La política entendida desde el lograr el bienestar de los ciudadanos de la polis, de todos sin discriminación, debe ser desocultada y asumida de nuevo en el presente siglo XXI, por cuanto ha sido desplazada en el tiempo. Para llegar al logro del bienestar ciudadano es necesario el asumir el compromiso de ir a la cosa en si para desocultar y retomar en su esencia, en lo teórico como en lo práctico, el contenido político, tanto por parte de todas y todos los ciudadanos como de quienes asumen y se ponen al frente del Municipio, el estado-provincia o la nación
Los y las que asumen la cosa política de lo público son determinados gracias al contrato social-político. Es el contrato donde la mayoría acepta ser gobernado y entrega, por convenio, a los otros el deber de asumir las instituciones públicas y gobernar para el bien común. El contrato permite que el estado natural animal, de los seres entes humanos, que hacen vida social al convivir con los otros, se supere. Gracias al contrato social – político se evita que la fuerza, la violencia, propia del ser ente animal, el poder del más fuerte se imponga y domine al otro más débil en la convivencia social.
En la escogencia del poder político aparecen los partidos competidores, las elecciones y el voto que se reúnen en la llamada maquinaria electoral. Es mediante el instrumento electoral donde se presenta los partidos y los disponibles para ser seleccionados, por todos los ciudadanos que reúnan las condiciones. La selección de los asignados a ejercer la labor de gobierno implica la a elección a través del voto. El seleccionado es el que obtienen la mayoría de votos. Un presidente en un estado democrático es legítimo cuando es elegido por la mayoría, mediante el voto de los ciudadanos de la nación. La legalidad de la Democracia se funda en el voto y en el buen gobierno para todas y todos los ciudadanos que conforman la población de la polis.
Como parte de su situación dialéctica, entendida desde la filosofía idealista de Hegel o el siempre presente circulo hermenéutico de la totalidad que conforma el ser histórico con las transformaciones y sus constituyentes de la filosofía hermenéutica de Gadamer, el auge con la decaída de la política y su Democracia a lo largo del tiempo tiene su historia con sus respectivas épocas. En Venezuela, retomando la época previa y más cercana relacionada con el tiempo presente, después de la caída del presidente Marcos Pérez Jiménez, el eslabón perdido de la historia, en las décadas del 60 hasta el 90 del siglo XX pasado, la política entro en decadencia, negando lo esperado de superación y su razón de ser. Los partidos caracterizados como el partidismo, votos, elecciones, campañas electorales y poderes económicos, nacionales e internacionales, que las financian junto a los medios de comunicación, que son parte de los instrumentos electorales de la política, terminan imponiéndose y viciando la política, pasando a negar y ocultar su razón de ser. Es así como el fenómeno político con su esencia y sentido auténtico es dominado y desplazado por las maquinarias electorales, los medios de comunicación y el poder económico, para concluir con sus consecuencias nefastas de la instalación de la denominada contra- política.
Surge de la política la contra-política y termina negándola para pasar a ser ocultada. Se convierte la política en la lucha por el control del poder en beneficio de los dirigentes de partido, grupos para mantenerse en el poder, el poder económico para dominar la política económica en favor de los intereses de los pequeños grupos nacionales e internacionales, junto a las leyes y demás estructuras de estado, causando su deterioro ético que se hace extensivo al deterioro ético de los ciudadanos y ciudadanas. El poder contra-político beneficia a minoritarios grupos de la clase social dominante y se consolidan para, poder gobernar, mediante los llamados “pactos políticos”, como el reconocido pacto de “Punto Fijo” de la década de los 60 entre los partidos poderosos de AD y COPEi. Es así como la política pasa a compararse con el sinónimo de corrupción, negando la política en su esencia, de laborar institucionalmente desde el estado, gestionando lo público, la propiedad social, para el bienestar ciudadano de la mayoría de la totalidad de la nación y no para particularidades o grupos.
Las y los políticos de oficio, asalariados que reciben un salario por su labor, legalizados y seleccionados a través del voto para ejercer el gobierno no pueden abusar del poder, otorgado por la mayoría de las y los ciudadanos que son sus regentes o jefes, y si deben cumplir, como asalariados, con su condición de servidores públicos, en las instituciones del estado, prestando sus servicios sociales-políticos para todos y todas, las y los ciudadanos de la polis y no para una minoría o particularidades. Cuando no se cumple la política se desvía de su esencia, se oculta y se va identificando con situaciones despectivas, de rechazo por ineficiencia, las instituciones de convierten en agencias de empleo por negocio, cobro de extras por servicios públicos para hacerlos en menor tiempo o no extraviar documentos, se apropian de los presupuestos de las obras públicas que no ejecutan u otros casos de corrupción o demás debilidades. La política poco a poco pierde su credibilidad y lamentablemente la nación, junto a los ciudadanos y ciudadanas entra en un proceso de deterioro. Para una nación, pensante, hacedora, productiva, trabajadora, creativa y con ética se requiere una política con su gobierno democrático doblemente pensante, hacedor, productivo, trabajador, creativo y con ética. La pérdida de credibilidad en la política se expresa en el voto con el ausentismo electoral y se habla de post-política.
En la medida que se nutre y recupera el sentido de la auténtica política se reactiva la credibilidad y las y los ciudadanos acuden a votar. Después de un periodo de estado de caída de la política, donde se dice, se habla mas no se hace, la política se levanta, se activa y ese fue el caso de Venezuela para 1998 donde se retoma y reafirma el ser político e histórico. Mediante el voto, la mayoría de ciudadanos expresaron su recuperada confianza en la política con su democracia e instrumento electoral y acudieron a votar. Es un acudir para garantizar el espacio abierto público de la Democracia, donde se presentan las plurales abstracciones y situaciones problemáticas con sus perspectivas. Es un acudir a un estado democrático para que se dialoguen las plurales abstracciones de concepciones de mundo con su existencia, para que se discutan, se confronten, se ponderen, se diverjan en otras creativas y se sinteticen desde el sensus communis o sentido comunitario, en función de que converjan en proyectos de cuerpos teóricos, abstractos y en transformaciones políticas donde se hacen obras, se aplican en lo fáctico del ser histórico de un país que instala otro devenir en el horizonte
Varios tipos de Democracia se han definido en Venezuela: Democracia Representativa, Democracia Participativa y Democracia Comunitaria y Sectorial Integrada. En el tiempo pasado, en el siglo XX impero la Democracia Representativa donde los venezolanos votaban para elegir sus representantes particulares de un partido, que decidían sin consultar a la mayoría que los eligió, cayendo en una negación de la mayoría de las y los ciudadanos que los eligió. En la primera década del siglo XXI la Democracia Participativa se fue abriendo camino para enfrentar la Democracia Representativa y se hicieron intentos, se hablo de consultar, tomar decisiones con el pueblo y hacer gobierno con el pueblo. Para la segunda década del siglo XXI se expuso el gobierno comunal, las comunas, los consejos comunales, la organización por sectores, mujeres, juventud, campesinos, educación, salud, economía productiva de servicio y financiera, cultura, deporte, medios de comunicación y hasta se hablo de gobierno de calle y Democracia Comunitaria .
Las nuevas experiencias políticas, con sus búsquedas existenciales y estado de apertura, abrieron el camino para la instalación, en el horizonte del devenir, de la Democracia Comunitaria y Sectorial Integrada DCSI. Otra nueva visión Democrática que surge de las propias necesidades en correspondencia con el giro político del siglo XXI y para alzar la voz de una gran mayoría de seres entes humanos desplazados que construyen el mundo, frente a los grandes intereses de minorías de poder político y económico, nacionales en concordancia con los transnacionales que controlan la nueva economía financiera y la globalización con el consecuente deterioro planetario que atenta contra la vida.
Es una nueva concepción política de Democracia Comunitaria y Sectorial Integrada DCSI, que exige cambios fundamentales del instrumento electoral, por cuanto tiene su estructura desde la bases sociales, de abajo para arriba, sustentada en las relaciones horizontales, la construcción colectiva, la visión integral y tecnológica del Desarrollo Integral Comunitario a partir de la incorporación de los mundos circundantes con sus experiencias, las comunidades , los diversos colectivos, los aportes de estado y los diversos sectores. Una nueva concepción política acorde con las exigencias de la presente época del siglo XXI, que supera los partidos agotados con sus maquinarias electorales, la contra-política con la subordinación económica al más poderoso, a los medios y la corrupción. La nueva Democracia Comunitaria y Sectorial Integrada DCSI amerita de una nueva Constitución o por lo menos de la Reforma Constitucional para ir transformando, en proceso, los fundamentos legales con la restructuración del complejo y convencional aparato burocrático del estado.
La política, con su democracia, se mantiene a partir de responder a su propia razón de ser en tanto garantice el bienestar de los ciudadanos y las ciudadanas de todos los sectores y comunidades superando las diferencias de clase y optando en torno al equilibrio social. Un equilibrio que busca la igualdad de los ciudadanos con la democratización de capital y con sus oportunidades de educación, salud, seguridad social, pleno empleo, vivienda, cultura, deporte, recreación, turismo, ambiente, entre otras. Una razón de ser de la política y su Democracia son los proyectos con contenidos planificados desde los fundamentos con relaciones horizontales y transformaciones políticas desde su visión territorial y condiciones poblacionales a partir de lo local, sumando y pasando por la municipalización, la regionalización hasta llegar a los contenidos políticos macro-nacionales. Una política que supere las líneas y verticalismos gubernamentales que se imponen de arriba para abajo, recogiendo los aportes desde los fundamentos y conectados con un sistema tecnológico incorporado con visión integral y administración transparente, con corrupción cero, que responda a una planificación a corto mediano y largo plazo, sustentada a partir de un organismo mayor para el desarrollo espacial y poblacional con tecnología integrada en los sectores de economía, salud, educación, cultura, medios de comunicación, ambiente, ciencia y tecnología, profesionales y técnicos, juventud, mujeres o campesinos
Si se genera malestar en los ciudadanos tanto de una clase u otra, de un sector o una comunidad, se dan manifestaciones donde se expresan los desacuerdos de la democracia. Si las manifestaciones crecen, pasan a las protestas sin control, la situación de la democracia se complica y entra en crisis que la puede llevar a un estado de caída, a la violencia que es la negación de la paz y pasar a una guerra civil. Durante cuatro décadas del 60,70 80 y 90 del siglo XX la Democracia Representativa, con sus respectivos presidentes, se mantuvo en el poder brindando privilegio y respondiendo a los interese de una minoría pudiente, propietaria de la economía nacional y defensora de los interés de la economía transnacional. La otra gran mayoría de la población sufría las calamidades de la pobrezas, emigrando a las ciudades, abandonando sus campos, las tierras para la producción agrícola debido al estado de deterioro en que se encontraban, sin vías de transporte, carente de sistemas de riego, sin semillas, atención medica y educativa sin perspectivas de futuro para las familias, por la falta de atención de los gobiernos de turno que derrochaban, según su conveniencia, los ingresos petroleros de todos las y los venezolanos. Ingresos que debieron traducirse en programas políticos para el fortalecimiento de la soberanía de la nación en todos los sectores y comunidades sin discriminación.
A partir de la década de los 60 se acentuó la emigración del campo a las ciudades, determinada en parte por las condiciones económicas. Por las deplorables condiciones de vida, negadoras de los derechos humanos, la mayoría de las familias emigraban de sus lugares de origen, de los campos buscando en los centros poblados otras formas de vida, dejando las tierras y producción abandonadas. En las ciudades de nuevo se encontraron con el abandono, hacinándose en los barrios y cerros, sin áreas verdes, deportivas, culturales, de salud, educación y servicios, donde intentaron enfrentar y sobrevivir sin trabajo estable, vendiendo, a bajo precio, su fuerza laboral. En el medio de la inflación e ignorancia, del alto costo de la vida, pero repleta de esperanza, creció la mayorías de las familias y con ellas creció la delincuencia, la droga, prostitución junto a la inseguridad y en la completa desidia política de la Democracia Representativa.
