Las declaraciones del Presidente Hugo Chávez a la corresponsal de CNN ponen al descubierto los planes concretos del imperio contra nuestra nación. Ha dicho el Presidente que existen en el Pentágono borradores de guerra contra el país, que incluyen ataques contra Caracas, Maracay y Valencia, contra la riqueza petrolera localizada en el occidente, el oriente y el Orinoco.
Las dramáticas afirmaciones del Primer Mandatario nos obligan a profundizar el debate sobre los alcances de nuestro pensamiento estratégico militar y sobre la responsabilidad y los deberes de cada uno de los ciudadanos frente a los desafíos que se derivan de esta compleja y delicada coyuntura.
Por tal razón quiero dedicar esta columna a plantear algunas tésis sobre la Nueva Doctrina Militar Bolivariana y dejar para la próxima entrega la revisión de otros antecedentes de la Guerra de todo el Pueblo, dentro del plan de exposición que nos hemos trazado y que tiene como objetivo llevar este debate a los mas amplios sectores de la sociedad civil venezolana.
La Doctrina Militar Bolivariana reflejada en la Defensa Integral de la Nación, como estrategia para blindar el proceso de cambios revolucionarios de nuestra sociedad, es un gran salto en la determinación y definición de una nueva concepción estratégico militar, entendida como las ideas, los análisis, los planteamientos y las recomendaciones alrededor de los problemas específicos de la defensa de la nación y la Fuerza Armada Nacional.
La Nueva Doctrina Militar Bolivariana establece claramente una política de seguridad y defensa nacional acorde con nuestros valores políticos plenamente identificados con el socialismo del siglo XXI; a las realidades geográficas, y a las nuevas realidades socio-económicas.
Dado que en la actual coyuntura histórica, nuestra nación y su determinación soberana de transformar de manera radical las estructuras políticas, sociales, económicas e internacionales tradicionales, es objeto de una abierta agresión por parte de un gran poder, como es el de la potencia imperialista americana, que pretende, además, apoderarse de recursos e instalaciones económicas nacionales, la concepción estratégico-militar expresada en la Nueva Doctrina no hace cosa distinta que asumir tal hecho incontrovertible. Esto es así por la sencilla razón de que nuestra supervivencia y progreso exigen mayores esfuerzos y elaboración de estrategias a largo plazo, a las cuales no estábamos acostumbrados porque la vieja dirigencia puntofijista se encontraba absorbida por otros menesteres intrascendentes.
Tal como lo señalo el Presidente en la entrevista ya mencionada, nuestra nación es objeto de simulaciones macabras de guerra del señor Bush. para nosotros, desde luego, el problema de como evitar, mitigar o posponer un conflicto con un poder superior, por otra parte, de como resistir una fuerza superior con un sistema de defensa tan complejo y de tantos recursos como el norteamericano, debe ser considerado a la luz del interés que persigue el Gran poder en este caso concreto. La capacidad de nuestro "pequeño estado" para evitar, mitigar o resistir este tipo de conflicto depende de nuestras posibilidades de crear, para el oponente yanqui, una contradicción entre las ventajas de llevar el conflicto hasta el fin y las ventajas de tomar otra alternativa. En la esfera política esto significa la capacidad de crear o estimular un interés común para ambos estados. En el campo militar esto significa tener la habilidad de disuadir al adversario.
Para la Republica Bolivariana de Venezuela, como importante país productor de petróleo y como emblema de la movilización antiimperialista latinoamericana, estos problemas son de una enorme trascendencia en estos momentos. Con la agudización de todas las contradicciones, particularmente en el plano energético mundial por el alza de los precios, se han acelerado los planes militares de contingencia imperialista para seguir invadiendo y ocupando países productores de hidrocarburos. El hambre petrolera enloquece al imperialismo. Obviamente todos estos planes tienen a Venezuela como objetivo prioritario, y la hipótesis de un ataque contra nuestra nación es un secreto a voces.
Ante tal realidad nos ha llegado la hora de estudiar en forma sistemática y en todos los ámbito de la sociedad civil, la estrategia del ataque imperialista, particularmente a raíz de una crisis internacional originada por el antagonismo gringo frente a nuestra revolución y nuestra riqueza petrolera.
