"Dadnos un gobierno que impida la transgresión de la voluntad general y los mandamientos del pueblo."
Mensaje de Simón Bolívar a la Convención de Ocaña, 28 de febrero, 1828.
I
Asistimos a la eficacia de la impugnación democrática...rebeliones populares y prácticas constituyentes dinamizan alternativas sociales y políticas que someten a rigurosa prueba el sistema constitucional liberal burgués. Impugnación que tiene por fuente la diversidad y pluralismo constitutivo de los pueblos; del sujeto constituyente que dinamiza procesos de rupturas con el dominio constitucional gestionado por las elites económicas y políticas y construye novedosos e inéditos modos de la puesta en común de la vida
Estamos ante un significativo desacuerdo popular con la manera tradicional de asumir la política. Sin duda, asistimos a transformación radical de la política y la práctica constitucional del liberalismo burgués que Rigoberto Lanz registra como sigue, "...del desmontaje del discurso político tradicional se hace cargo la calle...".
1. La participación política de los pueblos imprime un cambio en los temas y calidad de los debates políticos; avanza procesos que desplazan y sustituyen los sistemas, métodos y procedimientos típicos del discurso político clásico, y particularmente del sistema de la representación política. En ese sentido, las recientes Asambleas Constituyentes y los textos constitucionales aprobados, en el ámbito de la Patria Grande, significa que ahora ya no es posible convocar Asambleas Constituyentes apelando a la "voluntad del pueblo", invocar "Nosotros, el pueblo", echando mano de procedimientos y tecnicismos que invisibilizan el pueblo de carne hueso...transgrediendo "la voluntad general y los mandamientos del pueblo."
2. La Patria Grande, integralmente, experimenta la fuerza inconmensurable de un momento constituyente, la emergencia de un tiempo crucial, de un tiempo parte-aguas. En tal disyuntiva, las capacidades y potencialidades del poder constituyente hacen posible, lo que luce imposible tanto en los tiempos de aparente calma como de alta conflictividad: la gravitación telúrica del poder del pueblo se hace cargo de las crisis político-económica y apertura el horizonte real de sus posibilidades históricas: posicionado en la dimensión de un momentos constituyente, se exige la ética de responsabilidad política que un liderazgo popular, democrático y nacional no puede eludir.
El momento constituyente no significa la apelación al ejercicio de un "poder irregular o anómalo" que violenta el curso normal de las sociedades o la "dinámica natural de la democracia"; y tampoco denota un tiempo excepcional que emerge esporádicamente. Con las nociones de irregularidad constitucional, anomalía del poder popular y el expediente de confinar el poder constituyente en la normalidad del poder constituido, la visión liberal constitucional burguesa (un mal que viene de lejos) codifica el poder constituyente como el enemigo político que el poder del capital debe amansar, desplazar y extinguir.
Dada la explosión y posicionamiento del momento constituyente (homologable a una situación revolucionaria), la legitimidad de los procesos constituyente tiene por condición inequívoca, que el poder del pueblo se apropie de los momentos constituyentes, que el poder del pueblo sea real y efectivo en un momento esencial que emplaza "...una extraordinaria aceleración del tiempo", y concentra "La historia en un presente" (Negri y Hardt, "El poder constituyente").
3. Desde 1974-1978, la crisis política y económica (del particular capitalismo venezolano) configura un prolongado momento constituyente. Un poder extraviado, sin horizontes nacionales y democráticos, no cala las dimensiones estructurales de la crisis que dinamiza la activación del poder constituyente. Desde la infortunada COPRE (Comisión para la Reforma del Estado), del compendio para nada virtuoso del IESA ("Venezuela: ilusión de una armonía") y de los gobiernos colapsados de CAP II ("El gran viraje") y Caldera II ("La gran Venezuela), es demasiado evidente que las elites económicas, políticas, militares e intelectuales, configuran un campo social sin los atributos insoslayables para dotarse de estrategias que reconviertan su siempre deprimida hegemonía, la naturaleza constitutiva de una clase hegemónica débil e inhabilitada para comprender dónde estamos como nación.
