A mayor velocidad de la que se acelera el deshielo en la antártica, ya se está en un preacuerdo, entre Marcel Granier y Teodoro Petkoff, con el único fin de acabar con la Revolución Bolivariana. El primero propulsor de la aprobación de la Deuda Privada Externa, en el año 1984, cuando el patético gobierno de Ibañez Dixi y el segundo propulsor de la eliminación de la retroactividad en las prestaciones sociales de los trabajadores, cuando el gobierno pimentón.
"Ambos dos", como diría el pueblo, aspirantes sempiternos de la silla de Miraflores, uno en el grupo Roraíma y el otro, en el grupo de los zurdos, más no de izquierda. Ambos más fríos que el Polo Norte, no dan pie con bola y piensan que en base a su dios, el billete, engañar al pueblo venezolano.
Señores, por favor, sean serios; comiencen a decir la verdad, si quieren repuntar en las encuestas, que no es en el pueblo, porque no tienen vida en el pueblo.
No sólo por lo más arriba indicado, que ya es bastante, sino que Marcel Granier, para el momento del golpe, hizo ostensible su apoyo incondicional, a la felonía al pueblo, no sacando, a la luz pública, lo que ocurrió en las calles de Venezuela para el 12 y13 de abril de 2002 y por el contrario, condenó al ostracismo total aquellos acontecimientos históricos, silenciando sus medios informativos, deliberadamente, sobre los acontecimientos.
Petkoff, por su parte, con el panfleto que regenta, se limitó a tratar de afianzar, en la mente de los ciudadanos, lo que, macabramente, se monto en el arrebato momentáneo de Miraflores y se implantó en las calles: represión, persecución, cárcel y asesinatos.
En este cónclave, falta una pata, que es la de Carlos Ortega, vayan a buscarlo en la cárcel, o si no pueden buscar a otro, Antonio Rios, sobre todo, porque éste también fue director del B.C.V., cosa que lo hace colega de los otros dos; Dios los cría y ellos se juntan.
