Durante los últimos días he contemplado con absoluto estupor la permeabilidad de algunos sectores de la población venezolana supuestamente más desarrollados ideológica y políticamente hablando frente al fenómeno de la manipulación mediática, lo cual me ha hecho pensar en dos cosas: o bien no existe formación política alguna en ellos o bien responden a objetivos que contravienen la posición honesta y abierta de un revolucionario a carta cabal. Con honestidad, después de todo lo experimentado desde el 2002 hasta la fecha, creí que habíamos aprendido más de una lección acerca de la visión e importancia que los medios de comunicación otorgan a sus usuarios, así como de la forma en que enfilan su artillería para fomentar matrices de opinión que favorezcan sus concretos intereses.
Por lo ya referido, me permitiré hacer algunas observaciones que tal vez sean útiles para el logro de un discernimiento necesario en estos momentos:
• Hasta la instauración de TELESUR (magnífica e importantísima iniciativa propulsada por el Estado venezolano), nunca antes se había estilado la posibilidad de entrelazar nuestros países latinoamericanos a través de una estructura mediática, por lo que la información se mantuvo siempre en manos de oficinas extranjeras, muy poderosas, pertenecientes a grandes consorcios, quienes –por un lado- no compartieron en absoluto nuestra trayectoria histórica y cultural, y por otro han controlado, filtrado y manipulado siempre el mensaje, de manera que fuese posible sacar provecho a su favor. Esto siempre fue una realidad para que la idea de tener comunicadores-analistas internacionales nunca fuese debidamente estimulada o promovida por los testaferros de la información. Pero no creo sinceramente que sea por falta de preparación, capacidad y talento que no exista en ninguno de los medios de comunicación venezolanos, un profesional que compita en imagen y credibilidad con el señor Walter Martínez. Es, precisamente, este hecho el que ha cimentado en buena parte el renombre que dicho señor disfruta.
• También es un hecho que el Sr. Martínez ha trabajado en su especialidad por más de 30 años, motivo por el cual se ha convertido en una referencia a la hora de conocer la actualidad INTERNACIONAL; campo éste que necesariamente debió ayudarlo en la consolidación del mencionado renombre, ya que ello le evitó inmiscuirse en los asuntos internos de un país que estaba tomado por oscuros intereses nacionales, en consonancia con los intereses imperialistas. Es por tal razón que no debe sorprendernos que sólo hasta el arribo a la Presidencia del Comandante Chávez hayamos podido observar un cambio en el estilo “objetivo” del programa conducido durante tantos años por el nombrado periodista, pues a partir de entonces conocimos sus simpatías políticas… ¿No será que el mentado estilo estaba directamente relacionado con el temor a la censura y al veto mediático que caracterizaron a los gobiernos anteriores y por cuya causa fueron condenados algunos personajes públicos? De cierto que, al hablar de la libertad de expresión de estos tiempos de cambio estructural de nuestro país, Walter Martínez resultaría un elegante ejemplo de ello.
• Al observar la destemplanza, la pérdida de su –casi inglesa- compostura, esa noche (luego de que Venezuela, representada en la persona de su dignatario, hiciera una intervención estelar en la ONU.), uno tiende a preguntarse seriamente hasta qué punto la libertad auto permitida desde entonces de identificarse con nuestro proceso histórico-revolucionario no fue otra cosa que acomodarse a la nueva situación nacional, planteada por voluntad del soberano en 1998.
• Asimismo, creo que vale la pena preguntarse por qué Walter Martínez esperó al día en que le negaron representar a Venezuela como periodista acreditado en la ONU. para hacer, en una exhibición que nos hizo temer seriamente por su salud, una retahíla de acusaciones sin nombres y sin hechos concretos, en cuyo contexto señala a revolucionarios de larga data y honestidad a toda prueba como Blanca Eekhout, justo en un momento en que la Presidenta de VTV busca realizar cambios sustanciales a favor del canal y del Estado venezolano, pagador de todo el personal adscrito e independiente que allí labora.
• Para nadie es un secreto que en VTV hay mafias enquistadas que han venido favoreciendo la corrupción administrativa, pero éstas no fueron sembradas durante estos últimos seis años, sino que datan casi desde la fundación del canal hace cuarenta años, cuando se consolidaba la cultura de la podredumbre que ha venido diezmando las bases de la República. Al observar la desmedida reacción de Walter Martínez, a uno le da la impresión de que él mismo estaba siendo beneficiado de ese estado de cosas bajo la premisa de “si yo pido y ellos me dan…, no me quejo”, ya que ha aceptado condiciones de contrato que a todas luces han perjudicado la gestión administrativa del canal 8 pues, salvo por la referencia política y de rating, la televisora no ha ganado ni un centavo en la negociación, mientras que –por otro lado- Walter Martínez ha reportado todos los beneficios que se puedan pensar.
• No parece casualidad que Blanca Eekhout, designada por el mismísimo Presidente de la República para realizar cambios necesarios en el canal (y quien, como el mejor de los soldados, ha venido cumpliendo con el cometido), sea en estos precisos momentos blanco directo de los ataques de la corruptela de VTV… ¿Será que Walter Martínez es el rostro visible de esa mafia que patalea ante lo inexorable o es que está haciendo el papelito de tonto útil para ellos?
• Es escándalo suscitado no es el primero: antes fue Diógenes Carrillo, luego el equipo de La Hojilla, entre otros. Es muy llamativo observar retrospectivamente que estas personas fueron leales mientras no tocaron sus intereses (entiéndase por ello: dinero, condiciones y hasta egos). Es por ello que personalmente hago un llamado a mis compatriotas en cuanto a hacer un esfuerzo analítico antes de caer en la trampa mediática. Intentemos profundizar en los hechos que no se ven y que no se dicen, buscar en el histórico de los involucrados, antes de juzgar, antes de prestarnos a las maniobras de quienes tienen en sus manos la responsabilidad social de la comunicación y la información frente a los usuarios, la cual –evidentemente- están utilizando con una irresponsabilidad admirable (si no lo creen, observen nada más la actitud de estos personajes que han reaccionado –como picados de culebra- ante el esfuerzo de Blanca Eekhout por enderezar viejos entuertos en el canal 8).
Para finalizar, recuerdo a todos los venezolanos que esta revolución que hemos asumido nos obliga a la CORRESPONSABILIDAD en todos hechos que se susciten en nuestra patria. Dispongámonos a entender qué significa esa palabra y arroguémonos su desafío
Karim Pereira
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