Danilo, Eliézer y Robert Serra... ¿y ahora?

    En los 15 años de Revolución Bolivariana es prácticamente nada lo que se pueda señalar como acto violatorio de derechos humanos. El Presidente Maduro ha  mantenido la línea de acción  que al respecto practicó el Presidente Chávez.  De manera que  nadie puede dudar, aquí en Venezuela y en el mundo entero,  de  la alta connotación de tolerancia del gobierno  y militancia Bolivariana.

     Saben ustedes que este proceso revolucionario ha pasado por momentos difíciles desde el mismo momento en que  llegó al gobierno.  Es imborrable para la memoria de los venezolanos  el momento en que el Presidente Chávez retorna a  Miraflores,  abril  2002,  y levanta el crucifijo para  pedirle al pueblo venezolano  paz,   ante la difícil situación que vivía el país.

    Para nada ha cambiado el comportamiento de esta oposición en quince años de gobierno chavista.  De nada  valieron los llamados de Chávez.  Ante su inesperada muerte  se frotaron las manos  con la seguridad  de que  para ellos  era inminente y pan comido,  asumir el poder por la vía de la desestabilización.

         Ya saben ustedes como ha sido su accionar desde el mismo momento en que el Presidente Maduro llegó a Miraflores.  La Presidenta del CNE no había terminado de leer el primer boletín de resultados, cuando el llamado de la desesperación fascista convirtió  a muchas  de nuestras ciudades  en espacios de muerte y desolación, quemas de  centros  de atención pública y alteración del  orden público.

     Hasta el sol de hoy siguen en lo mismo.  Se atrevieron a infiltrar en  nuestro territorio  a mercenarios,  y más allá de  las muertes que han causado en las filas chavistas, ellos deben saber muy bien que están  engendrando  un monstruo que los devorará a ellos mismos. Esperamos que  desde sus filas, algún cuerdo, si lo hay,  los obligue a reflexionar.

     Por encima de todo, hay que detener esa locura por el arrebato y el escabroso  camino escogido por quienes definitivamente no creen en leyes ni en llamados a la tolerancia.  No hay dudas que  como consecuencia  de esa hostilidad, incomprensión, odio y locura de la oposición  por llegar al gobierno,  se han prestado  para convertirse en  cómplices de la mucha sangre  derramada.

     Su intolerancia y antichavismo los implica en las muertes de centenares de compatriotas.  Sembraron la saña, el veneno y  han  sido cómplices en la  importación  del nefasto  paramilitarismo,  para que nuestro país, amante de la paz,  se sorprenda ante horribles crímenes de dirigentes revolucionarios.

     Lo ocurrido a Danilo Anderson, Eliecer Otaiza y ahora al joven dirigente  diputado a la Asamblea Nacional, Robert Serra,  retrata la verdadera cara de la ultraderecha y sus  declarados planes fascistas para asumir el poder.  Para enfrentarlos y derrotarlos, ya Chávez no dejó la receta: Unidad, lucha y  batalla  frontal de la unidad cívico- militar. ¡ No volverán!



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Juan Azocar


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