Acerca de este nuevo encuentro entre Abreu y Maduro sólo hay que decir que una vez más el gobierno ha bañado en dinero y privilegios al Sistema Nacional de Orquestas (siempre ocurre lo mismo cuando se aproximan unas elecciones)…
No voy a detenerme a analizar el hecho puntual de la reunión, prefiero presentarles una serie de viejas y nuevas reflexiones que giran alrededor de la dinámica institucional-cultural de Venezuela.
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Que alguien haya trabajado en la administración pública en los gobiernos de AD y COPEI no representa una prueba para determinar grados de honestidad o de deshonestidad. Creo que en ese punto todos estamos de acuerdo. Ahora bien, José Antonio Abreu no era simplemente un miembro de la administración pública, él era el principal arquitecto de las políticas culturales cuartorrepublicanas. Algunos de ustedes podrían decir ¿acaso eso basta para sentenciarlo?... No, eso no basta para sentenciarlo, pero sí basta para exigirle que de la cara por las cosas que hizo o promovió durante su gestión.
No se le está acusando por ser o por haber sido miembro de un partido, se le está acusando por monopolizar los recursos y los espacios destinados al ámbito cultural.
No se le está acusando por haber sido amigo de Carlos Andrés Pérez y Pedro Tinoco, se le está acusando por imitar las prácticas abusivas de Carlos Andrés Pérez y Pedro Tinoco.
No se le está acusando por ser un músico sinfónico, se le está acusando por impulsar unas políticas culturales sectarias y eurocentristas.
No se le está acusando por ser un político, se le está acusando por disfrazarse de apolítico y por comprar conciencias en los medios de comunicación públicos y privados.
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Criticar el eurocentrismo no implica menospreciar nuestra herencia europea. Todas nuestras influencias merecen ser valoradas, lo que no podemos hacer es examinarnos y ponderarnos en función de parámetros "internacionales"... Una cosa es el "Diálogo de Saberes" (que es lo que uno defiende) y otra cosa es la "sumisión". Esto último es lo que defienden Abreu y sus compinches, y lo defienden porque les resulta altamente beneficioso desde el punto de vista económico.
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A la dupla Abreu-Dudamel tendríamos que gritarle la frase de Gandhi: “En el mundo hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no lo suficiente para satisfacer la codicia de algunos”…
Defender a Dudamel y a Abreu y protestar por la injusta distribución de recursos que impera en el ámbito cultural venezolano es una enorme contradicción.
Claro, siempre habrá demagogos que digan: “la idea es que todos nos igualemos con Dudamel y Abreu en la riqueza y no que ellos se igualen a nosotros en la pobreza”. Los que opinan así nunca dicen de dónde van a sacar los recursos para lograr ese delirante propósito. La verdad es que esos recursos no existen. Los fondos públicos son limitados y lo que nos corresponde es administrarlos con conciencia social y sentido ecológico. Ni siquiera en una época de abundancia se justificaría eso de “forrar en billetes” a algún artista, así fuese un gran músico. Para que existan ídolos tienen que existir fanáticos, y la presencia de unos y otros envilece a las sociedades.
Sólo afectando los groseros privilegios que tiene el Sistema de Abreu podremos lograr la JUSTICIA SOCIAL que tanto anhelan los artistas populares de Venezuela. Plantear otra cosa es caer en posiciones absurdas, demagógicas, mediocres y cínicas.
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Creer que la Ley de Cultura va a resolver estos problemas es algo así como pensar que la crisis institucional-cultural es de carácter legal y no de carácter político... ¿Abreu y los artistas faranduleros gozan de groseros privilegios porque así lo ordena alguna ley?... La respuesta es NO. Ellos gozan de groseros privilegios porque el gobierno decidió adoptar esa "línea estratégica"; y lo curioso es que esa "línea estratégica" entra en contradicción con lo que plantea la Constitución que el gobierno propuso y que el pueblo certificó.
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En la lucha contra la tiranía de José Antonio Abreu, es justo reconocer que Cecilia Todd, Lilia Vera, Loreley Pérez e Iván Pérez Rossi han hecho aportes importantes y han demostrado valentía... Lo que quizás no han captado estas cuatro voces de nuestra música tradicional es que el Sistema Nacional de las Culturas Populares es una trampa que Abreu y algunos miembros del chavismo oficial montaron para evitar que los artistas populares le exijan al gobierno que redistribuya los recursos que injustamente recibe la Corporación Eurocentrista de Orquestas... El mensaje subliminal para los artistas populares fue: "aquí tienen esta parcelita, dejen a Abreu tranquilo"... Y resulta que la lucha no era por una parcelita sino por el terreno completo. Ah, pero mordimos el anzuelo y ahora nos damos cuenta de que la mencionada parcelita es muy pequeña... Resultado: en los actuales momentos hay artistas populares que pretenden "privatizar" la parcelita y coexistir amigablemente con Abreu...
