Después de la ύltima cifra (10) de asesinatos por parte de las hordas fascistas en Venezuela, alentadas por los poderes económicos y financieros de ese país, sus representantes políticos y culturales (M.U.D. y medios corporativos) y por supuesto “la Embajada”; un nuevo echo de similares características se ha hecho pύblico por alguna prensa, tal vez por que son dos figuras conocidas en el medio artístico y televisivo. Winston Vallenilla y Roque Valero, ellos y sus familias, fueron agredidos verbalmente y amenazados salvajamente, por una horda de criminales engabillados, en la ciudad de Lecherías, en el centro-oriental Estado de Anzoátegui.
La ύltima víctima fatal del aquelarre fascista del 15 de abril fue Gerardo Rico, militante chavista como los otros nueve. Gerardo agonizó por 23 días, luego de ser literalmente linchado por un grupo de inadaptados sociales, turba, lumpen, desclasados, el caldo de cultivo y la materia prima que usa, en muchos casos, el capitalismo para retrotraer o frenar los procesos histórico-políticos, aquí, allá y también en Venezuela.
Cuando las clases dominantes hegemonizan el poder del Estado, esas clases saben muy bien que hacer con esos sectores de desclasados y mediante las fuerzas represivas acometen la “limpieza social”, lo que es conocido de sobra en Nuestra América. Las oligarquías saben de memoria que mientras no se realice una verdadera transformación en el imaginario colectivo de una sociedad, mientras no se construya una fuerza popular hegemónica, una revolución cultural; siempre surgirán estos sectores de conciencia transvestida, funcionales a sus intereses minoritarios.
Con el fascismo no se puede ser magnánimo, serlo es jugar a la ruleta rusa, tener vocación de suicida, ideario de mártir en vez de héroe; aunque uno y otro camarada se desgañite con eso de “viviremos y venceremos”.
La libertad de expresión tiene un límite que ni es difuso, ni es borroso, ni le entra ninguna subjetividad. Benito Juárez acuñó frases de profundidad, para entender las realidades interpersonales como entre naciones: "Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz", “Mi libertad termina cuando comienza la del otro”.
El resto, es violencia criminal y los actores que la llevan a cabo tienen que ser repelidos, neutralizados, sancionados o eliminados; dependiendo las circunstancias particulares de cada caso, y el escenario de los acontecimientos.
Me pregunto, cómo fue posible que estas turbas fascistas incendiaran CDI’s (Centros de Diagnóstico Integral), centros partidarios del PSUV, Mercales, nuevas urbanizaciones populares (Petrocasas), residencias familiares de chavistas, asesinaran a 10 camaradas, asaltaran casas de miembros del CNE. Dónde estaba la GNB, cómo funcionan los organismos de inteligencia del Estado venezolano (espero que su horario laboral no sea de 8 a.m. a 3 p.m., de lunes a viernes), las policías estadales y municipales, la PNB (Policía Nacional Bolivariana), etc.
Cómo fue que los órganos de seguridad y los organismos de inteligencia del Estado no supieran lo que iba a pasar luego de la aparición de Tibisay Lucena, con el anuncio de los porcentajes irreversibles. Es que acaso los organismos de seguridad del Estado venezolano no tienen fuerzas de acción inmediata. ¿Se imaginan una invasión gringa? Imagínenselo, porque ésta es una, desde dentro.
El Estado para ser Estado tiene que ser el garante de la seguridad y el monopolio hegemónico de la violencia, si no lo es, no es nada.
Me pregunto qué está pasando con las investigaciones sobre esos 10 asesinatos, sobre la destrucción del patrimonio del Estado y de las comunidades organizadas, las Comunas. ¿Qué está haciendo la Fiscalía del Estado, el Tribunal Supremo de Justicia, la Defensoría del Pueblo?
Me da la impresión que muy poco, por una sencilla razón, al lumpen le aterroriza el peso contundente de la ley, le aterroriza enfrentarse a una GNB que verdaderamente defienda con todas sus armas, la vida, la paz y las propiedades de la Nación y de sus ciudadanos.
