Aquel 8 de diciembre de hace 2 años es imposible recordarlo como si fuera ayer. Imposible no recordar la inequívoca orden del Comandante Supremo al pedirle al pueblo con mucha humildad y firmeza que de estar ausente se eligiera a Nicolás Maduro como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Así sucedió. Responsable y lamentable despedida que nos traslada al mismo salón dónde Chávez hizo la transmisión televisiva de aquella noche, estábamos presentes. De aquella dolorosa determinación surgió una demostración popular de disciplina, de profunda lealtad de los cuadros y de la inquebrantable unidad –en nuestro seno y militancia política– construida y legada por el Líder Eterno.
De aquella fecha y antes en pleno tratamiento de su enfermedad se desprenden entonces las primeras victorias de la segunda fase fortuita de una dinámica política sin Chávez a la cabeza potenciando candidaturas, lo que deja ver de forma explícita la profunda convicción del pueblo sobre el proceso de transformación que vive en Revolución y la maduración de un pueblo que históricamente fue sumido en la inercia ante los asuntos políticos de la nación salvo algunos acontecimientos de implosión popular no articulada hasta que surgió una luz en las tinieblas con el ejemplo que hoy se sigue de Chávez cuando mostró el camino del cambio a través de la unidad de las fuerzas populares oprimidas, organizadas en torno a una propuesta de país distinta, primero con la insurrección y luego por la vía democrática tal y como hasta ahora hemos demostrado ser invictos y hegemónicos siendo mayoría.
El panorama nacional actual y visto cronológicamente en el tiempo plantea que las mayorías de las gobernaciones están en manos de la Revolución, que el gobierno central está bajo la responsabilidad del primer Presidente Chavista, Nicolás Maduro, también electo por la mayoría y además la inmensa mayoría de las alcaldías ganadas también un 8 de diciembre (de 2013) son del chavismo. Esta realidad vista cualitativa y cuantitativamente nos mantiene en posición de mayoría y las condiciones nos permiten tener la hegemonía sobre el control político nacional. Esto nos pone al frente de la ofensiva de los obstáculos que sea que tengamos que superar porque es propio que la minoría burguesa, de derecha, lacayos del imperio o meros defensores de sus incalculables capitales sigan siendo nuestro más grande adversario aunque estén en posición de minoría, aunque sus gobernadores y alcaldes no gobiernen, aunque tengan diputados corruptos, dirigentes fascistas y apátridas. Son nuestros permanentes adversarios directos que le hacen juego a quienes más les incomodamos y es precisamente al imperio norteamericano.
Al hacer esta revisión sabemos entonces a qué nos enfrentamos pero no tenemos precisión sobre hasta cuando los enfrentaremos, por ahora parece ser permanente, incesante y cada vez más burdo el contrincante.
No podemos perder de vista que la mayoría en la Asamblea Nacional significa para la oposición una oportunidad de salir del Presidente mientras para nosotros se traduce en la continuidad de la Revolución en su lucha diaria por generar las más óptimas condiciones de vida ciudadana de todos y todas los que habitan esta Patria de Bolívar. No existen leyes exclusivas para los Chavistas en detrimento del sector opositor, por el contrario y gracias a que somos mayoría en el parlamento es que todos los venezolanos son beneficiarios de las leyes promulgadas en tiempos de Revolución, tanto que si han existido beneficiarios directos y expeditos en estos 15 años ha sido los sectores medios al ser protegidos sobre sus formas financieras con los bancos corruptos que en la IV república los ahogaban. Esto último es sólo un ejemplo de los elementos a contrastar entre lo que representa una opción y la otra. No hay duda que a todos los venezolanos y venezolanas les conviene por la paz y estabilidad familiar y de sus hijos una asamblea en su mayoría socialista.
El 2105 nos convoca a arreciar la ofensiva política revolucionaria porque puede ser que la oposición se juegue casi todas sus cartas para actuar con la premisa de siempre sobre el: ahora sí los sacamos… En este año venidero nos debe embriagar cada día el espíritu de los gloriosos 8 de diciembre, la misma disciplina, la misma cordura, la misma atención sobre el significado real de la construcción de la Patria y de la permanencia del pueblo en el poder. Somos libres de hacer críticas pero seamos leales al único ser que nos enseñó el camino para sostener las transformaciones sociales en beneficio del pueblo, transitándolo en paz.