Hace varias semanas los medios de comunicación internacionales enfocan sus cámaras y centran sus contenidos editoriales en el conflicto nacional de Ucrania, una pugna que más allá de lo intrínseco se ha dirigido en una creciente pugna internacional entre Estados Unidos y Rusia. Defendiendo el Estado norteamericano el actual gobierno de Ucrania con intervenciones del FBI y la CIA , tras la destitución no democrática del Presidente proruso Viktor Yanukovich, y Rusia dando visto bueno a los movimientos independentistas de las regiones de Crimea o Donesk. Fuera de la tesis de un retorno a la Guerra Fría es un retorno a las contradicciones entre potencias incentivándose la dialéctica entre unilateralismo y multipolarismo.
El choque entre Estados Unidos y Rusia, muy presente en el Consejo de Seguridad de la ONU con rivalidades como el caso de Siria y ahora de Ucrania, ha hecho que cada uno de los actores busque sus socios internacionales para ganar mayor legitimidad sobre sus acciones geopolíticas. El principal vínculo de primer nivel ha sido la convergencia entre Estados Unidos y Unión Europea, frente a la asociación creciente entre China y Rusia participando conjuntamente en la institución de países emergentes, BRICS, junto a Brasil, India y Sudáfrica. El anuncio de las sanciones económicas de Estados Unidos a Rusia llevó a que la misma China, principal comprador de la deuda de Estados Unidos, anunciará como respuesta sanciones contra el Estado norteamericano . Pero además de las alianzas entre grandes potencias, no se han dejado de lado países “secundarios”.
Obama visitó la semana pasada cuatro países asiáticos , Japón, Corea del Sur, Malasia y Filipinas, con tres finalidades. Dar tranquilidad a estos Estados por los últimos choques con Rusia y China. En segundo lugar conseguir mayor facilidad a las operaciones militares norteamericanas en las bases que disponen en estos países por si el conflicto con Rusia se acrecienta, y como tercer punto fortalecer las relaciones económicas y comerciales con países miembros del Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica, una escisión dentro del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) a la que China no pertenece pese ser miembro de la APEC.
A la contra, Rusia dirigió su último trabajo diplomático por América Latina, una región con crecimiento económico continuo los últimos años y que tiene cada vez mayor protagonismo internacional potenciando instrumentos regionalistas como la CELAC o UNASUR, y usando estas instituciones como estrategias de vencimiento a su etiquetaje histórico de ser “patio trasero” de los Estados Unidos sufriendo su constante bélica injerencia. Los países en los que concretamente aterrizó el canciller ruso, Serguéi Lavrov, fueron Nicaragua, Cuba, Chile y Perú. Los dos primeros países centroamericanos y caribeños son integrantes de la estructura regionalista posneoliberal del ALBA-TCP chocante con los intereses librecambistas asimétricos de Estados Unidos, mientras que contrariamente Chile y Perú son de la institución regional de la Alianza del Pacífico, propulsora del ultraneoliberalismo y a favor de los Tratados de Libre Comercio (TLC). Dos países satélites del proyecto continental que intentó promover los Estados Unidos en 2005 con el ALCA. ¿Por qué Rusia visitó a estos 4 países en plena crisis política internacional, y no a potencias regionales como Brasil o Argentina?
Estrechando lazos tanto con el ALBA-TCP como la Alianza del Pacífico
Según el canciller la visita a Cuba y Nicaragua, además de los intereses comerciales sobre todo con la mayor isla de las Antillas tras aprobar su nueva Ley de Inversión Extranjera para analizar la entrada de capital ruso en Cuba, era un gesto político de agradecer a los dos países su voto diplomático contra de la resolución de Naciones Unidas el pasado mes de marzo sobre el ilegítimo derecho de Crimea de celebrar un referéndum de autodeterminación. Más allá de una supuesta visita de agradecimiento político y como fortalecimiento económico bilateral, hace unas semanas el viceministro de Defensa Ruso, Anatoli Antónov, afirmó que Rusia está “negociando la creación de puntos de apoyo técnico y de mantenimiento para las naves de la flota rusa” . A pesar de desmentir con ello la desinformación que se creó sobre si Rusia construía bases militares en países como Cuba, Nicaragua y Venezuela, pareciendo que se reproducía la “Crisis de los Misiles de Cuba” de 1962, no hay que desmentir la estrategia militar de Rusia de fortalecer lazos con países díscolos y vecinos con los Estados Unidos. Este movimiento es parte de la estrategia de defensa de Rusia contra las decenas de bases militares de la OTAN, lideradas por Estados Unidos, que hay en los países europeos y asiáticos fronterizos con Rusia .
Sobre el caso de Chile y Perú, estando actualmente los dos países estrechamente vinculados a la política internacional de Estados Unidos ya que no se opusieron a la Resolución de la ONU sobre Crimea, para Rusia es de gran trascendencia acercarlos a sus posiciones geoestratégicas. En primer lugar Chile está como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y su voz tiene mayor impacto diplomático para 2014 y 2015, y Rusia pretende acercarse a Chile fortaleciendo la cooperación militar y sobre todo iniciar negociaciones para un TLC. De esta manera Rusia pretende fortalecer las relaciones comerciales con Chile para que se generen contradicciones en el país latinoamericano sobre su apoyo incondicional a Estados Unidos. Putin visitará a la mandataria chilena Michelle Bachelet el próximo mes de Junio. Lo mismo sucede con Perú, Rusia busca firmar en un futuro próximo un Tratado de Libre Comercio.
Con el acercamiento comercial de Rusia a Perú y Chile, solo le faltaría fortalecer y consolidar también TLC con Colombia, donde existen negociaciones desde 2013 , con México , y con el futuro nuevo miembro de la Alianza en 2015, Costa Rica. Una vez ratificados los 5 TLCs, Rusia tendría directamente un TLC sumatorio con toda la Alianza del Pacífico, entidad a la que ve con buenos ojos desde su fundación en 2012 . Esto, teniendo en cuenta un crecimiento del comercio de Rusia con la Alianza del Pacífico sobre todo en intercambio de commodities y tecnología, podría generar que este socio regional político que potenció Estados Unidos contra la estrategia proteccionista del MERCOSUR y posneoliberal del ALBA tuviese finalmente comportamientos incómodos para la política internacional de los Estados Unidos al cumplir con el eje central clásico economicista de la globalización neoliberal; la economía por encima de la política.
Rusia, posiblemente haya aprendido experiencias de la Guerra Fría, sabiendo la importancia del pragmatismo político que llevó a cabo el mismo Presidente norteamericano Richard Nixon en los años 70 al estrechar relaciones con la China Maoísta tras la ruptura de relaciones del país asiático con la URSS por disputas marxistas. Por ello, en el siglo XXI Rusia tiene como movimiento estratégico, además de su vinculación solidificada con los Estados antimperialistas latinoamericanos, acercarse con fundamento mercantilista neoliberal a los Estados socios del imperio norteamericano para generar disputas y contradicciones entre Estados Unidos y sus socios actuales en América Latina, hecho que soplará consecuencias en la geopolítica internacional.