En las últimas décadas, procesos de movilización y organización del pueblo venezolano someten las bases políticos-ideológicas, económicas y militares del "país portátil" a consistente y rigurosa exigencia. El país portátil edificado por el bloque imperialista-oligárquico y la fantasía mantuana de que el poder constituyente había sido domesticado y desarticulado, se desvanecen. Y los velos, que imposibilitan al mantuanaje y sus operadores políticos visualizar lo real de la crisis político-económica y lo real del momento constituyente: estallan y simultáneamente disparan el racismo social, la desesperada y cruel violencia, que es típica de los nuevos fascismos, contra la sociedad venezolana en su conjunto
4. El bloque fascista (y una izquierda que ya no es de izquierda ni chavista, que con fintas y retóricas inexcusables alega que la actual violencia neofascista son "revueltas populares contra el hambre") recusan y confrontan la convocatoria a Constituyente por el presidente Nicolás Maduro. Al respecto, nos centraremos, en cuatro supuestos presentados por el bloque neofascista con la finalidad de deslegitimar el poder constituyente
a) Las constituciones no son una panacea (de ningún modo son una alternativa política a la crisis)…
b) La convocatoria es extemporánea (fuera de lugar e innecesario)…
c) La base comicial al incluir el voto sectorial, gremializa y corporativiza el voto, evidencia el contenido fascista del chavismo...
d) La convocatoria a Constituyente "es la confesión que el gobierno de Maduro está débil... que el modelo de Chávez naufraga". Y cierta "izquierda" que hace demasiado tiempo no les, hace su trabajito: "convocar una Asamblea Constituyente le quita fuerza al pacto social de Chávez y establece el curso de una guerra civil".
5. Antes que todo, enmarquemos el alegato fascistoide:
La articulación entre crisis estructural y momento constituyente es reforzada, si en la conducción política del desacuerdo entre dos campos sociales, una de las partes (una de las esquinas políticas, permítase la noción) rechaza asumir la acelerada y perentoria urgencia del diálogo político.
Excluido el agenciamiento político del diálogo estamos topados (como sociedad, como nación) con el sobre-dimensionamiento de la crisis política y económica. Y ya son suficientemente obvios, los síntomas que prefiguran la posibilidad real de modalidades de conflictos bélicos y de alta conflictividad (incluye complejas modalidades de intervención militar).
Si ese es el caso, el momento constituyente se potencia, y es "in extremis" la convocatoria de la Asamblea Constituyente.
6. Si la opción de una estructura de poder es militarizar el desacuerdo político si la opción es desencadenar una insurrección armada: entonces, es de suyo que la elite político-económica eche mano de su expediente tradicional en todas las encrucijadas históricas de la nación venezolana, desde la independencia hasta la hasta la Constitución de 1999: las constituciones fallidas y/o naufragadas, que siempre se desconectan de las expectativas y esperanzas del pueblo venezolano: en ese expediente clásico de las oligarquías radica la diferencia clave entre la traición santanderista y la grandeza de Bolívar, entre el "panamericanismo" y los bolivarianos:
El discurso político y el poder constituido de la elite estadounidense (los "buenos amigos" que Santander sugiere a Simón Bolívar para incluirlos en la Alianza de los países emancipados de nuestro continente) que privilegia l "la predestinación de un pueblo" y el bolivarianismo en búsqueda y construcción de una inédita identidad política. A modo de referencia inequívoca:
Bolívar propone como eje de la Asamblea, para la fundación de Bolivia, una base comicial de 1 representante por cada 10 ciudadanos (como estructura de la base comicial) con la suficiente condición, de saber leer y escribir). El menoscabo elitesco de ese principio igualitario, lo expresa Bruce Ackerman de manera explícita: "...los experimentos constitucionales latinoamericanos estuvieron dominados por el liderazgo militar... Washington logra establecer un orden constitucional permanente mientras otros fracasan". Efectivamente, Ángel Bernardo Viso, no es nada original con su tesis de que "La revolución hispanoamericana es una de las revoluciones terribles, y de modo particular lo fue en Venezuela." (Véase, sobre todo su libro "Las revoluciones terribles"; reeditado para condenar explícitamente la Revolución Bolivariana y a Chávez y con una presentación laudatoria del liberal-demócrata Simón Alberto Consalvi). Viso, simplemente expresa el colonialismo mental de los liberales, "(Chávez)…a partir de 1999, no ha hecho algo diferente a lo acostumbrado por los dictadores de todas las épocas, pelajes y colores: socavar el orden jurídico y vulnerar el Estado de Derecho para eternizarse en el poder, en nombre de la 'soberanía' popular".
