Nuestros enemigos han dicho hasta el cansancio que estamos en una crisis. Algunos afirman que es demoledora, otros que es la mayor de nuestra historia. La extravagancia de estas conjeturas no puede asombrarnos. La contrarrevolución ha desarrollado una matriz cargada de mentiras infames.
Creemos que indudablemente existen agudos problemas en áreas fundamentales de la sociedad venezolana, algunos de ellos gravísimos. Sin embargo, nuestra opinión es que el país no está en esa crisis, promovida para generar expectativas que, a su vez, se traduzcan en un comportamiento generalizado capaz de traducirse en ese caos anunciado.
Entre los principales problemas, algunos de ellos muy agudos, tenemos la inflación, la escasez, las distorsiones cambiarias y la inseguridad. En lo económico ha incidido fundamentalmente una estructura económica enferma, surgida y desarrollada desde la segunda mitad del siglo XX, caracterizada por el rentismo, el parasitismo, la dependencia y el atraso productivo. Son fallas estructurales que emergen con mucha fuerza ante contingencias económicas o trastornos políticos, como la política golpista propulsada por la guerra económica. Sin duda, nuestros errores también han jugado su papel…
Entre las fortalezas encontradas para superar esa situación y evitar la crisis divulgada, tenemos la consolidación de la estabilidad política, el desarrollo de las políticas sociales, la existencia de poderosos movimientos políticos y sociales que respaldan al chavismo, alianzas internaciones muy valiosas…
La situación reclama las decisiones correctas en los tiempos exigidos. Estamos en momentos de definiciones históricas.