Los Premios Nobel de Literatura, quizás, sean los seres más especiales en la sociedad, tal vez, un poco debajito de los niños y de las niñas. Todos, los que se lo han merecido y los que no se lo han merecido el Premio Nobel de Literatura, han hecho o hicieron muchas expresiones fuera de las artes o, mejor dicho, han hecho o hicieron incursiones en la política: unos, con mucha prudencia; otros, sin busca de reconocimientos personales; y unos pocos casos muy extraños, por ansia ilimitada de poder político que es el caso de don Mario Vargas Llosa.
Don Mario Vargas Llosa, sin duda, un extraordinario literato y merecedor del Nobel que se ganó es, quizás, el único Premio Nobel de las últimas décadas del siglo XX y primeras dos del siglo XXI que se ha dejado arrastrar por un odio personal e irracional contra la Revolución Cubana, contra Fidel, contra Raúl y luego contra el Proceso Bolivariano y Hugo Chávez y que ahora lo alarga contra Maduro. Mientras que el más grande de los Premios Nobel de Literatura en toda su historia, el Gabo, Gabriel García Márquez, recientemente fallecido desarrolló un poderoso y fructífero amor hacia la Revolución Cubana y, especialmente, sobre su máximo líder el comandante en jefe Fidel Castro.
Sin duda alguna, don Vargas Llosa ha llegado a la etapa del delírium trémens de la antipolítica o del extremo subjetivismo nihilista. Su estado de percepción se ha descompuesto en demasía desde que Fujimori le propinó un nocaut en el combate electoral por la obtención de la Presidencia del Perú en 1990. Desde allí el literato don Vargas Llosa se dejó llenar su corazón de un nivel demasiado elevado de ira y de irracionalidad que venía desde años atrás vomitando contra la Revolución Cubana y cuestión que fue suficientemente aclarada por Haidée Santamaría pero que nunca satisfizo a don Vargas Llosa. Fidel, en cambio, siempre procuró mantenerse al margen de las irreverentes y necias acusaciones de don Vargas Llosa sobre la Revolución Cubana.
En Venezuela no existe libertad de expresión pero cada vez que invitan a don Vargas Llosa a dictar conferencias, viene y las cumple al pies de la letra sin que nadie se las evite, se las prohíba, sin que ningún organismo del Estado venezolano le ponga una mano en el pecho y le diga: ''Tiene que irse inmediatamente del país porque aquí no va a dictar sus conferencias''.
En su más reciente visita traído por la derecha política venezolana que ha buscado de mil maneras darle textura política a las guarimbas y don Vargas Llosa se presta para tal falacia, llegó a decir que Venezuela padece un ''anacronismo radical o radial''. En verdad, y eso ya no es posible que lo reconozca don Vargas Llosa por su odio tan acumulado contra la Revolución Cubana y ahora contra el Proceso Bolivariano venezolano, que el Gobierno venezolano y el Gobierno cubano mantienen una estrecha y radical relación diplomática de camaradería por creencia en los principios del socialismo. No hay duda, pero decir que el Gobierno venezolano quiere copiar al pies de la letra el modelo cubano sí es un anacronismo radical producto de un delírium trémens nacido de un trasnochado nihilismo embriagado en un subjetivismo filosófico que ni siquiera en la India lo han tomado en cuenta para evitar que cualquier intelectual amarillista lo transforme en religión.
La arrogancia o la irreverencia de don Vargas Llosa no sólo raya en el cinismo sino que la transforma, sin darse cuenta supongo, en una burla hacia el gentilicio venezolano sean de izquierda o sean de derecha o sean del centro, cuando dice que siente tristeza por nosotros y que Venezuela sea conocida en el mundo por su violencia y no por sus éxitos. Don Vargas Llosa, usted es un Premio Nobel de Literatura que no debe seguir incrementando su riqueza material personal vendiéndole mentiras a la sociedad en vez de promulgar verdades, que eso vale muchísimo más que el dinero con que le pagan sus conferencias. Seguramente siente también tristeza por el pueblo haitiano pero me atrevo asegurar que ni un dólar de los suyos ha enviado para alimentos o medicinas a ese pueblo que sigue siendo víctima de una elevada miseria social.
Don Vargas Llosa, desde que su corazón se infló a lo máximo de la cima de odio contra la Revolución cubana y su líder Fidel Castro y ahora contra el Proceso Bolivariano y su líder Hugo Chávez y plagiado también contra Maduro, se ha convertido en dictador de cátedra de moralismo inquisicional y no de transmisor de conocimientos literarios para una juventud mundial que mucho lo necesita. Más se ocupa de descubrir el agua tibia que averiguar en el campo de las ideas cuáles contribuyen a armarse de conocimiento verdadero y cuáles no. Acaba de descubrir don Vargas Llosa lo que Chomsky, Petras, Dieterich y muchos científicos no han podido: ni en Francia ni en Alemania hay socialismo. Se las comió don Vargas Llosa y merece un nuevo Premio Nobel no de literatura sino de Política. ¿Pero usted, don Vargas Llosa, se ha echado un paseíto preguntándole a gente de los pueblos francés y alemán si han vivido alguna vez el socialismo o no, para determinar si lo saben primero que usted o no? Usted, don Vargas Llosa, cuando visita a Venezuela no habla con gente del pueblo sino con el reducido grupo de intelectuales que lo rodea y le escucha sus dictados de moralismo dentro de cuatro paredes y no al aire libre como le gusta a las comunidades menos educadas o formadas de la sociedad.
Bueno, al fin y al cabo don Vargas Llosa, es su manera de pensar y actuar y eso se lo respeto pero no lo comparto. El género humano recordará al Gabo -don Gabriel García Márquez- por muchos pero muchos siglos mientras que a usted, tal vez, por muy pocas décadas cundo abandone el mundo sobre las Tierra. Quizás eso no le interese porque lo que se necesita para la única vida real en el mundo es dólares y no conocimientos. Claro, para la derecha política de este planeta usted es el hombre e intelectual ejemplar para el género humano que cifra todas sus esperanzas de redención en que un día el capitalismo vuelva a lanzar consignas de justicia social. Quieran ustedes o no, el socialismo los vencerá.