las dos superpotencias, y creo que es la mejor fórmula para la transición que estamos vi-viendo en esta especie de gran desorden mundial. Las dos superpotencias dice Chomsky
¿Cuáles son las dos superpotencias? La primera la conocemos, la superpotencia norteamericana, el imperialismo norteamericano que pretende imponerle al mundo a punta de invasiones, de bombas, de presiones, chantajes y amenazas, de terror su concepción irracional del mundo, a través de lo cual –repito- el mundo se acabaría y a lo mejor en décadas, ya no hablamos ni en siglos, en décadas ¿Es acaso mentira el deshielo de los polos? Alguien puede creer que esto es ciencia ficción. En los últimos años los casquetes polares han disminuido varios centímetros su espesor y por consecuen-cia el nivel de los mares también se ha incrementado en centímetros.
En las últimas décadas producto del desenfreno capitalista neoliberal consumista y el modelo des-tructivo, la temperatura del Planeta se ha incrementado de manera peligrosa, tiene fiebre el Planeta Tierra se pierden los equilibrios de las aguas, de los mares, de los vientos; de las temperaturas de la naturaleza, fenómenos nuevos recorren al mundo, huracanes desconocidos en siglos, lluvias por una parte diluvianas y sequías infinitas por otras.
Enfermedades nuevas. Desaparición de especies. Aparición de desiertos, destrucción de las capas protectoras de la atmósfera, estamos destrozando el Planeta esa es la verdad cada minuto que pasa y el imperialismo norteamericano entre otras co-sas se niega a reconocerlo. Se ha negado a firmar el Protocolo de Kyoto por ejemplo, sus propios científicos alertan sobre el peligro, sobre la amenaza.
Citaba yo anoche extraído de Noam Chomsky las conclusiones de un famoso científico llamado Ers Mayers, quien especula y termina diciendo, no será que la especie humana ha sido un error biológi-co, porque pareciera que las cucarachas, las hormigas y los escarabajos tiene un mejor sentido de la supervivencia que la especie humana.
Será que la inteligencia superior del ser humano –dice éste científico- después de cien mil años de haber aparecido la vida humana sobre el Planeta, después de que existieron 50 mil millones de es-pecie, la nuestra es una sola de las 50 mil millones que evolucionó a niveles superiores de inteligen-cia –creemos nosotros- pero ¿será que esa inteligencia es destructiva? Se pregunta el científico. Será que alguien dirá en el futuro, existió la especie humana, fue un error biológico, diría un escarabajo, una rata o una cucaracha. Los humanos tuvieron cien mil años como especie, y se dedicaron fue a destruirse unos a otros.
Yo no lo creo, lo decía anoche y lo vuelvo a decir. No lo creo. Yo creo en Dios y creo, como dijo Nitzche que el hombre es el puente entre el animal y el decía super hombre. Yo prefiero decirlo a mi manera ligando ideas, que la especie humana ¿sí?, es por una parte el escalón más alto del reino animal. Pero por otra parte habrá que decir como el Ché Guevara, que nosotros los revolucionarios somos el escalón más alto de la especie humana, los que somos capaces con Cristo de amarnos los unos a los otros, los que somos capaces de asumir como Bolívar el juramento y el compromiso de luchar por los demás, yo sí creo que nosotros vamos a salvar al mundo, yo sí creo que aquí vivirán los nietos de los nietos de los nietos de nuestros nietos y claro que vivirán más felices que nosotros en un mundo en donde esté despejada y aplicada la misteriosa incógnita del hombre en libertad, lo creo, profundamente lo creo y lo creemos estoy seguro.
En fin, Noam Chomsky habla de una super potencia y habla de otra super potencia ahora mismo. Esa otra super potencia ciertamente uno le da vueltas a la cabeza y pareciera que esa es la solución, la salida, la otra super potencia mundial que está en formación, y que puede ser la tranca, el freno la kriptonita roja para Superman, esa otra super potencia que puede salvar al mundo e impulsarnos en esta transición hacia un verdadero nuevo orden mundial dice Chomsky y yo lo suscribo, es la opinión pública mundial, los pueblos del mundo pues, la conciencia del mundo, sólo los pueblos del mundo pueden salvar a este mundo y allí la importancia suprema de la educación, de la comu-nicación social que los pueblos del mundo no tienen grandes cadenas de televisión, ni grandes pe-riódicos a través de los cuales el imperialismo y sus lacayos adormecen y dominan a las sociedades, eso es parte del modelo imperialista, la dictadura mediática está al servicio del imperialismo.
