Ya casi despidiendo el año pudiéramos hacer un recuento y analizar un par de aspectos relevantes sobre la vida colectiva, familiar y privada, todas cotidianas de los venezolanos.
Migración
Sabemos que no es un fenómeno solo venezolano, la migración existe desde que comenzaron dibujarse fronteras y a escribirse los libros de historias, en el mundo, y casi lo fue hacia la luna, aunque hoy siguen vigentes otros intentos por conseguir vida en otro planeta. Sobre esto último, si especulo, pudiera suscribir algunas tesis de cine y de otros que se parecen a sus escritores sobre que el propósito de toda exploración en tierras ajenas tienen la posibilidad real de un fin migratorio, ante una posible crisis ambiental que haga insostenible nuestro sistema (ecosistema) y la vida en el planeta. Ambas cosas se parecen aunque se salven las distancias entre viajar de un país (natal) a otro en "busca de oportunidades" e irse del planeta porque no existan otras oportunidades. Ambas cosas tienen sus campañas mediáticas, históricas, con diversos argumentos, pero motivadoras; otras migraciones obligatorias se han dado producto de guerras. A Venezuela y a los venezolanos les comenzaron campañas promotoras de la migración (no a otro planeta aunque por los relatos de los que se devuelven, pareciera) en búsqueda de los mismo con el argumento de insostenibilidad muy similar al de los escritores de guiones. Todo esto se ha arreciado en la última década y con más fuerza en los últimos 5 años. Una campaña dirigida a los venezolanos, que surtió efecto en quienes han sido más vulnerables en su percepción y práctica del concepto del ciudadano productivo debido a la venda rentista petrolera que nos hizo vivir en demasía, bonanza, todo subsidiado, en fin… algunos de no trabajar o de trabajar pocas horas, con múltiples beneficios directos o indirectos de la renta administrada en revolución que alcanzó por fin a los más pobres, consolidó los sectores medios y fortaleció a los grandes empresarios, pues, pasaron, los más vulnerables de conciencia a tener como opción migrar y ser descaradamente explotados. Ya casi ni duermen, trabajan 15 horas, han perdido familias, matrimonios, se han degradado a la sumisión plena en lugares parecidos a Marte (si fuese cierto que hay vida en Marte, cómo nos verían). Muchos, cientos de miles, luego de vivir aquella experiencia fueron convocados a volver al país con el Plan Vuelta a La Patria; se ven sonrisas cuando regresan, cansancio, pero intuyo que puede haber algún aprendizaje que quizá alguien esté sistematizando. Hay algunos atrevidos que se atreven a comparar nuestro fenómeno migratorio con el de Colombia, mayor atrevimiento, vulgar, no inocente. Hemos sido toda la vida receptores de migrantes de Europa, de Asia, de Alemania, de millones de colombianos (por su larga guerra interna y Narco-Estado) y sobre todo también hemos sido toda la vida buenos anfitriones de empresarios gringos que no abandonan esta tierra por sus actividades petroleras, es decir: quisieron vender que somos su patio trasero pero somos la tacita de oro (petróleo, oro, cobre, etc) de todo el continente y más. Valga decir entonces que lo que ocurre hoy con la economía venezolana, sumado a las viles campañas promotoras de la migración pues ha tenido efectos directos en las economías de los países de la región latinoamericana (quienes no acostumbran a recibir migrantes) y hoy la crisis migratoria es de toda la región y ahora afecta a Estados Unidos de forma directa debido a que su campaña del American Dream aunque se diseñó en blanco y negro, sigue vigente y sigue surtiendo efectos por acciones a color y en UHD 4K, en contra de nuestros pueblos.
La mercancía más transada
El dólar. Jamás había sido tan popular la referencia del todo en esta moneda que no es más que otra mercancía. Nunca pasó por mi mente (quizá ingenua) que el billete verde tendría algo que ver con la fijación de cosas que da la tierra venezolana si le tiras lo que desechas de algunos alimentos y que ni siquiera hay que ocuparse por regarlos, la auyama, el cambur, el plátano, el cebollín, el ají, la cebolla y pare usted de contar. ¡insólito! Paseas por el estado Guárico y ves ganado en pie y tierras sembradas pero carnicerías cerradas o sin carne y charcuterías ni se diga. Aun así la ingenuidad alcanza a asumir que por tratarse de El Llano venezolano no alcanzaría la referencia diabólica de la moneda en cuestión y preguntas el precio del cartón de huevos en plena carretera o en cualquier pueblo y la respuesta es la misma que te dio el vendedor de los huevos cuando salías de Caracas, de Delta Amacuro, del Zulia o de donde sea. En ese momento el adjetivo que merece la moneda de moda que referencia el precio en nuestro amado Bolívar, pues, se agudiza, coge más carácter.
Hasta el 2017 (también duro económicamente) se veían exhibidos los precios en casi todos los establecimientos comerciales para acceso de bienes de consumo y servicios. Hoy es muy extraño verlos y cuando se ven los trabajadores te dicen: -aproveche que en la noche les cambian los precios y mañana es más caro. Nada de lo que hablo sobre la especulación económica se conforma solo como mi opinión y no tiene ni un ápice de especulación mis afirmaciones.
Nos damos cuenta entonces que hay un sector del país que le apuesta al caos que está promoviendo el Departamento de Estado norteamericano, quizá inconscientemente pero, están siguiendo el guión, "siguen la carroza"... Mientras tanto el Gobierno nacional sigue haciendo grandes esfuerzos por mantener la vida económica de la familia venezolana de manera digna, que no se pierda el poder adquisitivo que tanto ha sido bombardeado. La culpa no es del dólar, sino de quienes lo utilizan para dominarnos. Ya lo han hecho con otros pueblos y lo han logrado; nosotros seguiremos insistiendo en El Petro, otras alternativas y sobre todo defendiendo nuestro sagrado Bolívar. Las consecuencias de vuelta (lo indica nuestra historia) serán devastadoras de tan exitoso plan que sigue cabalgando sobre nuestra sociedad pero que cada vez se deja ver mejor y si algo tiene la izquierda del mundo es a los inteligentes, intelectuales y más grandes pensadores de su lado. Sobre este capítulo, le dedicaré otra entrega. ¡Qué viva Bolívar!