La Democracia Representativa no cumplió con su labor de servicio social-político, no respondió por décadas de 40 años y el pueblo despertó manifestando su desesperación en el llamado Caracazo de 1989 cuando bajaron los cerros de Caracas y se esparció por todo el país el rechazo a la llamada Camino de la Política Convencional que consolido la contra-política de la corrupción que no respondía a los intereses de la mayoría de la población y si a grupos minoritarios de la economía nacional y subordinada a los intereses económicos trasnacionales. La protesta continuo con el llamado evento cívico militar que enfrento al presidente Carlos Andrés Pérez el 4 de febrero de 1992. Fue el evento que preparo el camino de la política Tradicional Alternativa para que el pueblo, en 1998, tomara el poder con el presidente Chávez y desplazara la despectiva y agotada política del Camino Convencional de la Democracia Representativa.
A partir de 1998, sin obviar las épocas anteriores y las similares situaciones negativas con sus intentos de superación política e histórica, se inicia una experiencia política que favorece a la mayoría de la población más desposeída y los privilegios son menores para la clase dominante y predilecta anteriormente, durante 40 años aproximadamente. En la nueva etapa política, llamada V República se labora por la igualdad social y se abren las perspectivas de la Democracia Participativa, donde se señala que el pueblo es gobierno y se identifica con el socialismo del siglo XXI. Ahora la mayoría de la población, que durante 40 años sufrió y vivió en el abandono político, lo que genero un crecimiento de la pobreza en Venezuela alarmante, es la preferencia con la inclusión social. La lucha contra la pobreza desde 1998 fue la prioridad, por lo que se asumió en primer lugar la asistencia social y se crearon las misiones de: salud, educación, alimentación, vivienda, seguridad, cultura, deporte, economía, ambiente o estética urbana. La otra clase de la minoría privilegiada hoy, en el 2014, después de 15 años se siente afectada y manifiesta su descontento protestando de una manera violenta, destruyendo los bienes públicos y con la consecuencia lamentable de pérdidas de vidas de seres entes humanos, de hijos e hijas de Venezuela.
Es una situación dialéctica, según el idealista Hegel que posteriormente le sirvió y laboro Marx o una situación Hermenéutica de acuerdo con Gadamer, donde las luchas generan los cambios. Contradictoriamente los que antes estaban en el poder, ahora en el 2014 quieren retomar el poder político, para fortalecer y continuar su dominio económico. La minoría, además de verse a sí misma, debe ponerse en el lugar de los otros, de la mayoría que fue afectada durante 40 años, en las décadas de los 60, 70,80 y 90. El logro del equilibrio social y político, garantizando el bienestar de todos los ciudadanos de la polis es la meta política en una Democracia que fue asumida por el gobierno en 1998.
Es reconocida la labor tan grande que se inicio en la primera décadas del siglo XXI y que falta por hacer. Una labor para superar la pobreza tanto material, económica como cultural-espiritual y ética. Una labor que debe ser un reto de todas y todos los Venezolanos, hoy en el 2014, en el medio de situaciones que se viven actualmente en Venezuela como es la crisis económica, el desabastecimiento de productos que genera colas para comprar y pérdidas de tiempo con situaciones indignas inaceptables en el siglo XXI, la usura y contrabando, la delincuencia e inseguridad, universidades desplazadas con una labor de contra tiempo, una educación sin efectividad y calidad en la mayoría de los casos, una producción económica deficiente e instituciones del estado inoperantes y la terrible corrupción, que se ha heredado y se mantiene a pesar de los grandes compromiso políticos e históricos asumidos
Ante la más pequeña manifestación de desacuerdo la política con su democracia que experimentan las y los venezolanos en el 2014 debe asumir un mayor compromiso nacional, estar atenta, generar la auto-reflexión y revisar sus actuaciones en tanto mantiene las consultas con los diferentes sectores y comunidades, poniendo en práctica con la consolidación estructural de la política de Democracia Comunitaria y Sectorial Integrada DCSI, que es un nuevo paso agregado a la Política de Calle. Es urgente sincerar el ser político evitando la coacción, manipulando las necesidades de los seres entes humanos a través de mantener electores cautivos, debido a programas asistenciales, de empleo o vivienda que deben pasar a políticas y leyes en un estado de derechos.