Por eso es que le tienen miedo a Telesur, Daniel, Telesur antes de nacer ya le están echando plomo, bueno ya nació, y seguirá creciendo Telesur. Ahora me dio Tabaré una buena idea, Radio Sur, por-que Tabaré Vázquez me decía, Chávez además de la televisión no olvidemos la radio, la radio pene-tra mucho más en todas partes, así que vamos a tomar eso como una tarea Radio del Sur o radios del Sur, una red mundial de radios, estaciones de radios chiquiticas, comunitarias, televisoras co-munitarias enlazadas, tenemos un problema que son los satélites ¿vale?, cómo hacemos José Vicente para conectarnos los pobres con el satélite, hay que inventar algo, Yadira, allá está la ministra de Ciencia y Tecnología, para todo hay solución, hay soluciones; hay que buscar la manera de conec-tarnos todos con el satélite porque Telesur, bueno por una parte está saliendo casi sólo por satélite, aún no tenemos señal abierta, y sabemos que la mayoría no tiene acceso al satélite, pero hay mane-ras, aun cuando estamos ya buscando la forma de tener señal abierta para Telesur.
Bueno, pero en fin, más allá de los medios de comunicación masivos, está la labor de cada uno de nosotros, está yo le decía a los muchachos del Festival Mundial. Que el Festival Mundial de la Ju-ventud no puede terminar hoy, hoy se va a clausurar aquí en Caracas, pero no va a terminar hoy, hoy entra en una nueva fase, cada una de ustedes ¿de dónde eres tú, por ejemplo, la muchacha de rojo? ¿Ustedes son venezolanos? Del Zulia ¿De dónde más hay aquí? ¿Dónde están los suramerica-nos? Brasil está aquí, norteamericanos. Allá están unos muchachos de otros países.
Bueno, hoy ustedes deben salir al mundo y todos nosotros a la esquina, al campo, a la calle ¿a qué? a pregonar la buena nueva decía Cristo. A tomar esto como un juramento hoy 200 años después del Monte Sacro, como un compromiso supremo de dedicarle todos los días que nos quedan de vida, todas las noches que nos queden de vida al compromiso adquirido de liberación.
No podemos tomar esto a medio tiempo, vacaciones para un revolucionario ¿vacaciones? No, do-mingo para un revolucionario. No hay domingo. Es una batalla. No se trata ni siquiera del Gobier-no tal o cual, no se trata ni siquiera de la diputación a la Asamblea Nacional ¿no?, ojalá fuera eso nada más. No se trata ni siquiera de las instituciones de nuestros países, no se trata ni siquiera de nuestra revolución, mucho más allá, insisto en la idea, y no estoy para nada exagerando compatrio-tas, se trata nada más y nada menos que de salvar al Planeta Tierra y la vida de las futuras genera-ciones, esa es nuestra tarea hoy, suprema tarea mucho más grande que la que Bolívar asumió hace 200 años mucho más grande, mucho más comprometida; aquellos hombres podían pensar en si-glos; Bolívar podía darse el lujo de pensar en siglos no había entonces el grado de destrucción del Planeta que hoy tenemos, el grado de contaminación, el grado de demolición de la vida, no había el grado de miseria y de pobreza.
Yo creo que los esclavos de entonces y que me perdonen ellos donde estén vueltos polvos, pero yo creo que los esclavos de entonces vivían mejor o menos peor que los pobres que viven hoy en la mi-seria.
Bolívar fue amamantado por una negra esclava por ejemplo, el mundo se cae a pedazos.
Cada tres segundos muere un niño de hambre en el Planeta.
El Sida está acabando con países enteros, hay países del Africa cuya población está contaminada por el Sida por encima del 70% y el imperialismo norteamericano gastando miles de millones de dólares en armas invisibles, en aviones invisibles y en unos aviones trasbordadores que van allá a una estación y quieren llegar a la Luna, será que ellos creen que en trasbordador se van a ir cuando se esté acabando el Planeta a vivir en otro Planeta, a vivir en la Luna.
