De lujuriosos, fumadores y comunistas arrepentidos

Mi tío José, un empedernido fumador por aquellos años, siempre me decía que no había nada peor que una prostituta arrepentida, pues luego de convertida al evangelio se escandalizaba con aspaviento por cualquier media pierna que se asomara desde una falda, como queriendo exorcizar su pasado mientras más inquisidores eran sus juicios.

Una cantante de nombre Cocotero Tero de Tero era una de las arrepentidas preferida por mi tío para sustentar su tesis sociológica. La artista, ya en su adultez, repentinamente y por revelación divina habíase convertido a las filas del Señor, claro está, después de disfrutar sin mayores escrúpulos de una lujuriosa juventud en la que se extasió en los más libidinosos pecados. ¡Así cualquiera se arrepiente!, decía él.

Conforme pasaban los años esta tesis del arrepentimiento seguía rondando por mi cabeza y fui descubriendo poco a poco su potencia para explicar no sólo el comportamiento de meretrices convertidas en mojigatas, sino de toda suerte de arrepentidos: exfumadores, exalcohólicos, exladrones, exinfieles, etc. Sin embargo, siempre había un tipo especial de arrepentido que llamaba mi atención por su desfachatez para despotricar de lo que había sido algún día, me refiero a los comunistas arrepentidos.

Exguerrileros o exmilitantes del PCV, PRV, OR, CLP, LS, BR o del MIR son algunos de los que he conseguido a mi paso, para asombrosamente escucharles hablar con vehemencia y desprecio del sarampión Rojo que sufrieron en sus años mozos, que el marxismo pasó de moda, que el capitalismo es el único sistema perfectible, que fue inmadurez las piedras, letras o plomos que un día tiraron, que la izquierda es para darle un rostro humano al capitalismo. Hay unos que al hablar de manera tan recalcitrantemente neoliberal poco a poco y de manera fantasmal les va creciendo la nariz y la gorra de Pinochet; hay incluso quienes ahora se pavonean con total desprecio en sus carros y lujosas camionetas entre una ciudad llena de indigentes, como riéndose y suspirando de placer por haberse quitado de encima el peso y la rabia que antes les producía la injusticia y la pobreza.

Los más arrepentidos se les consiguió durante un tiempo en AD y COPEI, para los menos arrepentidos el MAS fue un refugio en el que devinieron en adecos anaranjados. Muchos de estos comunistas ahora están doblemente arrepentidos. Primero cargaron con la culpa de haber sido un día comunistas y ahora, que la izquierda resurge en Latinoamérica y en Venezuela, están arrepentidos por segunda vez. A unos lo que más les duele es que perdieron el chance, por lo menos al inicio, de que el gobierno “revolucionario” los llamara para un cargo público, hoy en día se les puede conseguir a muchos vistiendo boinas rojas y hablando de las bondades del “proceso”; por ahí andan ahora tratando de recoger todos los pedazos que soltaron. Otros andan erigiéndose en la mata de la objetividad o del equilibrio queriendo hacer creíbles sus análisis económicos y políticos, todo a cuenta de haber estado con Dios y con el Diablo y de sentirse más allá del bien y del mal. ¡Tantas vueltas y no terminan de echarse, carajo!.

Han pasado los años y mi tío José dejó de fumar, ahora no aguanta no sólo el humo sino la infame presencia de una cajetilla de cigarrillos. Todos los fumadores estamos ahora a merced de que se aparezca por ahí con su perorata y cuanto reportaje de prensa sale, para tratar de convertirnos a su arrepentimiento de exfumador. Y de paso ya me contaron que también había dejado de beber.

heiberdario@yahoo.es


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Heiber Barreto Sánchez

Politólogo. Co-moderador del programa de opinión y análisis Golpe de Timón.

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