La verdadera política con su Democracia como transformación democrática debe tender a su fortalecimiento en todas sus perspectivas, desde lo pequeño a lo grande en sumatoria. No puede y no debe la Democracia asumir relaciones verticales, autoritarias, lineamientos partidistas o de grupos económicos defendiendo y respondiendo a una parte de la totalidad que conforma la nación y debe evitar debilidades, asumiendo la corrupción con el lamentable crecimiento de la nueva clase burguerrupta o la burguesía corrupta, que debe ser puesta a la orden de la justicia para que responda por sus delitos de apropiarse de lo indebido. Al identificarse y defender solo a una parte de la sociedad niega la restante de la totalidad de la nación que conforma la población y en lo oculto e indirectamente pone en riesgo la democracia con su sistema electoral y votos que la legalizaron y que pueden ser ignorados, generando la violación de la paz. En la democracia es de gran importancia cuidar los pormenores y asumir que la gran obra del arte político de la Democracia se inicia por los pequeños detalles. Al debilitarse la democracia en lo pequeño y endógeno local, municipal, estadal o provincial y nacional, se hace más compleja y difícil la labor de derrumbar las viejas estructuras y la superestructura social-política, para enfrentar los intereses del dominio económico nacional y transnacional.
La democracia en el siglo XXI con estado de apertura es endógena, en relaciones horizontales transformadores y con visión integral en tanto resuelve sus dificultades desde adentro, inductivamente, a partir de particularidades a las totalidades en donde se disipa el horizonte político. En la Democracia no se impone y se van superando los contradictorios genios y grandes políticos que se imponen, como único pensamiento y praxis, que otros deben seguir como entes cosas con formas humanas de cuerpo o masas, sin ser que piensa, siente y decide en el hacer y comportarse con los otros.
Se entiende que permanentemente se da una lucha en torno a la verdad para avanzar política e históricamente. Es una lucha, un confrontamiento donde uno u otro bando, separado por el espacio de las grietas que hacen las diferencias, no se impone y domina. Es una lucha para que acontezca lo nuevo que surge como verdad que se instala en el espacio de las grietas de las diferencias. Una verdad que es la transformación histórica y política en Democracia y que desplaza la pretensión de repetir lo que fue en el pasado de la contra-política con la corrupción, la manipulación vil de necesidades humanas y esperanzas de los más necesitados de la sociedad con la coacción de los electores por el voto y la negación de la política por intereses partidistas económicos personales, grupos nacionales e internacionales.
Es una nueva y otra Democracia, correspondiente con la segunda década del presente siglo XXI, libre de estados de pensamiento cerrados convencionales y fundamentada en la vigencia del pensar abierto de la tradición con sus saberes y los poderes creadores del pueblo. Es el saber de la tradición que pertenece a la mayoría de ciudadanos y ciudadanas que conforman la nación, donde se junta el pensar y hacer de cada ser ente humano, desde la pluralidad de experiencias y mundos circundantes propios de su existencia, con sentido común junto a lo afectivo, los sentimientos, lo espiritual o energético conectado con la intuición y el estado interior del ser, equilibrado y armónico, con lo infinito desconocido que rigen la convivencia inter ser. Una convivencia de inter-ser que comparte para el bien común con sus prejuicios de autoridad que proviene de la tradición, presentes en la comprensión del tiempo pasado, los prejuicios de precipitación inherentes a las interpretaciones del tiempo presente, junto a los problemas que se enfrentan que buscan soluciones y los prejuicios de certificación dados en la aplicación de lo factum o práctico, del hacer productivo en la construcción del mundo. Es la Democracia para el buen vivir y realización de la existencia de todo ser ente humano con la consolidación de las obras de la aplicación fácticas o hacer concreto de todo pensar, abstracto, teórico e ideal en la consolidación de la soberanía de la nación.