Así que esa otra super potencia mundial tenemos que impulsarla, fortalecerla, a través de la con-ciencia, asumiendo este compromiso multiplicándonos nosotros, somos millones saben, en el mun-do somos millones, vamos asumir la conciencia de que somos mayoría en el mundo y lo somos. No podemos permitir que una minoría destroce a la mayoría, que una minoría enceguecida destroce al Planeta y no destroce sólo a la mayoría que hoy somos, sino destroce el potencial de vida para los próximos siglos, eso no podemos permitirlo.
Esa otra super potencia al decir de Noam Chomsky está levantándose, las grandes manifestaciones contra la guerra en Iraq fueron un asomo en el horizonte. Las grandes manifestaciones contra la globalización neoliberal desde Estados Unidos pasando por Genova y por todas partes. Me decía Lula hace unas noches, que el fue a la Reunión del G-8 fue invitado y estuvo allá, y me decía que lo montaron en un helicóptero y viajaron, viajaron y viajaron hasta no sé dónde, allaaaá lejos de unas montañas más allá, fueron a reunirse los presidentes del G-8 porque no hay ciudad hoy en el mun-do que resista una reunión del G-8 se le viene encima el pueblo, se le viene encima la otra super po-tencia mundial, le tienen miedo a los pueblos.
Y, Lula me cuenta que fue después a París a dar una charla no sé en qué universidad y lo dijo: algo malo está ocurriendo aquí, algo malo está ocurriendo ¿Por qué? porque se reúnen los presidentes de los países más poderosos de la tierra y anuncian –esto es muy importante el comentario del compañero Lula, es un análisis bien, bien agudo- anuncian al mundo que se van a reunir para con-tribuir con la disminución de la pobreza, que se va a reunir para buscar fórmulas para aliviar la po-breza en Africa.
Eso es lo que ellos dijeron al mundo. Se supone que los pobres del mundo deberían aplaudirlos. Por qué no se reunirán en el corazón del Africa por ejemplo, si van ayudar a los africanos vayan al Afri-ca para que los aplaudan, algo extraño está pasando.
Si quieren ayudar a los pobres de América Latina como dicen, porque no vienen a reunirse aquí en Caracas o en Río de Janeiro, Buenos Aires o en La Habana.
Si quieren ayudar a los pobres del mundo denle la cara, no están escondidos se esconden. Se reúnen ahora en protaaviones, creo que están preparando un submarino para reunirse allá, bajo las aguas del Atlántico, le tienen miedo a los pueblos. Ah, esto significa otra cosa, que ya los pueblos no se tragan las mentiras de que ellos se reúnen para ayudar a los pueblos a derrotar la pobreza, esa es la otra super potencia mundial, abonémosla, porque esa super potencia mundial puede ser la clave para salvar al mundo yo sí lo creo, y además puede permitirnos el tránsito hacia un nuevo orden, ahora sí, Bolívar lo llamaba recorriendo el sendero aquel que usted me señaló el equilibrio del uni-verso, decía Bolívar.
El mundo pluripolar esa otra gran super potencia mundial que es la opinión pública, puede ser el combustible para frenar por una parte las pretensiones hegemónicas del imperialismo norteameri-cano y apurar el surgimiento de nuevos polos de fuerza aquí en Suramérica en el Caribe, allá en la Europa, allá en el Africa, allá en el Asia es un tránsito hacia el nuevo orden internacional multipolar pluripolar de equilibrio universal, sólo así pudiéramos estar despejando la misteriosa incógnita del mundo por decirlo así, en libertad en equilibrio en paz en igualdad.
Creo que Bolívar nos dejó parte de la fórmula diseñada y él trató aquí de llevarla a la práctica, de hacerla realidad más no pudo, más no pudo; aunque él cumplió su juramento, el juramento lo que hizo fue incrementarle por dentro el compromiso, miró lejos y miró alto Simón Bolívar y por eso terminó defraudado “he arado en el mar”, Jesucristo, Don Quijote y yo, los tres grandes majaderos de la historia.
El sendero que usted me señaló hoy está vivo y vibrante, 2005 decía yo hace pocas semanas, el 5 de julio pasado desde la Asamblea Nacional.
Invito a los venezolanos, invito a todos mis compatriotas y con todo mi respeto por extensión a mis hermanos de América Latina y del Caribe, a que asumamos, en primer lugar los venezolanos, que hemos levantado las banderas de Bolívar como correspondía hacerlos a nosotros, que hemos deci-dido continuar el sendero que usted me señaló.
