Disculpe Presidente Maduro, pero aquí no mandamos las mujeres

102 años han pasado desde aquel marzo sangriento. 146 mujeres trabajadoras, brutalmente asesinadas por las ¨invisibles¨ manos del capital, en una empresa textil en Nueva York. Empresa, que como muchas de la época, no tenía condiciones para ser un lugar de digno trabajo y que condenaba a mujeres, hombres y niños a trabajar extensas y agotadoras jornadas. Aquel marzo, los patrones decidieron no abrir las puertas de la fábrica a pesar de que se encontraba en llamas, para evitar robos y saqueo. Y así, estas mujeres, muchas de ellas menores de edad, muchas otras embarazadas, pasaron a la historia, y con sus muertes marcaron esta fecha para siempre. Este saldo trágico, prácticamente olvidado por los gobiernos mundiales y por los medios de comunicación masivos han vaciado de su contenido a la conmemoración del Día de la Mujer.

En estos días, en el marco de la Revolución Bolivariana conmemoramos otro 8 de marzo, fecha en la que volvemos al legado feminista del comandante Chávez, fecha que nos hace recordar que tenemos mujeres en la dirección de los poderes públicos, en la asamblea, en los ministerios, lo que es una representación de la gran conquista que hemos obtenido a lo largo de estos años de lucha, la inclusión masiva de las mujeres a la participación política en todos los niveles: consejos comunales, células partidarias, alcaldías, consejos legislativos, etc…

Mucho hemos avanzado por la revolución bolivariana, mucho de lo que enorgullecernos. Enorgullece tener una Ley Orgánica del Trabajo que tenga importantes avances en el tema del salario y la paternidad responsable. Enorgullece el reflejo feminista que siempre tuvo el comandante al confiar e impulsar en la dirección a mujeres dentro de las representaciones del estado. Y sobre todo, la gran inversión social destinada a incluir a las mujeres pobres, a las mujeres trabajadoras en el disfrute de parte de la inmensa renta petrolera que goza nuestro país.

Pero ¿Hemos avanzado lo suficiente para decir que la revolución bolivariana es una revolución feminista? Una revolución feminista en el sentido de que incluye un programa político, consiente, elaborado, definido para avanzar en la abolición de la opresión de género que ha caracterizado a nuestra sociedad históricamente. ¿No es una tarea de una revolución que se define como socialista avanzar contundentemente en la liberación de la mujer de las devastadores consecuencias del patriarcado?

Pues, este uno de los cientos de debates pendientes de nuestro proceso. Muchos de nuestras camaradas socialistas creen que esta respuesta es totalmente afirmativa citando las conquistas que hemos retratado anteriormente, ¨claro que somos feministas, no ves que aquí las que mandan son las mujeres¨. Sin embargo, esta afirmación contribuye enormemente a la confusión.

Es lógico que en el campo de la cuestión de género todos nos prestemos a las confusiones. Es tan poco lo que hemos discutido, estudiado, elaborado como proceso en alrededor de este tema. Tanto así que incluso no existe un acuerdo en torno adjetivo feminista para nuestra revolución. Pero más allá de abstracción o debates semánticos, en esencia una revolución socialista que no busque conscientemente las formas de emancipar cada vez más a las mujeres de su rol de oprimidas y explotadas por la sociedad capitalista y patriarcal, pues es una revolución incompleta.

Esto no es algo sencillo, y mucho menos secundario. Muchas individualidades y colectivos revolucionarios posponen esta aspiración para luego de la abolición del capitalismo. Desde su estructurada lectura de lucha de clases, la opresión de género es algo de segundo plano, que se obtendrá después, o que en todo caso existen cosas mucho más importantes y urgentes. Esto es nada más y nada menos que machismo disfrazado de radicalismo. Algunos sectores de izquierda y sus organizaciones, permeadas por la sociedad patriarcal y por sus lecturas stalinistas, esconden su absoluta falta de comprensión del problema de género y, por supuesto su machismo, en estos discursos dogmáticos.

Con lecturas dogmáticas y superficiales es imposible avanzar en medidas que contribuyan con la liberación de la mujer. Es inaceptable que después de 15 años revolución todavía no contemos con un programa mínimo, con propuestas de discusiones que incluyan a todos los sectores sociales, que no contemos con grandes herramientas organizativas para que las mujeres nos encontremos y demos estas discusiones y nuestras propuestas, que no haya propuestas de ley que discutan y aprueben nuestras diputadas revolucionarias en función de darnos más derecho y más poder. No, nada de esto existe. Existe en cambio un gran estancamiento en las conquistas que obtuvimos las mujeres en los primeros años de la revolución. Un estancamiento escondido en discursos inflamados de halagos a las mujeres, de recordatorios de todo lo que conquistamos, pero ninguna propuesta para avanzar a seguir conquistando derechos.

Aparentemente, nuestra sociedad no está preparada aun para abrir estas discusiones, porque son más importante otras cosas, y porque el machismo es tan inherente que ni siquiera lo reconocemos en nosotros mismos. Parece que ya avanzamos lo suficiente, y que tenemos que recordar que aquí ¨mandan las mujeres¨ mientras cada día aumentan la violencia y el asesinato motivado por los celos machistas, por ejemplo.

La impresionante entrega y voluntad de las mujeres bolivarianas, destacadas en la vanguardia en cada momento crucial para la defensa del proceso, en el barrio, en la milicia, en el trabajo, en el hogar, fue reconocida por el comandante Chávez, por eso cada oportunidad que tenía, homenajeaba esa capacidad organizativa y política que las mujeres adquirimos a lo largo de estos años. Hoy esa capacidad esta adormecida, a la expectativa de avances que no vendrán si no de nuestras manos.

Por eso es bueno recordar, que hoy no mandan las mujeres, Presidente. No mandan las mujeres porque no mandan los trabajadores y trabajadoras, porque no estamos convocad@s a los importantes debates políticos, porque las pocas propuestas en torno a la inclusión de género son tibias y se hacen para no molestar a la iglesia y la ¨gente decente¨. Porque todavía no hemos acabado con la discriminación de género, porque la violencia nos castiga y asesina con impunidad, porque no tenemos educación sexual para decidir, ni anticonceptivos para no abortar, y tampoco aborto legal para no morir, porque todavía la mercantilización de nuestros cuerpos nos reduce a cosas que pueden ser usadas y rotas, porque la trata y la prostitución que convierte a las más vulnerables en esclavas sexuales, y tantas otras cosas.

Hoy mas que nunca debemos apostar a reavivar y organizar esa entrega que ha caracterizado a las mujeres bolivarianas y no tener miedo de dar los debates pendientes. El estancamiento en este frente es precisamente reflejo del estancamiento general de las fuerzas que motorizan nuestro proceso. Por eso el avance de la lucha de las mujeres, sobre todo de las trabajadoras, es fundamental para los escenarios que se vienen.



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Andrea Pacheco

Activista de la Plataforma contra el Arco Minero del Orinoco. Directora del Centro de Estudios de la Realidad Latinoamericana. Militante feminista.

 milux28@gmail.com      @AndreaPachecoH

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