Recientemente fue aumentado en 100 por ciento el salario de los profesores universitarios en Venezuela, hecho importante en medio de la crisis que afecta a la economía capitalista-rentista prevaleciente en el país suramericano. Ahora bien, ¿qué pasa con los millones que ganan sueldos muy inferiores a los de los universitarios, con el agravante que significa sortear el cada vez más elevado costo de la vida? Hay quienes aseguran que los más de 38.000 bolívares (complicado determinar en dólares debido a las diversas tasas de cambio) que pasarán a ganar los docentes titulares de las casas de estudios superiores, seguirán siendo insuficientes; entonces basta imaginarse las penurias diarias de quienes perciben el salario mínimo (menor a 8.000 bolívares, siendo comparativamente uno de los más bajos en América Latina), que medio alcanza para la subsistencia de una sola persona gracias al subsidio estatal de algunos alimentos y la existencia de servicios relativamente gratuitos. Más aun, hay empleados que no reciben ni la paga mínima, como los contratados a la orden de las gobernaciones, cuya vida cotidiana es casi una calamidad.
Con lo señalado en el párrafo anterior no se da entender que el sueldo de cualquier trabajador vaya a ser igual al de un profesor universitario (aunque no sería una idea descabellada, considerando que hasta un humilde albañil es bien útil a la sociedad, incluso más que numerosos docentes vagos, mediocres, politiqueros, inmorales y pare de contar), sino que se advierte de lo injusto y desigual del capitalismo en materia laboral, que medio favorece a una minoría asalariada mientras que mantiene en la pobreza y miseria al resto de los trabajadores. Algunos responderán a lo comentado en este párrafo, que el sueldo mínimo en Venezuela ha sido aumentado no pocas veces en los últimos años, y es así, pero el repunte progresivo del alto costo de la vida no ha perdonado al bolsillo de las masas:
“Ciertamente desde que la “Revolución” llegó al poder hace más de 15 años, se han decretado numerosos aumentos salariales, superando en este sentido al periodo puntofijista, pero a su vez no ha cesado la inflación y por ende el elevado costo de la vida. De manera que el dinero en manos de la mayoría no ha hecho sino volverse nada, mientras que una minoría sigue enriqueciéndose, gracias en buena parte, a medidas gubernamentales como la liberación exagerada de precios, y a la impunidad en materia de delitos económicos” http://www.aporrea.org/actualidad/a207038.html.
De manera que cada vez que un profesor universitario titular se queje de que su nuevo salario continúa siendo insuficiente, debería ponerse en la posición de la mayoría que gana un sueldo miserable, incluyendo a sus colegas de la educación básica, cuyos ingresos han sido injustos a pesar de que son personajes muy importantes para la formación de los niños y los adolescentes.