Diálogo, muerte y zarpazo

Que nadie se equivoque. Cualquier paso en falso servirá para engolosinar a un enemigo que no cree en la verdad. Menos en la justicia. Mucho menos en mesas de diálogo o algo que se le parezca. Nosotros insistiremos en que efectivamente hay que poner las cartas sobre la mesa y sincerar las posiciones. Nuestro Presidente, Nicolás Maduro, llamará a la paz de mil maneras y ellos, tal cual como han venido actuando, le darán patadas a la mesa y a lo que se le parezca.

Está claro, esta oposición se enmascara de mil maneras, no oculta su simpatía por las guarimbas, se regodea cada vez que cae asesinado un compatriota y ha sido incapaz de emitir un pronunciamiento para deplorar hechos violentos.

Si ingenuamente pensamos que el hecho de sentarse en una mesa significa un gesto de disposición a buscar la tranquilidad del país, estamos equivocados. Ellos están totalmente convencidos que la Constitución Nacional no es su vía para llegar al poder. Igual piensan desde los círculos de poder de los Estados Unidos.

Ahora, toda la provocación que ha montado la oposición con sus actos callejeros y nocturnos tiene objetivos muy claros. Como lo han hecho en otras latitudes, sobredimensionan e inventan hechos. El montaje, la mentira, chantaje, soborno y la compra de conciencia es el pan de cada día. Todo ello con el fin de construir un expediente que justifique ante las instancias internacionales que controlan, lo que ellos saben hacer para acabar con gobiernos que no son de su agrado. Sabrán ustedes que si se trata de la Revolución Bolivariana, que proclama el Socialismo del Siglo XXI, las ganas son mayores.

Por otra parte, el asesinato selectivo y despiadado ya forma parte del a,b,c que tiene el clarísimo objetivo de intimidar y aterrorizar a la militancia revolucionaria y al pueblo venezolano en general. Los francotiradores, mercenarios contratados, están haciendo de las suyas. Ya se hace frecuente el balazo en la cabeza a un funcionario de los cuerpos de seguridad o a un ciudadano que despeja una vía para transitar.

Lo ocurrido al dirigente Eliézar Otaiza rebasa el vaso de la maldad criminal. Lo torturaron hasta matarlo, tal como hicieron con el Profesor Alberto Lovera, Jorge Rodríguez (padre) y a tantos revolucionarios durante las décadas del 50 al 80 del siglo pasado.

En fin, estamos frente a una derecha criminal, desesperada por el poder y antipatriota. Ellos seguirán con su complicidad, actuando de la mano con asesinos bien pagados con los dólares yanquis. Que nadie se equivoque.



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Juan Azocar


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