OJO con esto: creo que Iván y Lilia no están adscritos al SNCP, pero eso no los exoneraría del deber de involucrarse en estos asuntos, pues ambos apoyan al gobierno (lo cual es respetable) y ambos son utilizados (lamentablemente) como trampolín por parte de un grupito de músicos-burócratas (los musirócratas) que trabajan en el CENDIS y en el Sistema Nacional de las Culturas Populares.
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Con respecto a las personas jóvenes que están en el Sistema Nacional de las Culturas Populares, creo que debe dárseles un apoyo en calidad de artistas emergentes y no en calidad de "estrellas". Pienso que los dos sectores a los cuales deben otorgárseles privilegios son: los niños y niñas (formación y capacitación) y los adultos mayores (reconocimiento a gran escala, seguridad social, esparcimiento). Los jóvenes merecen apoyo, pero si manejamos las cosas con los mismos criterios que utiliza la industria del espectáculo nos vamos a convertir en lo que supuestamente estamos combatiendo. El Ministerio del Poder Popular para la Cultura ha terminado copiando los patrones de difusión y promoción que maneja Sábado Sensacional, sólo que le han dado a esos patrones un supuesto barniz progresista. Es el famoso "marketing" puesto al servicio de un arte pseudo-revolucionario. Hay un montón de jovencitas y jovencitos que han sido incorporados al Sistema Nacional de las Culturas Populares con el siguiente título: "Personalidad de Especial Mérito". Ese es el mismo rango que ostentan las grandes Cultoras y los grandes Cultores que han sido admitidos en ese Sistema (muy pocos, por cierto). Si los años de vida y los años de trayectoria no marcan ninguna diferencia ¿qué es lo que estamos construyendo?...
Han terminado enajenando a un montón de jóvenes que ahora creen (tal como ocurre con las "estrellas" de la industria del espectáculo) que lo merecen todo y que el "esfuerzo" que han hecho debe ser recompensado con grandes sumas de dinero, con tarimas gigantes y con giras nacionales e internacionales. Eso no fue lo que nos enseñó Alí Primera...
Mientras tanto la mayoría de las Cultoras y la mayoría de los Cultores siguen marginados y viviendo en estado de vulnerabilidad... ¿A eso se le puede llamar Revolución Cultural?
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Eso de que el Ministerio le otorgue el título de "Personalidad de Especial Mérito" a quien le de la gana, me parece algo caprichoso y perjudicial. Eso equivale a decir que da lo mismo tener un año de trayectoria que cincuenta... En cuanto a lo del apoyo financiero, pienso que todos lo merecemos, pero no es que unos lo merecen en calidad de "estrellas" y otros lo merecen en calidad de "mendigos"... La única diferencia que debe existir es la que nace a partir de la experiencia. Los que tienen 70 años de trayectoria deberían recibir más apoyo que los que tienen 60 años de trayectoria. Los que tienen 60 años de trayectoria deberían recibir más apoyo que los que tienen 50 años de trayectoria... Y así sucesivamente...
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Para mí es necesario crear un Sistema Nacional de Músicas (así, en plural)... Los dos Sistemas que existen ahorita deberían desaparecer. El nuevo Sistema (al que podría colocársele un calificativo distinto a ese) debería regirse por los diagnósticos que ha hecho el Instituto de Patrimonio Cultural. Esos diagnósticos tendrían que ser sometidos a un constante proceso de revisión. De esa manera, el Estado promovería, apoyaría y auspiciaría en cada uno de nuestros municipios aquellas manifestaciones musicales cuyo arraigo haya sido previamente constatado, y no me estoy refiriendo solamente a las músicas tradicionales sino también a las expresiones "urbanas", "modernas" y/o sinfónicas; expresiones que pueden y deben coexistir con nuestras tradiciones pero en el marco del "Diálogo de Saberes" y el "Diálogo entre Iguales". Bajo estos mismos parámetros deberían organizarse las fiestas populares que se realizan en cada municipio de Venezuela.