Al igual que muchos venezolanos, estoy completamente desconcertado ante la
salida del aire de Dossier, el único programa de noticias internacionales
que vale la pena ver, y no me refiero sólo a la oferta venezolana, sino
entre cualesquiera otros programas, locales o internacionales.
Walter Martínez, a pesar de muchos, e incluso probablemente a pesar suyo, se
ha convertido en un representante de un sector invisible de Venezuela y de
otras partes, de esos espectadores muy críticos, que no militamos en partido
alguno, pero que estamos dispuestos a dar todo por lo que creemos, y para
eso no necesitamos ni carnet ni certificado de nadie, porque nos apoya
nuestra moral.
La salida del aire, sean cualesquiera las causas, parecen evidenciar la
influencia de cierto sectarismo analfabeto-partidista, que precisamente,
hemos votado para sacar de los espacios mal llamados de poder, que deben
dejar de ser espacios de poder y ser, simplemente, espacios de servicio. Si
el problema es que el Sr. Martínez no debió ser excluido de la cobertura de
la visita, importantísima por cierto, del Presidente Chávez a la ONU, estoy
de acuerdo, excluirlo fue de una estupidez y una falta de consideración
inexcusables, pero que se lo acuse como se pretende ahora de "falta de
objetividad" es de una ridiculez y grosería, rayanas en lo sicótico. Por
supuesto que Walter no es imparcial, su posición la ha manifestado mil y más
veces, como patriota, como socialcristiano, como ser humano, precisamente
por eso lo escuchamos a él, y supuestamente ese era el papel que cumplía en
VTV. Ahora, al menos para mí, que como he manifestado, me siento, como creo
que muchos de sus teleoyentes, identificado a pesar de nuestras posibles
diferencias, me ha entrado la sospecha, que se transforma cada hora que pasa
si escuchar o ver a esa figura familiar desde mi infancia, que los espacios
de servicio se transforman en espacios de poder nuevamente. Si tantas y
tantas personas como parece, pedimos el regreso de Walter (la familiaridad
es tal como lo conocemos y lo nombramos los que cada día comentamos su
programa, tanto el de radio como el de TV), y si VTV es el vehículo de
nuestra expresión, y si como se pretende, EL PUEBLO, o sea NOSOTROS, como
dice esa frase estadounidense famosa, somos los choferes de ese vehículo, o
al menos, los que le decimos al chofer a dónde debe ir, y cómo debe
conducir. Así, me atrevo a que exijamos una disculpa pública para Walter por
parte de VTV, ya no por una burrada, sino por la estupidez adicional de
llamarle la atención públicamente, que más que estupidez, parece un acto de
pequeña revancha que caracteriza a los que hace cinco minutos eran
"servidores públicos" y hoy, hacen esta extraña política por otros medios.
No es la forma de tratar a alguien que ha sido, solidario, patriota,
intachable, por mucho que se equivoque, que sea prepotente o soberbio, pues
mira qué pecadillo, creo que ni es el único de nuestras admiradas figuras
públicas ni me parece inadecuado, pero sí el trato de todo punto de vista
inmerecido e inexcusable de parte de VTV. VTV me hizo avergonzar anoche
cuando vi ese comunicado, delante de mi mujer, ya que yo también he tomado
posición por VTV. Pero eso no es una entrega total, como diría Solís, ni con
VTV ni con nada. Si el chofer no nos lleva donde queremos, o cambiamos al
chofer o nos bajamos del autobús. La manifestación de ayer ante VTV no fue
difundida sino a través de Internet, así que yo, a casi 200 Km. de distancia
de la capital, he tenido que informarme por los "caminos verdes
electrónicos". Eso es otra metida de pata de VTV. Ellos no tienen asuntos
internos, todo lo que pase allí nos incumbe. ¿No es nuestro canal? ¿Nuestra
única alternativa? ¿Y no tenemos derecho a saber qué carajo están haciendo
con él? Por muy blanca que sea su administración, me pone verde, y me parece
que, si sigue así, el futuro de VTV es más bien negro.
Gracias y disculpen la longitud de mi comentario, pero el coraje no tiene
talla.
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