7. Sin tapujos:
El golpe de timón de blindar la Constitución del 99 implica asumir "grietas" de nuestro texto magno, grietas que facilitan la mimetización constitucional de la derecha neofascista; vulneran nuestra capacidad y potencialidad de defender la soberanía nacional y popular; bloquean la construcción de un imprescindible escudo de defensa y protección de la sociedad venezolana, de acuerdo con un eficiente sistema de justicia y sanciones penales; y excluyen posibilidades reales de estructurar una base económica diversificada y eficientemente productiva.
Está claro la instrumentalización neofascista de derechos y principios constitucionales amenaza con producir vacíos en el conjunto del poder del Estado
Es un imperativo popular que se asegure (constitucionalmente) la consolidación y expansión de los derechos sociales, políticos y económicos.
Es más que conveniente y oportuno tomar nota de que en las tres últimas décadas se consolidan poderes supranacionales y una dictadura financiera, que colocan en absoluto riesgo nuestras riquezas mineras y energéticas y la existencia de nuestro Estado nación
Y es un clamor de la calle, en términos del sistema del poder judicial, que la impunidad parlamentaria y la ineficiente penalización de la corrupción se amparan en la extrema fragilidad de nuestro sistema de penalizar, sancionar y castigar; entonces, estamos interpelados por una alta dosis de permisividad jurídica que coloca en tela de juicio a la sociedad venezolana en su conjunto y erosiona la legitimidad de la Constitución del 99.
7. La reescritura de contenidos de nuestra constitución, requiere delimitar, en términos del sujeto pueblo la estructuración de una nueva subjetividad: en breve "el pueblo ya no es el mismo". Ahora, ya no es posible invocar el pueblo soberano, mistificando las desigualdades sociales y los privilegios de una elite anti-popular y extremadamente desnacionalizada. He allí una segunda gran diferencia entre los procesos constituyentes activados por el chavismo y el constitucionalismo de elites
El proceso constituyente y la Constitución del 99 desencadenan acontecimientos políticos que revierten las relaciones de poder (políticas, económicas, culturales y militares) que hicieron posible y apalancaron el dominio de la oligarquía del dinero y del sistema de la representación política. Desde entonces, acontece una acelerada y creciente declive del liberalismo que Emmanuel-Joseph Sieyes, enuncia como sigue, "es vano e imposible identificar y delimitar la voluntad popular".
Ilustremos el punto. El sistema de dominación política que nulifica el poder constituyente, es compatible (absolutamente) con gobiernos "democráticos" que mantienen vigentes textos constitucionales de periodos dictatoriales: el pacto de punto fijo puede leerse como un acuerdo de elites que mantiene inmodificable por casi tres años la constitución de la dictadura de Pérez Jiménez (de 1958 a 1961), no puede sorprender que el "régimen democrático" es el gobierno de las garantías constitucionales suspendidas y que los voceros mediáticos del G 9 sean defensores de la dictadura pinochetista y de la transición "democrática" de Chile, mantiene incólume la constitución de Augusto Pinochet.
Desde esa lógica política, no puede sorprender, que Gerardo Blyde y demás pica-plietos del arguyan que "la constitución no es una panacea", y que la servidumbre del periodismo, al estilo de Vladimir Villegas, mueva la cola. Se trata de la racionalidad inherente del liberalismo político "...Han pasado treinta y años desde que se aprobó la vigésima sexta enmienda en 1971, y el pueblo estadounidense no ha añadido absolutamente nada a su texto escrito...Este no es un problema menor para un país que se imagina a sí mismo viviendo bajo una Constitución...". (Bruce Ackerman...).
