La perspectiva de una literatura que aborda el problema del indio, en tanto que problema social y como cuestión antropológica; comienza, si podemos decir así, dada la polémica que implica tal afirmación, con la novela “Aves sin nido” (1889), de la autora peruana Clorinda Matto de Turner. (1852-1909). La novela emerge bajo dos categorías de la represión política- ideológica característica del siglo XIX; primeramente, la coerción a toda consideración crítica del abordaje del tema indígena como una de las manifestaciones del problema de una sociedad racista y decadente que concebía al indio como un animal de carga. Segundo, que quién hiciera la denuncia y el análisis, además de poeta, escritora, periodista, fuera también mujer, y para colmo ilustrada; en consecuencia, era inaceptable social y política, para esa sociedad, la irrupción de la mujer como categoría social en esa sociedad peruana de finales del siglo XIX.
Dado que en estas notas estamos abordando la transición literaria del indianismo al indigenismo, es oportuno observar la perspectiva de la autora en torno a su concepción de la novela. Veamos lo que ella nos dice en el prefacio de la novela: “Si la historia es el espejo donde las generaciones por venir han de contemplar la imagen de las generaciones que fueron, la novela tiene que ser la fotografía que estereotipe los vicios y las virtudes de un pueblo, con la consiguiente moraleja correctiva para aquéllos y el homenaje de admiración para éstas”. Sera pues, la realidad latente en su más radical expresión la que encontraremos en este enfoque; por tanto, será la expresión de la vida del indígena y la realidad social y política donde se encuentra inmerso; cuestión opuesta a la perspectiva de la narración que sublimizaba la realidad del ser del indio, como a la naturaleza con la cual convivía; por tanto, las imágenes que ella proyectaba venía a ser una realidad inexistente, salvo en la imaginación de esos autores, por cuanto su narraciones no expresaban la naturaleza, tanto del indio como del contexto de una tierra y selva vegetal, inhóspita y mágica al mismo tiempo, en la que hacían vida los indígenas americanos.
Nuestra autora nace en el Cuzco, Perú, en 1854. Desde muy temprano emerge en las letras peruanas; a los 20 años comienza a ser reconocida en el ambiente de Lima, tras su trabajo “Las tradiciones peruanas”, publicadas en el diario “Correo del Perú”. Trabajos que en 1884 fueron recogidas y publicadas en dos volúmenes, viniendo a ser una de las primeras expresiones de la literatura costumbrista en su país. En 1886 entra en el Circulo Literario de Martínez Prada, reconocido intelectual de la época, quien tuviera influencia tanto en Haya de la Torre como en Mariátegui, fundadores del partido APRA y del Partido Socialista respectivamente, hacia la mitad de la primera parte del siglo XX. Para 1886 escribe un ensayo biográfico sobre el escritor cuzqueño Juan de Espinoza Medrano, quien compusiera dramas en lengua quechua. Para 1889, nuestra autora escribe “aves sin nido”, la cual vendría a representar su obra de mayor renombre.
Su visión de la sociedad y del contexto de la época le llevo a ejercer una crítica radical, cuya consecuencia le marcarían el rumbo de su vida. Rechazó el fanatismo y la hipocresía de la época, por tanto, se granjeó el rechazo de la capa dirigente, así como también el rechazó de una colectividad conservadora que no aceptaba, tanto las posiciones de nuestra autora como su postura, en tanto que mujer que rechazaba toda discriminación femenina. A partir del golpe de estado de Pierola fue atacada, ya no bajo el verbo público, sino físicamente; su casa fue violentada y asaltada por una turba enloquecida que aupaban los políticos. Fue desterrada del país y se radica en Argentina, luego de deambular por España, Francia e Inglaterra. Muere en 1909 en Buenos Aires, Argentina.
“Aves sin nido” nos narra la historia de una familia (Fernando y Lucía) de Lima que van a vivir a una aldea de la sierra, cuya población es fundamentalmente indígena, por motivos de intereses y de la actividad profesional del marido. La esposa que pasa el mayor tiempo en la casa se va compenetrando, descubriendo, la vida indígena. La narración nos va recordar parte de la vida de nuestra autora, por algunos puntos en común que tiene con la narración. Una pareja de indígenas (Marcela y Juan) entran en la órbita de protección de la joven esposa; por ellos descubre las condiciones de explotación y ausencia de derechos que sufre la pareja, así como el resto de la población indígena. Lucía denuncia los hechos y descubre la tríada del poder representada por el gobernador, el juez y el cura; es decir, el gobierno, la ley que justifica su existencia y la iglesia que moldea el pensamiento en la pasividad y la quietud, es decir, lo ideológico. Tras un ataque a la casa de la pareja indígena, muere Juan; y la familia es socorrida por Lucía; tras la muerte, más tarde, de Marcela, quedaran sus hijas al cuidado de Lucía. Varios eventos se suceden donde se manifiesta la barbarie de la trilogía del poder sobre los indígenas. Desencantados y frustrados por la situación que viven los indígenas y la injusticia imperante, Lucía y su esposo vuelven a Lima llevándose a las hijas de Marcela. El amor hará su aparición para dar cierre a la narración y develar en un escenario melodramático la realidad político social, y al mismo tiempo la confirmación de un amor imposible. El pretendiente de la hija de Marcela y ella misma son hijas del mismo padre; es decir, son hijas del cura.
“Aves sin nido es una novela donde se manifiesta una posición anticlerical, así como es frontal en la denuncia del poder establecido en la época. Sin embargo, en su análisis, la autora no va más allá de las soluciones personales; así como el tono de la novela nos revela su intenso paternalismo. Tengamos en cuenta que estamos en 1889; es decir, en la última década del siglo XIX y la perspectiva de un análisis de la realidad social y política, bajo un enfoque de corte marxista no vendrá si no algún tiempo más tarde. Recordemos que el peruano J.C. Mariátegui publicara su “7 ensayos sobre la realidad peruana”, aproximadamente 30 años después, es decir, en la primera parte del siglo XX.
Llama la atención la fuerza política, el impacto social, el choque psicológico que ha debido producir nuestra autora con la metáfora romántica del amor imposible de dos jóvenes, cuya desgracia en el amor y en su vida, es consecuencia de una sociedad corrupta y en especial de la iglesia. Para la época tuvo que ser un hecho político sin precedentes, para toda la sociedad peruana y su población que estaba dominada ideológicamente por una mentalidad conservadora, mojigata y moralista. La metáfora vino a llenar el vacío que pudo existir en términos de caracterización política- ideológica de una sociedad racista y de clases. Tanto la estructura de la novela, como la metáfora del amor prohibido ha seguido usándose hasta mucho tiempo después, aún en los canciones populares; pero ese primer uso y las repercusiones políticas y literarias que generó hacen de “aves sin nido” una novela pionera en el discurso literario indigenista americano, así como es fuente de material donde buscar aquellos elementos que nos caracterizan, aquello que conforma lo que somos, es decir, la identidad del ser americano.
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