La salida de Eduardo Samán y el precio de las caraotas

Cuando en mayo de 2009 Eduardo Samán, al frente de un operativo conjunto del Indepabis con el CICPC,  ingresó a una de las residencias de la familia Machado Zuloaga y descubrió, además de los trofeos de caza del “empresario”, el ocultamiento para engorde de más de 200 carros y camionetas nuevas, Eduardo se convirtió en un símbolo. Esa noche dejó de ser un funcionario más para  pasar a ser un emblema de la lucha contra la usura, la especulación y el capitalismo mafioso que opera sin distinciones de ramas de producción o comercio en el  país.  Quedó demostrado, entonces, una vez más, que se podía ir contra los poderosos y más derechistas burgueses venezolanos que especulan contra el pueblo y el proceso bolivariano y que con esas ganancias usureras financian sus acciones conspirativas, como por ejemplo, la especulación con el dólar paralelo.

Por eso en el momento en que el presidente Chávez lo destituyó sin ninguna explicación, la reacción de rechazo a esa medida fue masiva. Había descubierto y sancionado entre otras fechorías de la burguesía, el adulteramiento con colores del Arroz para venderlo por fuera de las regulaciones, descubierto en Empresas Polar. El descubrimiento del acaparamiento de harina precocida, café, el supuesto enriquecimiento con hierro y vitaminas del pan  para suplantar al pan no regulado y muchos maniobras similares con otros productos de primera necesidad. Además por supuesto de usura en los precios y una larga lista de delitos contra el nivel de vida del pueblo que vive de su trabajo.

Lo que el pueblo chavista ve en Samán no es solamente al funcionario honesto, trabajador, eficiente e incorruptible, que lo es, lo que se ve en él,  es una herramienta para luchar contra los “amos del valle”, y sus cómplices y socios actuales, los nuevos ricos, muchos de ellos infiltrados en el gobierno, que despliegan su racismo, su desprecio por la vida del pueblo, su maltrato criminal hacia la sociedad que vive de su trabajo.  No solamente el pueblo bolivariano vio a Samán como un símbolo. Ese grupo de oligarcas y sus sirvientes, lo vieron, desde entonces, como un límite a sus delitos.

En todos estos años pasaron varios funcionarios por el INDEPABIS, todos ellos olvidables. Excepto claro, la última jefa, que tuvo que ser destituida en medio de la Guerra Económica que casi tumba al proceso y al gobierno, ya que fue la responsable, al menos administrativa, de una corrupción que quedó a la vista cuando un funcionario menor fue apresado en flagrancia con una montaña de billetes  resultado de sus prácticas corruptas.

Fue entonces, en un momento extremadamente difícil  para el gobierno del presidente Maduro, que Eduardo fue llamado nuevamente. La señal fue recibida con expectativa por la población y con temor por los especuladores. Sin embargo este último capítulo al frente del INDEPABIS, imaginamos que fue para Samán muy doloroso. Tuvo que dar la pelea con las manos atadas a la espalda. Con la prohibición expresa, publicada en Gaceta, de nombrar a sus delegados de confianza.  Sólo se lo vio sonriente después del 6 de noviembre, en las pocas imágenes televisivas de las que no podía ser borrado. Estaba en medio de su ambiente natural, luchando contra la especulación y la usura, contra el capitalismo parasitario venezolano.

Si  es cierto como se dijo que se continuará la lucha contra la guerra económica, la usura y la especulación, hay que decir que en la Rendición de Cuentas, realizada el martes 14 de enero por el presidente Maduro en la Asamblea Nacional se cometió un grave error.  Porque detrás de la unificación del INDEPABIS con el SUNDECOP, medida probablemente correcta, se volvía a botar a Eduardo Samán, esta vez sin siquiera mencionarlo por su nombre.  No estamos cuestionando las cualidades de revolucionaria ni la honestidad de la joven Andreina Tarazón,  hoy a cargo de esa institución unificada, al mismo tiempo que mantiene su puesto de Ministra de la Mujer. Simplemente no conocemos sus aptitudes, como tampoco las conoce el país, para enfrentar la usura y la especulación que tomaron un nuevo y  fuerte impulso después de navidad.

Y más allá de la descortesía de no haberle dado a Eduardo ni siquiera las gracias, lo que nos preocupa es la práctica de destituir en medio de esta Guerra que está haciendo mucho más pobre a nuestro pueblo, a un cuadro que ha probado que es capaz de comandar nuestras tropas en esa guerra, por alguien que tiene que aprenderlo todo desde cero.  En cualquier lugar del mundo y en cualquier especialidad de la que se trate, es siempre, para decirlo suave, un error grave cambiar a los comandantes que lo hacen bien en medio de la batalla que aún no terminó.

Por todo esto es que esta mañana de domingo, cuando en la caja del Supermercado El Dorado de Parque Central me informaron que el precio de un kilo de Caraotas era de 45 Bs., esas Caraotas que en diciembre había pagado ya muy caras, en 23, entendí que la burguesía especuladora y parásita había comprendido claramente la señal. De nuevo vale todo, sacaron a Samán el símbolo de la lucha contra la usura y la especulación.



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Carlos Carcione

Coordinador del Equipo de Investigación de Marea Socialista

 @carloscarcione

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