Madison, en los debates para elaborar la Constitución de USA, postula el principio absoluto de la supuesta revolución de los buenos modales que fantasea Ángel Bernardo Viso: "un grupo elegido de ciudadanos" es el responsable de debatir, redactar y firmar la Constitución. Esta posición política es congruente con lo que sigue. De cincuenta y cinco miembros de la Convención de Filadelfia, tan sólo treinta y nueva firman la Acta; y a pesar de que "...los artículos de Confederación requerían que los trece estados aprobaran cualquier cambio, los arquitectos constituyentes declararon que nueve serían suficientes para comenzar una nueva vida política bajo su Constitución...Yendo más lejos, eliminaron a los gobiernos estatales existentes del proceso de ratificación, exigiendo que cada estado tuviera una convención ratificatoria extraordinaria ajena a su propio derecho constitucional (Véase Bruce Ackerman, "La Constitución Viviente", Marcial Pons. 2011, Buenos Aires).
Y es menester decir que antiquísimo mal del liberalismo es la carta de presentación de los nuevos fascismos; citemos a Montesquieu, "El pueblo es admirable, es demasiado admirable para elegir a aquellos a quienes confiar parte de su autoridad...La gran ventaja de los representantes es que son capaces de discutir los asuntos. El pueblo en modo alguno lo es, lo que constituye uno de los más grandes problemas de la democracia...El pueblo no debe entrar en el gobierno, más que para elegir a sus representantes, lo que está muy a su alcance" (Véase el desarrollo de esta idea en "El espíritu de las leyes", Tomo II, capítulo VI). He allí un tercer desacuerdo radical, la existente entre unas elecciones generales adelantadas (con base de una extrema ración de violencia) y un proceso constituyente para reinventar la democracia por venir,
III
La fuerza neofascistas imposibilitada de bloquear la convocatoria a Constituyente, de demostrar la constitucionalidad de un referendo consultivo para aprobar la iniciativa política del presidente Nicolás Maduro, se orienta a deslegitimar (política e ideológicamente) la base comicial de la convocatoria. Veamos el asunto de la "arbitraria base comicial", "la gremialización del voto" y la naturaleza "fascista del voto sectorial".
1. Objetar la compatibilidad entre el voto nacional-territorial y el voto sectorial-popular significa eternizar una modalidad de representación política que mediatiza la participación política de los actores sociales que estructuran la diversidad y pluralidad del pueblo; esto es el fundamento de la propuesta de base comicial consignada ante el Consejo Nacional Electoral.
Ante la diversidad y el pluralismo de la unidad pueblo, no hay de otra que asegurar la participación política de los actores sociales, que con diferencial peso específico y atributos propios, constituyen el pueblo venezolano. El voto sectorial, en una lógica de poder del pueblo, expresa la realidad de cómo nuestra dimensión colectiva está estructurada, así como la expansión del pluralismo de la sociedad venezolana, en tanto el resultado directo de la Constitución del 99, de la Constitución de Chávez. Transparentemente:
a) La inclusión, en la base comicial, de nuestra diversidad constitutiva, enfatiza las tensiones inherentes del pueblo. Es decir, no escurre el bulto ni escamotea el hecho real de que somos una nación pluricultural con Estado federal y una determinada estructura social.
La elección de los diputados indígenas para la Constitución del 99 y la inclusión de los pueblos indígenas en la actual base comicial, nos remite al Preámbulo de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela:
"...con el fin supremo de refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal...que asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la vida, a la educación, a la justicia social y a la igualdad sin discriminación ni subordinación alguna...".
