Yo sé que usted está preocupado por mí y está haciendo lo imposible por lograr mejorar mi calidad de vida y obtener para todos los venezolanos “la mayor suma de felicidad posible” a fin de poder cumplir el legado de El Libertador y del Comandante Eterno. Conozco sus buenas intenciones al darme este año que finaliza tres aumentos salariales que en total llegó al 60%
Mi ruego está, querido presidente, en que cada vez que usted aumenta los salarios yo me vuelvo más pobre. Cada vez la vida se me hace más insostenible y mi poder adquisitivo merma. Por ejemplo usted aumenta los salarios en un 30% y los comerciantes suben los artículos en un 300%. Fíjese que en el año pasado un caramelo costaba Bs. 1.oo y ahora el caramelito más chimbo no baja de Bs. 3.oo. Yo sé que eso no es culpa suya, pero a mí me hubiera gustado seguir ganando lo que recibía el año pasado, pues me permitía con Bs. 5.oo comprar 5 caramelos y ahora necesito Bs. 15,oo para obtener el mismo resultado. ¿Me explico mi presidente?.
No le sigo contando las penurias que estoy pasando, pues yo sé que usted las sabe y para que eso no me siguiera sucediendo usted creó La Ley del Precio Justo, en la cual exige a los empresarios a no obtener ganancias mayor al 30%. Usted pensó que si los obligaba a eso y aumentaba los salarios en un 60%, nosotros, el 80% de la población, saldríamos beneficiados. Como iniciativa bien intencionada, no está mal. Lo que pasa es que en nuestro país no tenemos empresarios justos y los ´pocos, a los cuales se les podría dar esa denominación, no van a permitir que El Estado les regule sus ganancias. Si usted revisa nuestra historia dese el periodo colonial, verá que ningún gobernante los ha podido meter en cintura.
Presidente, en la época de la IV República, apenas hace 15 años atrás, cuando en las pocas veces que lo hicieron, aumentaban los salarios, por ejemplo en un 10%, los empresarios no se atrevían a aumentar más del 50% los artículos de primera necesidad. Algo que costaba Bs. 1.oo al otro día costaba Bs. 1.50. Decíamos en esa época que los salarios subían por la escalera pero los precios subían por el ascensor. Ahora tendríamos que decir que los salarios siguen subiendo por las escaleras, pero los precios suben en cohetes. Casi le da a uno taquicardia cada que oímos o vemos los precios de los artículos que estamos obligados a comprar para alimentarnos.
Si, mi presidente, usted me aconseja que vaya a Mercal, Pdval o los abastos bicentenarios que tienen los artículos a precios regulados y subsidiados con dólares a Bs. 6.30; pero aun así, si lo hiciera, lo que gano se vuelve sal y agua, pues esos centros de distribución no cubren más del 30% de mis necesidades, quedando el otro 70% en manos de los empresarios privados; los cuales se encargan de esquilmarme como si fuera yo una oveja. Es tal que un grupo de merideños, cuando entran a los comercios levantan los brazos en señal de que van a ser atracados.
Mi presidente, yo sé que usted tiene demasiados buenos asesores en economía y cualquier sugerencia que por este medio pueda hacerle, recibirá las burlas de ellos, pues los especialistas son los que saben de esas cosas de la macroeconomía, pero yo me voy atrever a sugerirle tres medidas que debería pensar para ver si yo y muchos venezolanos dejamos de hundirnos en la pobreza producida por los aumentos de salarios que usted realiza:
1.-Sacarse de su cabeza la idea de que existen “Precios Justos” y de que los empresarios capitalistas venezolanos tienen en su mente el concepto de “justicia”. Para ellos, como todo capitalista que se respete, “precio justo” es igual a “máxima ganancia” Si los precios de los artículos de primera necesidad no están estrechamente ligados a los salarios de los trabajadores que producen esos bienes, entonces cada día los pobres seremos más pobres y los ricos más ricos. ¿Se necesita un postgrado de economía para entender esto?
2.-Tomar la decisión de aceptar o no las dos ideas claves del Che Guevara, cuando expresó que “al Capitalismo, ni un tantico así” y “no se puede hacer una revolución socialista usando las armas melladas del capitalismo”. El no adoptar estrategias claras para enfrentar al enemigo hace que le hagamos concesiones en la cual está sellada nuestra derrota. Si usted, estimado presidente, cree que no están dadas las condiciones objetivas para acabar con el paradigma capitalista, pues piensa que nuestro pueblo no está preparado para ello, entonces diga claramente que eso no se puede por ahora y que usted lo que va es a capear la tormenta mientras cambien las condiciones. Recuerde el “por ahora” de Chávez. A veces una retirada a tiempo es una buena estrategia para cargar, con mejores pertrechos, contra el enemigo. Piénselo mi presidente.
3.-Acéptese como Presidente y no como un simple ejecutor del “legado de Chávez”. Ya nuestro Comandante tiene su lugar en la historia. Nadie podrá quitarle lo bailado, como dice el pueblo. Pero usted es el único responsable de sus actos y la historia lo juzgará como Nicolás Maduro Moros, presidente de la República Bolivariana de Venezuela y no como heredero de Chávez. Si usted llegara a fracasar en su gestión, la culpa no sería de Chávez y del magnífico Plan de la Patria que nos legó.
Le pido disculpas anticipadas si algún concepto emitido por mi pueda haberle molestado, pero yo sé que usted fue obrero como yo y ambos tenemos la piel de cocodrilos. Le deseo una feliz navidad en unión de sus seres queridos y por favor le vuelvo a pedir, rogar y suplicar: No nos haga aumentos salariales para el año que viene y haga todo posible para contener la avaricia capitalista evitando la inflación que nos empobrece.
Con el mayor respeto y consideración: