El show de Walter de veras que me divertía, cuando podía verlo. Había amigos que me llamaban y me hacían resúmenes de Dossier cuando se ventilaban temas candentes, y entonces yo de veras lamentaba habérmelo perdido. Pero las poses militaristas de don Walter, sus cuadres marciales para saludar y despedir el programa, esos patéticos gritos como si se estuviera a punto de hacer un asalto a un frente, a un pelotón enemigo, o como si se estuviese en plena marcha con camisas negras o pardas, y aquella jerga con la que solicitaba de sus asistentes y camarógrafos réplicas infladas todas de mando y de órdenes tajantes, realmente conformaban un cuadro de lo más pueril y ridículo que se pueda imaginar.
El tipo me parecía que tenía una teja rodada. En los últimos programas observé que mostraba una cierta congestión en su porte y hasta en su voz porque le vi asomar algunos gallos, y sus recorridos por los pasillos con sus poses marciales estaban exagerados: hasta algo de histeria semi-controlada se apreciaba en sus apresurados actos tipo comando. Se le habían ido los humos demasiado altos y ya no se sentía a gusto con aquel “pobre” equipito, con un país y una revolución que le estaban quedando estrechos, miserables, para sus elevadas dotes de periodista, de analista profundo y versado en los más intrincados temas sobre conflictos internacionales. Aquellos humos estaban por comenzar a quemarle. Y entonces un día, muy especial, se enteró que muchos bolivarianos se estaban encasquetando la boina roja para robar. Y eso le vino como una revelación al descubrir que no lo estaban tomando en cuenta como esperaba, él, la cabeza más iluminada entre ese mar de mediocridades que balbucean memeces por radio y televisión. Al caer en la cuenta que sus inmensos esfuerzos por escudriñar esa terrible realidad externa que rodea a Venezuela, no la apreciaba ni siquiera el propio Presidente. Es cierto que el Presidente Chávez lo reconocía como el mejor periodista de nuestro país, pero eso era muy poco para él. Walter se estaba dando cuenta de que Chávez estaba perdiendo agudeza y no calaba hondo en sus argumentos. Otro gallo hubiese cantando, y soy capaz de decir que jamás don Walter habría sacado a relucir lo de los boineros corruptos, si el Presidente se lo hubiese llevado a la ONU como una pieza protocolar de primer orden en su comitiva. Otro gallo hubiera cantado, digo.
Pero cómo se regodeará en su ego, míster Walter, ardiendo más que nunca en su salsa como el supremo de todos los internacionalista mediáticos, viendo que ha puesto al mundo chavista del revés. Que lo han colocado de tú a tú con el Presidente Chávez, algo que no consiguieron ni siquiera Carmona, Carlos Fernández, Henrique Mendoza o Carlos Ortega. De modo pues que el tío debe estar que revienta y no sabe qué hacer con todas sus poses marciales quemándole en su interior cuando ahora no está en pleno desarrollo. Yo creo que él toda la vida ha estado en pleno desarrollo y que no ha madurado del todo.
Lo triste de toda esta vaina es el caos en el que ha caído mucha gente, que se dice revolucionaria, cuando míster Walter fue capaz de ponerla a vacilar, de sacarla de quicio y de hacerle ver que Chávez tiene totalmente empañada su lupa. De hacerle sentir que Chávez es un hombre que está cayendo en reiteradas equivocaciones, cuando el verdadero punto es que la corrupción late en el MVR y dentro del gobierno desde el momento mismo en que el comandante lanzó su candidatura. Rígidos cuadros adecos y superladrones, bajo las órdenes de Luis Miquilena se cogieron desde un principio ese partido en casi todas las regiones, montaron a su gente y se eternizaron monopolizando los cargos más estratégicos. Yo vengo denunciado esto desde hace cinco años, y hasta escribí sobre estas vagabunderías un libro titulado “Del forro de la boina”, pero como carezco de condiciones mediáticas para lanzar elocuentes arengas marciales por televisión lo mío no causa roncha ni mucho menos escándalo ni estremezco los poderes soberbios del estado.
El combate contra la corrupción no se hace con denuncias. En Venezuela siempre que ha surgido un elocuente denunciador de casos de corrupción, las denuncias cogen cuerpos enteros de los periódicos o de largos programas de televisión y se desvanecen sin dejar un solo preso, un solo sancionado, al mismo tiempo que acaban por colocar en elevados pedestales a los denunciantes apareciendo como prospectos a diputados, ministros y hasta como posibles presidentes de la república. La historia está plagada de ejemplos de este tipo, siendo los más resaltantes los denunciados por Douglas Dáger (contra Lamaletto), Carlos Tablante (contra Lusinchi, Blanca Ibáñez y RECADI), Pablo Medina (contra la deuda externa), Andrés Velásquez (contra las mafias sindicales de las cuales él fue un baluarte), Luis Piñerúa Ordaz (con su famosa lista), etc.
El lío es espeso y horriblemente confuso: lamentablemente suelen darse un fondo de intenciones miserables y de perversos resentimientos cuando se resaltan ciertos hechos de corrupción. Particularmente he vivido muy de cerca los que se han dado en la UNELLEZ contra el rector Pedro Grima, y además con argumentos que esgrimen personajes que se dicen ser ultra chavistas. Estos interesados “chavistas” han llamado a Pedro Grima escuálido y cuatrero, ladrón y marico, y han enviado informes a Miraflores y han viajado a Caracas con todo pagado para hacer declaraciones en “Últimas Noticias” y en “Quinto Día”, además de utilizar cuanto medio escuálido existe en Barinas (sobre todo a la ultra adeca “La Prensa”) para desconceptuarlo. En días pasados secuestraron el sector del Rectorado, destruyeron cableados para los aires acondicionados, quemaron un cubículo, amenazaron con irrumpir con violencia en la sección de Audivisuales si los empleados abandonaban el lugar. Y se sabe perfectamente que muchos de esos líderes que comandan estas protestas en el pasado estaban con el rector Carrillo y que sobre las peticiones que ahora exigen con estremecedora violencia con ellas convivían, pero ni pío decían. Ese es pues, el modo interesado con aquí se lucha contra la corrupción, y tan degradado está este método que cuando lo vemos esgrimir, a uno no le queda más remedio que preguntarse: “¿A favor de quién se estarán haciendo ésta o aquella protesta?” “¿Qué callos le habrán pisado a fulano para que salga a gritar que en determinado lugar cunden ladrones de boinas rojas?”. Una verdadera tragedia.
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