Desde mediados del 2013, se baten, se dan con furia e ira: la caída del “modelo político-económico de Chávez” está a vuelta de la esquina.
Y como no existe eso de una posición “económica” objetiva y neutral o un conocimiento económico técnico compartido por neoliberales, keynesiamos y marxistas, se han situado políticamente.
El más modosito (Felipe Pérez) avanza su trabajo de inclemente apaciguamiento: “A Maduro no lo va tumbar la clase media que hoy está protestando sino el pueblo chavista cuando se dé cuenta de que lo que ocurre no es responsabilidad del sector privado, sino del propio gobierno “Si tienes que cortar una pierna va causar mucho dolor. Córtese la pierna por la parte sana. Esto va a doler.”
Para el otro (el antiguo asesor Heinz Dieterich): la idea política de Chávez colapsó, ya “asistimos al fin de la hegemonía chavista”. Y no hay de otra que la rendición y el desastre, porque el imperio viene por todo.
Se han desplazado, absolutamente, de la crítica ácida a la resignación cínica. Y haciendo gala de la supremacía de realismo economicista, reposicionados en la escalada fascista y el golpe de estado continuado, no cesan de decir: “esto ya se jodió” y lo que viene, va a doler.
Saben lo que hacen y aun lo hacen, la espada de la herida, sabe lo que hace: Desentendidos y a contrapelo, deslindados de la puesta en común de la vida, están al descubierto políticamente, y desamparados en la supremacista vanidad de su saber económico. Ambos dos”, ven en la coyuntura una debacle, un presente oscuro y una catástrofe, porque ahora lo que se impone es que todos “seamos neoliberales”, que aceptemos la explosión de la “quimera socialista” a lo Chávez.
No es un secreto para nadie que la coyuntura actual tiene el perfil y contenido de “Ahora o Nunca”. Esto es, “hemos llegado al llegadero”, a un momento histórico de la sociedad venezolana que decide todo. La puntual y estratégica confrontación entre el pueblo venezolano y el bloque élite imperial- oligarquía adquiere la dinámica de un tope definitivo: avanzamos hacia un desenlace radical y de aguda conflictividad política y social, que puede adquirir dimensiones violentas y/o culminar en una guerra civil.
Efectivamente, el desarrollo de la Revolución Bolivariana y el desempeño de sus políticas económicas, han concluido en un punto de inflexión. Si tenemos una visión economicista y catastrófica, nos centramos en las medidas económicas para “salvar· la economía. Y la perspectiva política del punto de inflexión, sugiere que “Un teórico de la revolución…no es alguien que, después de haber establecido por un estudio objetivo (de la situación real) decide el futuro… su mirada de antemano impregna la teoría desde el principio”. Lo que está en juego en la interpretación de la coyuntura nacional-mundial, es la posición política que da cuenta de los riesgos y desafíos inherentes a la naturaleza del desempeño de la Revolución Bolivariana.
Luis Britto García dice que “Cuando oigamos hablar de fascismo, saquemos nuestra cultura”. Esta idea la podemos enunciar, desde el siguiente sesgo: ahora y Aquí, cuando sentimos los pasos del neofascismo, presentemos nuestra insuperable política. La victoria en un enfrentamiento que lo decide todo, es el alcance sutil de políticas y estrategias específicas. Se impone una ética de la responsabilidad política: responsabilidad imperativa dado el actual escenario de alta conflictividad y extrema violencia.
Los grupos oligárquicos han, descartado toda posibilidad de acuerdo político que establezca un conjunto de criterios y normas, orientadas a definir una alternativa de solución democrática a la conflictividad que está instalada en la dinámica política y social de la sociedad venezolana. Entonces, hay que avanzar en estrategias e iniciativas políticas-sociales, para desarticular y derrotar a la hegemonía fascista de la oposición. Un acuerdo político que descarte la violencia y el escenario de la guerra civil, depende del proceso de construcción de una mayoría democrática como un contenido esencial de la Revolución Bolivariana...
El asalto neofascista, constituye un proyecto político e ideológico orientado a la construcción de una mayoría contra revolucionaria, o con la suficiente fuerza política para, además obtener triunfos políticos-electorales significativos, dotarse de la potencialidad que derrote el proceso de transformación revolucionaria de la sociedad venezolana. Si bien, es cierto que el conjunto de la sociedad venezolana tiene una cultura democrática consolidada: que la idea política de Chávez reafirma esa cultura con contenidos radicales y novedosos; y que somos como nación un pueblo sensiblemente extraño a la violencia política: no podemos descartar que estamos ante a una embestida neofascista de gran calado y envergadura. Y a “todas estas”: hay que avanzar unidos, codo a codo y decididamente, desde el movimiento popular y las políticas que el presidente Nicolás Maduro desarrolla, para fortalecer la mayoría democrática:
Estamos obligados a rebajarles el copete a los fascistas de nuevo cuño.