Los tantos siglos de explotación de nuestros recursos naturales, principalmente por el sistema capitalista y por otroras países socialistas, quienes en alguna medida emularon los modelos occidentales de desarrollo científico-tecnológico, de extracción y dominación de los recursos naturales, no entendieron, como lo veremos más adelante, que la variable ambiental en los procesos de desarrollo de las fuerzas productivas reclamaría perennemente su espacio básico de interacción y acción para el avance de las nuevas sociedades que estamos obligados a crear y consolidar sobre la base del nuevo socialismo del siglo XXI.
Este, como norma de la nueva producción social que aceleradamente se trata de construir en Venezuela inspirado en las misiones, endogeneidad, en los procesos generados por la economía social y solidaria, en la Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela, entre otras cosas, además de caminar hacia la igualdad social y la justa distribución del ingreso, debe avanzar con el agregado de una democracia ecológica, la cual hasta ahora no ha sido lo suficientemente explícita en el grueso accionar de la revolución bolivariana. A pesar de que en este proceso de cambio social, la participación de las comunidades organizadas es transversal a todo el accionar del avance social y económico, también la participación es la base de entender la verdadera dinámica ambiental y sus implicaciones políticas y sociales.
Entendemos y no perdemos la esperanza revolucionaria, que en los inéditos procesos de participación que se gesta en la población venezolana, se valorará y brotará su racionalidad ambiental haciendo el esfuerzo en no depender de los mercados globales y avanzar en su auto organización con los elementales criterios de sustentabilidad. Desde esta perspectiva estamos convencidos surgirá la justicia como pilar de una organización social en la que se le da a cada persona, familia, comunidad de acuerdo con sus necesidades y no según sus ambiciones.
Es necesario en nuestra sociedad venezolana que aprendamos a valorar los distintos momentos de derroche que comúnmente practicamos en nuestras casas, cocinas, trabajos, carros, compras, manifestaciones, concentraciones que apuntalan al sistema que, entre otras cosas, no es más que mantener y sostener la american way of life (producir, consumir y botar) en nuestra sociedad revolucionaria. No se trata de copiar ningún modelo societario de los establecidos, ni tampoco desmejorar las condiciones y los avances en lo que se refiere a la calidad de vida que hemos obtenido y aspiramos.
En materia de consumo y uso de los recursos naturales, creemos se trata de cómo poder lograr el mejor uso de los recursos haciendo uso de lo mínimo para alcanzar lo máximo con un gasto pequeño. Es cubrir racionalmente las necesidades esenciales humanas desde la perspectiva del desarrollo sustentable.
La Huella Ecológica.
De los avances que los movimientos sociales ambientales nos han proporcionado y nos han dado ha entender, es que esta amercian way of life la podemos medir con “la huella ecológica”, (HE) y de ella valorar el cumplimiento de nuestras necesidades esenciales. Este instrumento de contabilidad, desarrollada por Wackernagel y Rees (1996), indica la cantidad de tierra y agua que son requeridas para sostener a una población humana, en otras palabras, mide el consumo que un país (o ciudad o comunidad o individuo) hace de la naturaleza: cuánta tierra y agua ocupa para producir todo lo que consume y para absorber todo lo que desecha en su estilo de vida.
La HE es la sumatoria de la superficie de tierra ecológicamente productiva utilizada para:
• el consumo de energía fósil (expresada en la tierra requerida para absorber el CO²).
• construcciones (tierra degradada).
• jardines (producción casera de flores, frutas y vegetales).
• producción agrícola y pecuaria.
• pasturas para producción de lácteos, carne y lana.
• utilización de los bosques.
Actualmente a cada persona le corresponden 2 Hás para satisfacer sus necesidades. Se estima que para el año 2050 si la población humana alcanza los 10.000 millones corresponderán 1.2 Há/per cápita. La huella ecológica de los 6 billones de seres humanos que habitan el planeta es actualmente 30% más de todos los recursos que existen. Desde hace 35 años hemos venido utilizado el 100% de la capacidad de nuestros recursos naturales. Estamos sobrepasando la capacidad ecológica de la biosfera. Se mantiene una sobre utilización de los recursos naturales.
Observemos un ejemplo que tiene que ver con nuestra dinámica social y productiva. En términos de energía y degradación ambiental un venezolano consume 2463Kg (equivalentes de petróleo) y emite 5,2 TM de CO²(incluye tazas deforestación) Centeno 2000; tanto que un Nigeriano consume 722 Kg mientras emite 0,3TM. Afirmamos un venezolano consume más energía y libera más carbón que un nigeriano. La HE de un venezolano es de 4.0 y la de un nigeriano 1,0, es decir, un venezolano requiere 4.0 Has para conservar su estilo de vida y el nigeriano 1,0. Se observa un injustificado derroche de recursos naturales del venezolano con respecto al nativo del África.