Si esto continύa, es por que estos sectores minoritarios están cebados y no sienten el peso del Estado. El Estado está ausente, y esto sí que es peligroso para el proceso revolucionario.
Para finales del 2007 escribí un artículo –“Ante el terror fascista la violencia revolucionaria”-, en circunstancias bastante parecidas. En esa ocasión fue sobre el accionar de los “manitas blancas”. Los muchachos de la “Otpor” y los discípulos de Gene Sharp. ¿No son los mismos protagonistas en la tragedia del 15 de abril?
Escribí en ese artículo: “Me llama profundamente la atención que en Venezuela se maneje, se acepten y se perpetúen por el uso, inclusive en medios revolucionarios, términos que son parte del lenguaje con el cual la oligarquía venezolana, la administración genocida de Washington y sus lacayos europeos, quieren interpretar y que se interprete globalmente la realidad de ese país. A los grupos fascistas que llaman al linchamiento, al ajuste de cuentas y a incendiar el país se los define como “oposicionistas”, se los legitima en la retórica para luego legitimarlos en la calle, o tener, con ellos, una conducta por lo menos tolerante y de entendimiento. También se los designa como “antichavistas” como si el fin ύltimo de estos grupos asociados, de segunda categoría (gringos de orilla), al Proyecto Imperial para Venezuela, fuera sacarse de encima a un hombre y tuvieran para ello que arriesgar la vida contra una dictadura personalista o un caudillo autócrata. La realidad es que detrás de lo que venimos viendo en estas últimas semanas en Venezuela está la lucha por el poder.”
En otros parrafos: “El llamado a la conciliación, a la tolerancia, a la discusión, al dialogo y a la “armonía de clases”, hasta con los sectores más retardatarios de la sociedad venezolana y aύn con los que estuvieron directamente implicados en los hechos de “Abril 2002” y del “Paro petrolero”, podríamos decir que ha dado cierto rédito positivo para el campo nacional y popular venezolano (viendo la dinámica del proceso a partir de esa etapa histórica) e incrementado el perfil de estratega carismático de Hugo Chávez. Lo que no está claro es, hasta cuándo ésta estrategia saldrá victoriosa una y otra vez.”
“Si hoy los grupos fascistas quieren incendiar el país, qué pasará cuando en 3, 5 o 10 años la comunidad venezolana articulada bajo el proyecto dinámico bolivariano y revolucionario del “Socialismo del Siglo XXl” llame a profundizar los cometidos transformadores de una sociedad más revolucionariamente democrática.”
El Estado tiene que hacerse presente (de verdad), con sus órganos represivos, tiene que llevar a la práctica los protocolos de detención, arresto, juicio y castigo.
El Estado tiene que hacerce presente en forma inmediata, para reprimir con toda la fuerza que le da la ley, a las bandas que queman hospitales, linchan ciudadanos por su posición política, incendian centros culturales y políticos de un signo diferente.
Cómo puede ser que dos familias hayan estado secuestradas en un restaurante de Anzoátegui por aproximadamente 4 horas, por que a un grupo de inadaptados y violentos, se les dió la gana mantenerlos en esa situación. ¿Dónde estaba la Policía de ese Estado?
El Estado también tiene que sancionar a los responsables intelectuales de los sucesos a partir del 15 de abril, hasta éste ύltimo contra las familias Vallenilla y Valero, por que son una continuidad de la espiral de violencia fascista.
Qué se está esperando para bloquear las cuentas bancarias de los Henrique Capriles, los Leopoldo López, los Henry Falcón, las Corina Machado, los Julio Borges, los Antonio Ledezma, los Ramos Allup, los Ismael García, los J.J. Rendón, etc.
Cómo es que se los deja salir del país, facilitándoles el trabajo de conspiración a nivel internacional, que están llevando a cabo.
Cómo no se les han expropiado ya, sus industrias, sus establecimientos ganaderos, sus comercios, sus bancos, financieras, embotelladoras, y productoras de alimentos; bajo el amparo constitucional de “intereses fundamentales de la Nación”.
No señores, el crucifijo del 2002, la estampita de la Virgen de Chiquinquirá, o la de Coromoto, son una cosa y otra, son los deberes del Estado; y no me vengan con vainas.
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