Porque ese sendero alguien pudiera decir que el sendero continuó abierto, el sendero fue tapeado seguramente, el sendero se enmontó, se encerró y se lo tragó el monte en la senda del olvido el tiempo y la distancia, la traición y la inconciencia.
Cuando Bolívar fue traído aquí, a Caracas en 1842, ya se había afianzado aquí la oligarquía conser-vadora, y llegó Bolívar por allá por La Guaira y cuentan que el general Urdaneta anciano ya, se pu-so sus galas y comandó la parada y se fue el pueblo a las calles a recibir el féretro que subía de La Guaira por el viejo camino de Los Españoles y lo llevaron y lo dejaron aquí, no existía todavía el Panteón Nacional hasta 1876 fue traído al Panteón Nacional.
Pero ese es el mismo sendero, cuando Bolívar llegó vuelto cenizas a la Caracas de 1846, como ya he dicho, se había consolidado la contra revolución. Salieron a cantarle seguramente quiénes lo trai-cionaron, salieron a rendirle tributos y a colocarle flores a sus restos quienes lo traicionaron. 1842 apenas cuatro años después comenzó a surgir por aquí por las sabanas de los Valles del Tuy, un nombre y corría de boca en boca, era un rumor que crecía, algunos decían es Boves que vuelve, otros decían que traigan por las bridas un potro de pólvora y tormenta porque Ezequiel Zamora ya despierta y hay una tempestad por los caminos, era Zamora que volvía a levantar la esperanza de un pueblo traicionado, Bolívar hecho cenizas, pero Zamora seguía el sendero que usted me señaló.
Y luego la Guerra Federal en 1858 y Bolívar aquí hecho cenizas. Y luego muere Zamora y se vuelve cenizas junto a él, pero el sendero siguió vivo y abierto el que usted me señaló, para lo grande lo sublime y lo hermoso.
Luego el Siglo XX y luego las traiciones y luego el imperialismo norteamericano y luego el petróleo, y luego colonia, y luego el 58 el 23 de Enero y una nueva traición y luego el Pacto de Punto Fijo y luego las revueltas populares, y luego la guerra revolucionaria y luego el Juramento del Samán de Güere 17 de diciembre de 1982 inspirado en el Juramento del Monte Sacro –me da mucho gusto te-ner aquí al General de División Raúl Isaías Baduel y recordar aquella tarde del Juramento del Sa-mán de Güere, junto a Jesús Urdaneta y el catire guariqueño, Comandante Bolivariano Felipe Acosta Carlez, y luego “El Caracazo” y el grito de rebelión de un pueblo y luego la madrugada enrojecida del 4 de febrero de 1992 siguiendo el sendero que usted me señaló. Y luego el 27 de no-viembre y luego el pueblo y luego el 6 de diciembre de 1998, y luego el 2 de febrero de 1999 y luego la Constituyente la Nueva Constitución y luego la revolución y luego la contra revolución y el im-perialismo y luego el golpe de Estado y luego la rebelión popular militar que barrió una tiranía en menos de 48 horas, y luego el sabotaje petrolero, la arremetida imperialista contra nuestro pueblo y un pueblo heroico siguiendo el sendero que usted me señaló, y luego el referendo del 15 de agosto hace hoy 365 días y el grito de Florentino por el ancho terraplén, Zamoros de la Barrosa del alcor-nocal de abajo ahora verán señores, al diablo pasar trabajo. Y, luego éste día de hoy, 200 años del Juramento del Monte Sacro.
Han pasado 200 años, han pasado 200 cosas, han pasado 200 revoluciones y aquí estamos hoy com-pañeras, compañeros, hermanas y hermanos asumiendo el compromiso.
Hoy yo llamo a todos que nos alimentemos este día de hoy con este calor, con esta brisa, con esta fuerza, con esta pasión; nos alimentemos aún más y nos dispongamos a transitar a partir de hoy lo que yo comentaba en la Asamblea Nacional el 5 de julio, el ciclo bicentenario, el ciclo bolivariano bicentenario.