Frente al enorme poder tecnológico y militar norteamericano, que quiere imponer a como de lugar su arbitraria voluntad, aparentemente nosotros no tendríamos ninguna posibilidad, según la tesis puesta en boga por los escuálidos. Pero se les olvida que la guerra es un hecho político, y como lo demostró, por ejemplo, la guerra de Vietnam, y lo está demostrando la guerra en Irak, el poder de los grandes también tiene sus limites. Para un Estado mediano como el nuestro, las posibilidades de defensa ante un poder superior son directamente proporcionales a su capacidad de imponer costos políticamente inaceptables a un agresor. La habilidad de disuadir un agresor potencial depende a su vez de la credibilidad que a los ojos del gran poder tenga nuestro sistema de defensa.
La experiencia de países como Suecia y Suiza, sugiere que el Sistema de Defensa Territorial y una Fuerza Armada Ampliada con la ciudadanía (en nuestro caso con la reserva Militar Bolivariana) tiene un alto poder disuasivo ante cualquier adversario. Si toda nuestra nación esta dispuesta a defenderse y a pagar el costo que sea necesario para proteger la soberanía, el dilema político se acrecienta para el agresor.
En Vietnam como ahora en Irak, el imperialismo norteamericano se encontró y se ha encontrado con un pueblo dispuesto a pagar costos muy altos, humanos y materiales, para lograr sus objetivos. La prolongación indefinida de una guerra impopular era y es insostenible domésticamente para el Estado imperialista, mas ahora con el desastre social, económico y político ocasionado por el huracán Katrina.
La voluntad de fuerza de nuestro pueblo es patente y así lo recoge la Nueva Doctrina Militar Bolivariana, la que asume de manera explicita el Sistema de Defensa territorial (descartando, por ahora, la guerra convencional prolongada y la guerra convencional de corta duración), que es el que mas se acerca a esta materialización de la voluntad revolucionaria de defensa nacional.
La Defensa Territorial es una doctrina estratégica cuyo fundamento es la preparación de la población para la lucha a "profundidad", utilizando varios medios de combate, incluida la acción guerrillera. Es un tipo de doctrina manifiestamente defensiva, que hace una combinación de factores cuantitativos y cualitativos (materiales y no materiales), dando énfasis a estos últimos en la configuración de nuestra fuerza militar. No se basa en bombardeo estratégico de ciudades y centros industriales, y facilita la resolución del problema de nuestra independencia política. La adopción de este sistema de Defensa territorial implica comprometer a nuestra nación y su pueblo entero, en forma muy concreta y directa (como combatientes) a resistir el agresor, lo cual se supone acrecienta nuestra capacidad disuasiva frente al potencial invasor (la voluntad de defensa de toda la nación se reafirma de manera concreta al convertir de hecho a la mayoría de los ciudadanos en combatientes). Desde luego la Defensa Territorial no excluye la existencia de un ejercito regular, ni tampoco acciones militares convencionales y defensa "frontal" en líneas de batalla claramente definidas. Suecia Y Suiza son Estados que han desarrollado muy avanzados sistemas de defensa en los cuales la Doctrina de defensa Territorial juega un papel fundamental. La forma organizativa (estructura de fuerza) requerida para la Defensa territorial es el ejercito de ciudadanos, del cual las formaciones regulares permanentes constituyen el "esqueleto". La "guerra territorial" envuelve, por definición, a toda una nación y su Estado, con su población y su territorio. La guerra territorial, obviamente, exige una gran cohesión del pueblo que la lleva a cabo.
Quiero destacar que esta "concepción estratégica" conlleva una combinación de los elementos cuantitativos y cualitativos, con un mayor énfasis en estos últimos. Tal combinación no hace sino reflejar nuestra tradición histórica, las actuales circunstancias políticas de la nación, el contexto económico-industrial-tecnológico, las realidades presupuestales, el marco sociocultural y las posibilidades de recursos humanos. Desde luego, refleja la característica de la amenaza mas probable que se cierne sobre nuestra patria en el terreno militar, pues el poder militar no es absoluto ni existe en un vacío, y tiene que medirse no solo en relación a las condiciones y capacidades internas de un Estado, sino también con respecto al poderío de sus posibles adversarios.