Integrando los distintos valores que muestra la HE, el uso de energía y el producto nacional bruto per capita de los países, nos permiten inferir y realizar distintas valoraciones, resultando obvio entender las disparidades y desequilibrios entre los intercambios que se vienen dando entre países. Se entiende que muchos países capitalista, siguen exportando la capacidad ecológica de otros países. Continuamos con el agotamiento progresivo de nuestras bases materiales fundándose como las razones legitimas de las nuevas guerras que se nos avecinan por recurso naturales, como; el agua, la biodiversidad y la energía.
El capitalismo seguirá ejerciendo presión por usurpar y extraer más los recursos naturales. El nuevo socialismo del siglo XXI, además de racionalizar los recursos naturales y preservar sus bases materiales para las generaciones el futuro, también deberá aunarse a la protección y defensa de los mismos, como lo vienen haciendo los movimientos sociales frente la vorágine mercantilista neoliberal.
En la discusión del socialismo del siglo XXI no podemos excluir la inmensa gama de exigencias sobre los valores que vienen movilizando los movimientos sociales. Estos, a nivel mundial, son los responsables de una toma de conciencia sobre la explotación irracional de los recursos naturales, la degradación ambiental, la pérdida de los valores culturales y la destrucción de prácticas tradicionales. De la misma manera existe todo un debate sobre la desigual distribución de los costos ecológicos del crecimiento económico, la pobreza y la participación social en la gestión de los recursos en las comunidades. Como también en dichos movimientos existen propuestas frescas sobre los distintos procesos sociales de innovación tecnológica y organización productiva para la autogestión económica de sus recursos; sobre la reestructuración del Estado y la participación ciudadana en la organización institucional y en el proceso de toma de decisiones.
La endogeneidad ambiental.
Una de las ventajas que los movimientos sociales les lleva a los partidos políticos de izquierda de estirpe o no revolucionaria, es que los primeros han sabido situar sus luchas contra la exclusión social como sus trabajos en la clara disposición a los principios de sustentabilidad.
La dirigencia de izquierda revolucionaria es tímida y precaria, rehuye el debate ambiental con profundidad y acierto. En algunos espacios pueden utilizarlo a su conveniencia para después rechazarlo o aislarlo. No encontramos un debate fresco, transparente, formativo y unitario en relación a los dramáticos problemas ambientales que vivimos, haciéndose fácil su evasión.
Los revolucionarios y sus ideólogos del nuevo socialismo del siglo XXI no podrán evadir la temática ambiental, por cuanto allí en su esencia radican las bases materiales de todo lo nuevo que deseamos y aspiramos crear por y para las nuevas sociedades justas, ambientales e igualitarias que seguimos soñando y empeñados en construir.
Así mismo otra exigencia a los cuadros socialistas, es que deben, tocar fondo con criterios, juicios y nuevos razonamientos que se han venido haciendo hacia los movimientos sociales. Por ejemplo; se ha dado el caso en muchos dirigentes de izquierda de ubicar espacios consolidados de lucha agroecológica internacional, como plazas controladas por las transnacionales de los agroquímicos y de la transgénia. Acá no sólo se banalizan los avances de esta ciencia popular, también se expresa un diversionismo ideológico propios de dicha dirigencia y de su ignorancia supina, ante los logros del Movimiento Sin Tierra de Brasil, del Pelum del Africa, del Movimiento Agroecológico Latinoamericano en toda la Patria Grande, de Vía Campesina en todo el mundo, organización que es capaz de movilizar millones de campesinos por la consigna “globalicemos la lucha globalicemos la esperanza”.
Conteste a la carta de principios del Foro Social Mundial, en el proceso revolucionario venezolano ha insurgido la razón paradigmática de la endogeneidad o el desarrollo endógeno como un atributo del desarrollo sustentable. Es necesario, una vez más, reiterar que lo endógeno en esencia es ambiental. Exige la concreción de acciones que han de superar las contradicciones tecno-políticas que el proceso revolucionario ha venido sosteniendo de cara al nuevo socialismo. Por ejemplo: para recuperar, proteger y mantener los sembradíos de café, la preservación de las cuencas hidrográficas son inherentes al manejo, preservación y conservación de la biodiversidad. Ello es contrario a la utilización de los agrovenenos. De los cuales y tantos, con su utilización racional e irracional seguimos beneficiando y consolidando las relaciones económicas oligopolicas concentradas en las empresas transnacionales de los agroquímicos y transegnia.
En otra dimensión diferente, nuestro proceso revolucionario debe parar de inmediato los múltiples y severos problemas de salud pública que nuestras familias campesinas están acarreando por la contaminación de agroquímicos en los acuíferos, suelos y alimentos a lo largo y ancho del territorio nacional.
Referencias Bibliográficas.
Centeno, J.C.(2000) las Emisiones de Carbono de Venezuela.
www.ciens.ula.ve/-jcenteno/
Wackernagel,M y Rees W, (1996) Our Foot Print. Reducing Human Impact
On Earth. Gabriola Island New Society Publishiers
Email: ipiat2000@yahoo.es