Y en el artículo 21 establece que:
"…No se permitirá discriminaciones… que en general tengan por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento o goce o ejercicio en condiciones de igualdad de los derechos de las personas…La ley garantizará las condiciones jurídicas y administrativas para que la igualdad sea real y efectiva, adoptará medidas positivas a favor de personas o grupos que puedan ser discriminadas, marginadas o vulneradas…"
En una Constitución que asegura o garantiza "condiciones jurídicas y administrativas para que la igualdad sea real y efectiva", la ampliación y expansión de la base comicial, están dotadas de plena vigencia.
b) El voto territorial experimenta transformaciones orientadas por procesos de ruptura con el modelo de la democracia representativa y de la representación política en general.
El voto por circuito (relacionado con la elección de diputados y concejales) modifica la estructura del voto territorial; la adopción de este dispositivo introduce mediaciones directas entre el pueblo (la voluntad colectiva) y la representación política. Esto es, el voto territorial tiene que ser congruente con a dinámicas de participación política; se trata de cambios que es menester acentuar y profundizar.
Dado que el sujeto constituyente o "la naturaleza subjetiva del poder constituyente" es la cuestión central, la izquierda radical y los gobiernos revolucionarios se definen como tal, si hacen efectivos procesos de ruptura con el orden de la representación política que habilita la captura del poder constituyente por la lógica de la maquinaria de la representación política.
2. La denuncia del voto sectorial en tanto fascista y voto gremializado, exige de puntualizar el uso político e ideológico del concepto pueblo por una política y un pensamiento determinado.
El fascismo, en sentido estricto, es una política que incluye al pueblo en el abyecto proyecto de dirimir los antagonismos sociales constitutivos del capitalismo, con base de la fantasía de constituir una sociedad armónica a punta de totalitarismo y de la militarización de la política. De esta manera, el fascismo, después de todo, es una política de dominación capitalista con la finalidad fallida de erradicar el poder constituyente, de "disecar subjetivamente" el pueblo:
a) La política fascista desplaza y sustituye los antagonismos sociales constitutivos de las sociedades capitalistas por la discriminación racial y social. Entonces, lo que sabemos demasiado, la idea hitleriana de la "comunidad pueblo" falsea la diversidad y el pluralismo inherente de los pueblos; moviliza un proceso de corporatización (de los diferentes actores sociales de la "colectividad pueblo") que se sustenta en la discriminación racial y social, mediante los mitos de la "...la humanidad dividida en grupos étnicos y sociales con distinto valor" y de "la desigualdad entre las razas".
b) La noción fascista de "comunidad pueblo" consiste en la identificación de una unidad racial (de una uniformidad racial) que a la vez justifica, en tanto normal y natural, la eternidad de un orden social estratificado y jerarquizado de manera. La idea política que desde siempre y para siempre cada miembro de la sociedad ocupa su lugar, está en la base de la ficticia sociedad fascista.
c) El desplazamiento de los antagonismos del capitalismo y el velo que desaparece su estructura de clases, es enmarcado por la movilización fascistas de los "intereses" y conflictos que resultan de una sociedad estratificada, en un contexto de violencia desesperada y sumamente destructiva; tal enmarcamiento significa la construcción de un enemigo racial, social y político que no es aceptado como elemento integrante de la humanidad, pueblo y sociedad que postula el fascismo,
d) La aniquilación y extinción del enemigo, la idea de la solución final difundida rabiosamente por la expresión mediática de la corte neofascistas (Patricia Poleo, Orlando Urdaneta y Napoleón Bravo, y demás), es la modalidad fascista de pretender asegurar la suspensión eterna de la diversidad y el pluralismo.
3. El poder constituyente tiene el alcance de una sociedad democrática (contradicción absoluta con el fascismo) y una trama social signada por "una relación entre iguales y la puesta en común de la vida", (Michel Hardt y Antonio Negri, desarrollan impecablemente esta cuestión en "Commonwealth. El proyecto de una revolución en común"); no admite, en circunstancia alguna, asimilarse con políticas que constituyen el contrapelo de las prácticas constituyentes y luchas anticapitalistas. . Para el presidente Maduro no está en duda que "Cuando nos unimos a una lucha específica, la pregunta clave es: Cómo nuestra participación en ella o nuestra retirada afecta a otras luchas."