Actualmente el país vive crecientemente una de sus peores crisis económicas, derivado por un lado por un sabotaje que a modo de guerra contra la economía venezolana se ha venido desarrollando durante los últimos dos años, por actores diversos, pero también por variables externas relacionadas con la disminución de más del 30% de las Reservas Internacionales desde el 2013, la reducción considerable de los precios del oro y el petróleo, dado el carácter monoexportador de la economía Venezolana, una creciente demanda de divisas para satisfacer las necesidades básicas, y las exigencias que en esa dirección hace el sector privado, que históricamente se ha basado en una lógica de puerto en detrimento de la oportunidad de elevar las capacidades productivas.
Estas condiciones exigen respuestas que se encuentren a la altura de las circunstancias, que eleven los niveles de eficiencia en la gestión pública y que estimulen el desarrollo de un verdadero aparato productivo, cónsono con los asuntos estratégicos y de interés nacional, con la participación activa del pueblo y la clase trabajadora, que además sea capaz de eliminar progresivamente la dependencia de las divisas para su desarrollo, estimulando igualmente la superación de los viejos paradigmas como los de sembrar el petróleo, creando unos nuevos, no para restarle importancia a la Industria Petrolera, que hoy en día es fundamental en términos de soberanía sino, para potenciar fuerzas productivas que permitan atender las crisis generadas por factores foráneos.
Requiere tales análisis soluciones de impacto en lo concreto que en esa dirección apunten tales retos y desafíos, pensando siempre en un modelo alternativo al capitalismo como sistema operativo que condiciones la acumulación indebida e inescrupulosa de unos cuantos de la riqueza nacional. Es por ello que desde el Táchira se presentan condiciones excepcionales para abonar en esa causa común de elevar el potencial productivo, sustituir importaciones y promover además la superación del modelo rentista petrolero.
El Sector Minero del Táchira presenta un gran potencial sobre dos elementos concretos, referidos a las reservas de Roca Fosfórica y Carbón existentes en la Entidad, donde se encuentran dos Fábricas únicas en el País, una de Coque Metalúrgico indispensable para el desarrollo de la Industria Siderúrgica y la otra de Fosforita para garantizar la soberanía agroalimentaria de los Venezolanos. En el caso de la primera podríamos estar hablando de la sustitución en una primera fase del 25% de las importaciones totales realizadas principalmente a China y Canadá, y la segunda igualmente en una primera instancia el 45% de este mineral proveniente de Pakistán y Marruecos.
Estos aspectos representan una oportunidad extraordinaria, en términos de sustitución de importaciones, además porque no requieren divisas extranjeras para su operatividad, y presentan la particularidad de tener garantizado la materia prima en la proximidad de las Fábricas, donde además se pueden generar procesos diversos que estimulen nuevas relaciones sociales de producción, con la participación activa de los trabajadores, y que puede potenciar aspectos fundamentales como el apalancamiento del Plan Guayana Socialista o la concreción estratégica del desarrollo en el Eje Apure-Orinoco, a partir del ahorro de divisas a la Nación, como elemento medular para la aportar en la concreción de la superación del rentismo petrolero. Solo falta voluntad política y eficiencia en los tiempos de las decisiones pertinentes para que en la proximidad podamos estar contando con verdaderos procesos que generen una verdadera industrialización socialista, en nuestras manos está, para que como aquella frase de José Martí apliquemos que "la mejor forma de decir es hacer".