Hace 200 años un día como hoy comenzó un ciclo. Como dijo Augusto Mijares ese insigne escritor venezolano, es de Augusto Mijares la frase: “El 15 de agosto de 1805 –o corrijo la frase- el 24 de julio de 1783 nació Simón Bolívar, el 15 de agosto de 1805 nació el Libertador. El Libertador de Suraméri-ca nació un día como hoy hace 200 años, cuando juró en el Monte Sacro no dar descanso a su brazo ni reposo a su alma, hasta libertar la patria de la cadena de los imperios en el Monte Sacro no dar descanso a su brazo ni reposo a su alma, hasta libertar la patria de la cadena de los imperios de ayer, de hoy y de siempre.
Celebremos hoy pues los 200 años del nacimiento del Libertador Simón Bolívar como hace 22 años celebrábamos el Bicentenario del Nacimiento de Simón Bolívar, el Niño Simón Bolívar del hombre Simón Bolívar, del infinito Simón Bolívar un día como hoy hace 200 años comenzó el ciclo del Li-bertador, terminó en 1830 ¿no?, continuó y aquí lo tenemos hoy como dice Alí Primera.
Invito a los venezolanos a que nos impulsemos sobre la más grande de nuestras pasiones, sobre lo más sublime de nuestras ilusiones, sobre lo más infinito de nuestros amores, de nuestros sueños y esperanzas para que a partir de hoy comencemos a transitar el Ciclo Bicentenario desde hoy hasta 1830, o mejor dicho hasta el 2030 para que en estos próximos 25 años terminemos de descifrar la misteriosa incógnita, si, yo había dicho que me retiraba el 2021 pero no, he corregido la fecha, hay que seguir hasta el 2030 ¿si? Para que evitemos el estigma de Santa Marta para que no vayamos a repetir nunca nosotros “hemos arado en el mar” para que recordando a Fidel Castro como lo recor-dábamos en su cumpleaños antier, Fidel Castro hace poco en un discurso el 26 de julio cometió una travesura más, una travesura que a mí me lo asemeja cuando las hace, a aquel personaje yo lo he di-cho de Gabriel García Márquez en “Cien Años de Soledad” José Arcadio Buendía, el que inventó la máquina del tiempo y todo aquello.
Fidel Castro terminó ese discurso del 26 de julio recordando su frase, pero me metió a mí en el lío ahora, y aquella frase que él lanzó en su momento “condenadme no importa, la historia me absol-verá” y entonces ahora dijo, me metió a mí, medio siglo después José Arcadio Buendía.
Me mandó a nacer antes de que yo naciera, porque yo no había nacido cuando eso y terminó di-ciendo “nos acusan a Chávez y a mí, de desestabilizar el continente” No importa “Condenadnos la historia nos absolverá”.
Pero yo he dicho, y como el próximo sábado debo estar en Cuba, Dios mediante en la graduación de la Primera Promoción de Médicos de la Revolución Bolivariana y la Revolución Cubana, enton-ces estoy adelantando algunas de las cosas que vamos a conversar.
Porque Fidel Castro sin duda que ya está absuelto por la historia. Así que no es justo que él me in-cluya en esa expresión ¿no? el lo dijo en su momento “condenadme no importa, la historia me ab-solverá”. Hoy quién puede dudarlo, Fidel. Ya tú estás absuelto por la historia, yo no, no me metas ahí todavía.
En el 2030 si Dios quiere y la Santísima Virgen entonces sí estaremos, si hacemos lo que tenemos que hacer, estaríamos en condiciones de venir aquí a decirle al mundo junto con Fidel, no importa lo que hayan dicho, aquí estamos frente a la historia, absueltos por la historia.
Entonces sí podremos venir aquí a decir no hemos arado en el mar. Entonces si podemos decir con Bolívar, a Simón Rodríguez “hemos seguido el sendero que usted nos señaló” y entonces si pudié-ramos irnos a descansar un poco, mientras tanto les digo para despedirme este día memorable de ustedes.
Mientras tanto no hay descanso, mientras tanto para seguir el sendero que usted me señaló, tene-mos que decir con Bolívar “Juro que no daremos descanso a nuestros brazos, ni reposo a nuestras almas hasta que hayamos librado a nuestro pueblo de las amenazas del imperialismo norteamericano, y hasta que hayamos despejado la fórmula misteriosa del pueblo en libertad para seguir el sendero que él nos señaló”.
Buenas tardes señor presidente, buenas tardes señores diputados, señoras y señores. Muchas gra-cias.