Los sucrenses sentimos el curioso y agradable orgullo de ser un estado caracterizado por la riqueza de sus variantes musicales, que para sorpresa de quienes se dedican a su estudio, pueden palmo a palmo abismarse de la cuantía y calidad de sus instrumentos, compositores e intérpretes.
Se nos viene a la mente la voz chispeante y graciosa de María Rodríguez, el viejo Luis Mariano, Pedrito Hernández, el Grupo Oriente, Hernán Marín, el Morochito Fuentes y el simpatiquísimo José Julián Villafranca. Igual sentimiento sienten los margariteños con sus inolvidables bastiones como Jesús Avila, Francisco Mata, José Ramón Villarroel, Perucho Aguirre y sus Collar de Perlas, Beto Valderrama y Lucién Sanabria, entre tantos.
Sucre es tierra y mar de sorprendente musicalidad. Cada día, año, década y siglo tiene nombres de poetas, músicos y cantores. La magia, la gracia y la alegría se unen en infinitas voces que nos vienen de cualquier rincón de esta tierra de múltiples faenas.
Así, en un hermoso paraje de nuestro apreciado estado, en El Pilar, municipio Benítez, un 12 de julio de 1947, nació un grito que se convirtió en voz profunda, sísmica y abrazadora de quien desde comienzos de 1970 conocemos como Gualberto Ibarreto, el cantor de la voz del pueblo.
Sencillamente, Gualberto. Y estamos hablando de la inequívoca y portentosa vocalización de un sucrense conocido en todos los rincones de la patria por haber entregado su vida a la difusión de nuestras mejores páginas musicales. En su voz el inolvidable Luis Mariano Rivera regó por toda Venezuela expresiones de este bello estado con sus florecitas y frutas de la tierra y el mar. A ese paseo se unieron compositores como Enrique Hidalgo, Simón Díaz, Manuel Graterol, Rubén Fuentes, José "Pollo" Sifontes, Rafael Salazar, Augusto Ramos, Henry Martínez y Chelique Sarabia.
Con Gualberto, el pueblo venezolano abrazó su canto con Canchunchú florido, Cerecita, Cuerpo Cobarde o La pea, La guácara, Ni contigo ni sin ti, El garrafón, María Antonia, La carta, La chacalera, El diablo suelto, La bikina, El sancocho, El guareque, El negro y el catire, Lucerito...y dele.
Merecido homenaje que le rendimos a Gualberto en la Cumaná de los 500 años. Es la correspondencia y el sentido agradecimiento que nuestro pueblo sucrense le brinda a quien con su popular canto nos ha regalado infinitas alegrías.
Aplausos para quien ha enaltecido en alto pedestal nuestra rica y variada musicalidad. Nuestro eterno agradecimiento para quien nos deja una placentera herencia en su voz de ventarrón para acariciar nuestras playas y alborotar el cardumen para alegría de los pescadores. Alegría y vitalidad para la jota, el galerón, la malagueña, el polo y el bolero que vibran en tu voz. ¡Viva Gualberto, con su sobrero de cogollo y su recia voz de pueblo!