Tal como lo señalo el Presidente Chávez en la entrevista mencionada, una agresión imperialista con absoluta superioridad en poder de fuego, y con el objetivo de capturar varios centros vitales de nuestra economía petrolera y de la política nacional, es un escenario bastante factible y muy complicado. Ante esas circunstancias el liderazgo bolivariano y la FAN deberán estar física y psicologicamente dispuestas a llevar adelante, si es indispensable, dos tipos de maniobra: en primer lugar, al darse la agresión, reaccionar con todo el poderío militar nacional para inflingir en forma rápida altos costos al agresor, con la intención de persuadirle a retirarse ante una prueba contundente de la destreza de la nación para tomar en sus propias manos la defensa de los intereses revolucionarios y nacionales. Si esto falla y el adversario logra posesionarse de sus objetivos y derrotar a nuestra FAN en las batallas iniciales, seria necesario dar inicio a una resistencia guerrillera prolongada, desde otras zonas del país, con todo lo que esto conlleva. Como crear bases para que este tipo de resistencia sea factible y efectiva. Esta resistencia prolongada, desde el punto de vista militar, ya no tendría un carácter convencional, sino que se desarrollaría con métodos no ortodoxos (guerrilla, sabotaje, etc.); y su naturaleza seria esencialmente política.
Por tal razón este debate que venimos planteando sobre la Guerra de todo el Pueblo, para hacer frente a la agresión de la potencia norteamericana y hacer la correspondiente planificación militar, debe ser muy dinámico para que tome en cuenta factores cualitativos y cuantitativos, y de adecuado énfasis a los aspectos no-materiales, tales como la calidad del elemento humano, su nivel de entrenamiento y motivación, su organización y liderazgo, y su concepción estratégico-militar, que es la que en última instancia debe definir planes, estructuras y composición. Todo lo cual esta adecuadamente recogido en la Ley orgánica de la FAN, que en la actualidad se tramita en la Asamblea Legislativa, y de la cual nos ocuparemos posteriormente una vez halla sido aprobada y convertida en Ley de la Republica.
Por lo pronto, la Ley Orgánica de la FAN recoge cabalmente el pensamiento estratégico condensado en la Nueva Doctrina Militar Bolivariana y a partir de allí traza: a) la organización de la FAN (sus componentes de aviación, marina de guerra, ejercito, reserva, guardia nacional y guardia territorial, y sus respectivas subdivisiones: escuadrones de bombarderos e interceptaciones en la aviación, hangares de superficie y submarinos en la armada, artillería, infantería, paracaidistas, ingenieros, blindados y tropas especiales, etc.); b) el equipamiento de la Fuerza Armada (qué sistemas de armamentos son los mas adecuados en vista de los requerimientos concretos el país, de sus condiciones internas y sus hipótesis de guerra); y c) la doctrina de guerra propiamente dicha de la FAN, que en este caso es de Defensa Territorial.
Doctrina para la cual la siguiente formulación de Mao es bastante esclarecedora: "En otra palabras, ustedes se apoyan en el armamento moderno y nosotros en las masas populares con una alta conciencia revolucionaria; ustedes ponen en juego su superioridad y nosotros la nuestra; ustedes tienen sus métodos de combate y nosotros los nuestros. Cuando ustedes quieren atacarnos, no les permitimos hacerlo y ni siquiera encontrarnos. Pero cuando nosotros los atacamos a ustedes, damos en el blanco, les acertamos golpes certeros y los aniquilamos. Cuando podemos aniquilarlos, lo hacemos con toda decisión; cuando no podemos aniquilarlos, tampoco nos dejamos aniquilar por ustedes. El no combatir cuando hay posibilidades de vencer es oportunismo. El obstinarse en combatir cuando no hay posibilidad de vencer es aventurerismo. Todas nuestras orientaciones estratégicas y tácticas se basan en nuestra voluntad de combatir. Nuestro reconocimiento de la necesidad de marcharnos se basa ante todo en nuestro reconocimiento de la necesidad de combatir. Cuando nos marchamos lo hacemos siempre con miras a combatir, y a aniquilar final y completamente al enemigo. Solo apoyandonos en las amplias masas populares, podemos llevar a la práctica esta estrategia y esta táctica. Y ampliandola, podemos poner en pleno juego la superioridad de la Guerra Popular y constreñir al enemigo a la posición pasiva de ser golpeado, por superior que sea en equipos y sean cuales fueren los medios que emplee, conservando siempre la iniciativa en nuestras manos.".