Racionalidad maltrecha

Muchas personas transitan su día a día pensando que sus prácticas habituales, son correctas y verdaderas. Sin percatarse que en muchos casos, lo que hacen es reproducir los esquemas de un sistema que los subyuga.

A diario vemos cómo se agolpan centenares de personas en los mercados, muchos buscando productos de primera necesidad para llevar a sus hogares, pero además, y de manera muy significativa, muchos que parecieran calcar entre sí ciertos rasgos y actitudes: suéteres mangas largas, piel bronceada o quemada, viandas…miradas al asecho, desafiantes, que imponen en muchas ocasiones la dinámica de las colas para beneficiarse: adquirir de primero o las veces que quieran los productos que más adelante venden domésticamente con precios arbitrarios (en sus casas o bodegas) o bien entregan a las grandes mafias del contrabando. Eso es correcto para ellos.

Y más allá de ese alboroto, hay otros con ese mismo proceder "correcto". Aquellos que rasparon muchas tarjetas, y modestamente se beneficiaron porque "estaban en su derecho", así como quienes por los mismos motivos compraron apartamentos y casas para alquilar y vacacionar, y que ahora presurosos pagan a un corrupto funcionario de un banco del Estado para que les dé otro plástico y seguir raspando. Y la cadena de beneficiarios de esta modalidad sube hasta aquellos invisibles que transan dólares-bolívares, y de ese modo, casi invisibles siguen oprimiendo nuestra economía.

En ese concierto de "razones y verdades", recientemente un grupo de indígenas y no tan indígenas protestaron y quemaron parte de la sede de la Alcaldía del Municipio Guajira porque les decomisaron bultos de comida que contrabandeaban. La misma razón que les llevó en una ocasión a tomar la cabecera del Puente sobre el Lago, y en otra oportunidad, casi literalmente a ocupar la casa del Gobernador del Zulia. Todo ello amparado en aquello de ser "ancestralmente" comerciantes. Que por cierto, por ser consecuente con ello, en un gesto de solidaridad con esa cultura el gobierno nacional propició la creación de diversas cooperativas para potenciar el desarrollo de la guajira, pero desafortunadamente, tal iniciativa fue mal interpretada y monopolizados estos organismos por quienes han hecho de la frontera y la guajira, un territorio ancestralmente desigual.

En ese orden, se hace largo listar los diversos y diferentes grupos que con sus procederes justifican, comprar alimentos para revender, raspar, contrabandear, represar solicitudes en CANTV para vender paralelamente las líneas, y otras tantas artimañas. Grupos que desvelan una racionalidad maltrecha que boicotea la pretensión de construir una sociedad más honesta, solidaria, igualitaria y justa.

 



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Aquileo De Jesus Narvaez


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