En verdad, pero con respeto, no sé quién es Jorge Giordani, si es o no experto en astrología o en economía, en matemáticas o ingeniería, Si sé, por todo lo que duró en el Gobierno que fue siempre un hombre de confianza del camarada Chávez. Giordani ha estremecido los huesos, tuétanos y músculos del Gobierno pero también el cuerpo de la sociedad venezolana con su famosa carta. Salió otra carta del camarada Navarro a quien sí conozco en solidaridad con Giordani aunque mucho más reducida pero tiene un contenido de alerta sobre la situación que llama poderosamente la atención a los que con cuatro dedos de frente saben dar con todo el contenido de cartas públicas. También hombres pesados del gobierno, como de Freddy Bernal han expresado opiniones que antes ni se decían ni se escuchaban y que tienen que ver con la necesidad de decir la verdad.
Entramos en un periodo de cartas van cartas vienen como en la independencia. Aquí no hay tiempo para la carta del coronel que nunca llegó. La carta de Giordano tiene peso político gústele o no le guste a los políticos que hasta ayer lo admiraron pero que desde ahora lo adversarán y combatirán. La verdad crea reacciones como tiene que ser porque es en el momento concreto donde la verdad choca con la mentira y estalla en pedazos explosivos que no necesariamente causan daño a la política dominante en ese instante. Lamentablemente, a veces, la verdad llega tarde. Muchas veces guardamos silencio para no decirla por favorecer determinados intereses -especialmente- políticos. La política es como juego científico de misterios, donde todo hay que descubrirlo para luego desnudar las palabras, separar una de otras pero uniendo unas con otras y así dar con la enfermedad que muchos de la alturas del Estado no se percatan por otra vías. La verdad es la ley suprema de todas las cosas.
Luego de leer la carta de Giordani, no tengo duda de la condición de militante de Giordani. No sé si me equivoque pero creo descubrirle cierta inclinación al trotskismo. Tengan por seguro que si en este país sucediesen acontecimientos compulsivos y hasta hubiese desarrollo de violencia social, el gran culpable no sería el imperialismo sino Trotsky, ese viejo testarudo que a más siete décadas de haber sido asesinado persiste en llevar a cabo su revolución permanente.
Bueno sólo quería decir sobre la carta de Giordani que es necesario darle un lectura correcta y me parece que una de ella es la siguiente: no esconderle ni las verdades ni las contradicciones que se mueven como pez en el agua en el interior del Estado, del Gobierno y de su Partido Político principal al pueblo. Los pueblos no son estables, no tienen el mismo nivel de conciencia; se vuelven impacientes cuando corren rumores y nadie les informa del contenido de los mismos y son capaces de cometer locuras que vayan en su favor no agarrándole línea política a nadie. Así como siguen masivamente a un líder, a un Gobierno, un mañana cualquiera lo desprecian, lo persiguen y lo guillotinan. La historia es rica en ejemplos de ellos, Hay que ir, y especialmente en momentos como este, a la experiencia histórica para vías de enseñanzas que eviten cometer errores. No dejen, por favor, de tomar en cuenta, por mucha ira que les haya causado la carta de Giordani, los concejos que señale, las críticas que haga al igual que las de Héctor Navarro y todo aquel que lo haga de manera constructiva. Las deudas con la verdad deben ser saldadas para bien del proceso revolucionario y de la vida misma. Yo, por ejemplo, ahora que me ha tocada un dura batalla con un cáncer y que no descarto allí pueda estar el fin de mi destino tengo muchas que decir pero especialmente una que la haré pública muy ponto y sólo le voy a pedir a mis camaradas Juan García y Juan Contreras no dejen que me destruyan por decirla, porque ellos saben que nunca he hecho nada por hacerle daño a otra persona.