Los venezolanos tienen frescas las vivencias e imágenes del paro convocado por FEDECÁMARAS, CTV, cúpula de PDVSA y la ultraderecha a finales del 2002. También están muy frescas las consecuencias de lo que significó ese atentado y los que han seguido contra el pueblo venezolano. Las pretensiones fueron y siguen siendo muchas. Excesivas. Ambiciosas. La comida, el combustible para vehículos, el cambio monetario, hasta el beisbol profesional y las navidades en aquel diciembre.
Curioso que los protagonistas de aquella oscura página, trece años después sigan en el mismo escenario, con el mismo recetario, la misma actuación y las mismas intenciones. Con el mismo modus operandi. Con la misma alevosía y maldad. Peor de lo peor, con la misma impunidad.
Inolvidable para nosotros la presencia del liderazgo y una dirección político-gubernamental guiada por quien a la postre supo sortear las mil y una dificultades para pasar a la eternidad victorioso. Me refiero a Hugo Chávez.
La crisis económica que actualmente vivimos en la cual convergen causas políticas y económicas, estructurales y coyunturales, no escapa al oportunismo político de la elección del venidero mes de diciembre. Y como quiera que la oposición venezolana convierte cada elección en plebiscito, ya los oímos decir que le van a dar hasta con el tobo al chavismo o que habrá fraude.
Curiosamente, existe una oposición que no oculta sus tenebrosos planes. Es así, abierta y recurrentemente macabra. No pierden micrófono para anunciar persecución y venganza.
Lo que sí sabemos es que en su afán por lograr el gobierno son capaces de cometer todo tipo de atrocidad. Imposible olvidar lo que hicieron aquel 11 y 12 de abril del 2002 cuando desataron su furia fascista persiguiendo, apresando y asesinando.
A estas alturas el pueblo venezolano ya sabe valorar el significado y la actuación de quienes pugnan por la dirección del país. Más allá de esta evidente crisis económica, con su carga perniciosa de desviaciones, vicios y prácticas vulgares, nuestros compatriotas encuentran razones y acciones reaccionarias descaradamente antinacionales. Es así como juegan, apuestan y azuzan el molestar, el saqueo y hasta el asesinato de ciudadanos.
De manera que lo dicho por quien nos tiene amenazado como país peligroso con un decreto, no deja de insistir en torcernos el brazo, doblarnos el espinazo o hacer chillar la economía, como lo anunciaron una vez en Chile.
Así, estamos claros. Con el actual cuadro interno, guerra mediática interna y externa, el montón de bases militares que nos rodean, por si acaso, con el gobierno títere de Guyana y una oposición de ultraderecha con evidentes rasgos fascista. Todo ello nos invita a la unidad nacional al lado del Presidente Maduro, a la defensa de la patria y de la Revolución Bolivariana como proyecto democrático, popular y humanista. ¡No volverán!