El gobierno democrático de una nación es similar a una familia o una clase, que asume el docente, donde todos los integrantes son atendidos por igual sin obviar las prioridades. Si los padres de una familia tienes hijos con situaciones contrarias y negativas, antagónicas los padres y la familia en su conjunto se une para llegar a un acuerdo, resolver y superar, logrando transformaciones, de los estados de caídas en favor de la armonía, de la paz. La familia procura por la realización de todos sus miembros y vivir en un estado de armonía, de paz, sin negar la realización de todos sus miembros, sumando a la familia, no restando o negando a otros seres entes humanos. Lograr la paz, que es resultado de luchas, de la dialéctica con sus transformaciones de la existencia de la vida, no implica la derrota de los contrarios en un enfrentamiento, con la imposición de los dominantes sobre los dominados o vencidos. Implica la verdadera paz el triunfo de lo nuevo que surge de la lucha que se instala en el horizonte, que responde a las exigencias del tiempo presente, con lo que se escribe la historia política de la nación.
La Democracia no puede ser exógena y pretender que intereses externos e internacionales defensores de la supuesta “Democracia Mundial” y los Derechos Humanos, operen en favor de la Democracia Nacional de cada país, donde se viola su soberanía. Los organismos de seguridad, tanto nacionales como internacionales en nombre de la “Democracia Mundial” no pueden derrumbar por la fuerza militar la democracia de una nación y menos la Democracia de la República Bolivariana de Venezuela, propiedad de los hijos e hijas de Bolívar nacidos para hacer la historia, amantes de la libertad y sin esclavos o entes cosas con cuerpos humanos, carentes de ser, al servicio de intereses exógenos internacionales.
Los organismos de seguridad, nacionales e internacionales, no pueden reprimir y sumar las pérdidas de existencia humanas mediante el uso de las armas, en nombre de la Democracia, Derechos y Libertad. Una imposición es una contradicción donde se reafirma el regreso del estado animal de los seres entes humanos. Un estado animal de donde parte y se justifica, dada su superación, el contrato social político para instalar gobiernos y vivir en Democracia. El uso de organismos de seguridad internacionales y en consecuencia la vigencia del estado animal, es una situación regresiva donde se impone el poder del más fuerte, respondiendo a los intereses de los más poderosos con el cual a la nación se le niega en su autonomía y libertad, haciéndose súbdita de esos intereses ocultos, nacionales y transnacionales.
El giro de la teoría democrática, identificada con la Democracia Comunitaria y Sectorial Integrada, en las primeras décadas del siglo XXI, refiere la necesidad del ser ético vinculado a la soberanía nacional que hace vida en la Democracia. Es un ser ético que se construye, desde lo singular, con la toma de decisiones y, en el colectivo, a partir de lo soberano del todo de la nación, integrando las partes de los singulares con sus sectores y comunidades. Incorpora, al fundamento legal de la democracia ganada con votos que le da el carácter legal al gobierno democrático, el construir la Democracia en la existencia de todos los seres ente humanos, con los comportamientos en la vida que son decisiones y obras, gracias a la dignificación del trabajo. Son comportamientos propios de cada ser ente humano, de lo singular que se incorpora a la social del colectivo.
Es en la toma de decisión donde participa la ética, que es una ética transformadora, en tanto, cada uno del ser ente humano piensa, discrimina, escoge, selecciona o crea desde la ética originaria, para asumir la ética integrada con su comportamiento en la democracia, donde se encuentra con los otros, debido al inter-ser que comparte, en lo común que los identifica y los une haciéndolos soberanos y con autonomía. Lo soberano de la nación, por la ética transformadora política, que además involucra el compromiso de la ciudadanía junto a la responsabilidad civil, derrumba la omnipotencia de la autoridad del poder elegido o el poder político constituido, nacional e internacional, al confrontarlo al poder de la mayoría del colectivo, el poder constituyente sin violencia con comportamientos soberanos.
El partido y el poder constituido políticamente se debilitan con lineamientos y autoritarismos que se convierten en gobiernos, legalmente ganados en las elecciones con votos, pero débiles democráticamente al atender solo una parte de la totalidad ciudadana. Son gobiernos legales con ilimitada y lineal autoridad política sobre una comunidad pero sin límites de autoprotección del estado democrático, mediante la participación colectiva plural, que corren el riesgo de enfrentar situaciones violentas en cualquier momento.
Para favorecer la salud de la democracia se debe sustituir el poder cerrado y convencional del partido ganador de un gobierno democrático, debido el voto que lo hace legal, por la incorporación ética, con la apertura permanente de lo singular junto a lo colectivo divergente y plural creativo de los otros. Una apertura para entrar en la construcción colectiva, donde opera la ética, en torno a, en diferentes posibilidades, tomar decisiones sobre la vida en favor del sensus communis, del sentido común de lo comunitario, del bien común de la totalidad de ciudadanos y ciudadanas, miembros de la comunidad.
La política con la participación de los otros es la posibilidad de contribuir a la construcción ética. Una construcción que puede evitar comportamientos con reacciones violentas que contradice la esencia del ser de la política y atenta contra la estabilidad de la democracia. Posiblemente son reacciones, de energías ocultas, como respuesta a las limitaciones de los seres entes humanos, negaciones, restricciones y condicionamientos, debido a la carencia de participación de la construcción de la política con su Democracia. Es en esa apertura donde interviene el dialogo para la elaboración por sectores de un contenido político de la cultura nacional, la educación, medios de comunicación, la salud, la economía o el ambiente con las situaciones globales.
El acaparamiento político del poder con sus líneas y autoridad convencional puede acelerar el deterioro de la democracia en el tiempo. Si se acapara el poder, entre otras situaciones, mediante la coacción de los ciudadanos afectos o no al gobierno, en torno a garantizar las fuerzas partidistas que garantizan el mantenerse en el poder con el voto cautivo, la democracia entra en estado de caída. Se da una forma de coacción al esperar el respaldo ilimitado al partido al aportar y solucionar necesidades humanas de empleo, vivienda, alimentación, economía, entre otros, que son derechos ciudadanos que debe otorga a todos el estado democrático.
Indirectamente con la coacción se entra en la negación de los seres humanos que no pueden poner en práctica su construcción ética al tomar decisiones singulares-colectivas y deben ajustarse a los condicionantes del dar el voto por recibir a cambio. La razón de ser de la política con su democracia pierde sentido y pasa a ser, en lo oculto, una negación de libertad que impide hechos verdaderos como transformaciones de comportamiento humano y que terminan, en lo aparente que se muestra, inclinándose a los atentados violentos contra la democracia, respaldados por los intereses internacionales. Un gobierno con su partido no necesita de las deplorables y soeces situaciones de monopolización y coacción de todo ser ente humano y tendrá garantizado su permanencia en el poder si obra en torno al bien común con sentido comunitario, reafirmando la razón de ser de la verdadera política con la armonía Democrática.
Es una armonía en democracia capaz de construirse desde lo pequeño con sus particularidades, pasar por lo colectivo y sectorial hasta llegar a lo grande de la Política de Estado Nacional para garantizar la soberanía junto a la paz. La armonía democrática y la paz son las grandes armas para construir una nueva superestructura social-política, con sus estructuras de estado que responda en lo económico a una Democratización de Capital, con sus respectivas situaciones sociales y culturales. Armonía y paz en Democracia en la nación se convierten en un escudo protector, para enfrentar cualquier intento de los grandes intereses de las poderosas transnacionales de manipular los mínimos descontentos, promoviendo la violencia para llevar la población a una guerra civil y subordinar la nación a sus intereses, en todos los ámbitos económicos, políticos, culturales, educativos comunicacionales entre otros apoderándose de la libertad y soberanía de la nación.