Los ‘canapiares’, quasimodos o personajes pintorescos-grotescos, han deambulado en las distintas ciudades de Venezuela desde tiempo inmemorial, llamando la atención de la sociedad en general por su peculiar condición, debida en parte a diversas circunstancias individuales y familiares, y a la problemática socioeconómica presente en toda época. Han formado parte de una realidad social-multidimensional compleja que a muchos les cuesta entender o avergüenza, pero que se ha manifestado de forma permanente y concreta en la cotidianidad dinámica y turbulenta del día a día.
La ciudad de Mérida no ha sido la excepción respecto a los quasimodos, y por sus calles han desfilado numerosos personajes pintorescos, algunos tan conocidos, que han sido merecedores de escritos variopintos y hasta de una canción, en el caso de Amador. En el presente texto, se hace referencia a algunos de los ‘canapiares’ de la Mérida de hoy, teniendo en cuenta tanto a los que están vivos, como a los que fallecieron recientemente. He aquí la lista, con una descripción breve de cada personaje:
Beto: También conocido como Tío Conejo, por el desplazamiento hacia adelante de sus dientes incisivos superiores. Personaje bien conocido en el sector Barinitas, donde ha llevado a cabo diferentes labores y ha ayudado a estacionar automóviles, a cuidarlos y a lavarlos desde hace muchos años, ganándose la estima de los vecinos y de numerosos visitantes. Muchos de sus conocidos lo llaman simplemente tío, y Beto responde, "sobrino, Dios me lo bendiga". Es un individuo amable, alegre y servicial, pero cuando está bajo los efectos del alcohol parece otra persona, siendo grosero y violento a menudo.
Chayo: Señora popular en la plaza Bolívar y sus alrededores, dedicada a barrer las calles de la zona. Se esmera en lo que hace y muchos vecinos la aprecian, pero la ira se apodera de ella cuando se ‘entona’ luego de unos tragos de miche o de otra bebida alcohólica, aunque también le da por cantar tonadas románticas o tristes, tipo ‘cortavenas’. Tiene su fama esta mujer, considerando que es nombrada en estaciones de radio y hasta en la gobernación del estado Mérida y el Consejo Legislativo.
Cristóbal: Sujeto ya fallecido, de contextura media (entre delgada y gruesa), que frecuentaba las plazas Bolívar y Las Heroínas, y el sector Barinitas, donde ayudaba a parquear automóviles y se encargaba de cuidarlos. Era conocida entre los vecinos y los visitantes su frase "cualquier bendición es bienvenida", con la que se refería a que cualquier cantidad de dinero por su labor, sería bien recibida. Cristóbal era tranquilo y respetuoso, incluso en medio de las borracheras a cualquier hora del día o de la noche. A pesar de tener casa propia, pernoctaba mayormente en cualquier sitio callejero que le brindara una buena protección contra el rigor climático, y cierta comodidad mientras se desvanecían los efectos del alcohol en su cuerpo.
El Guajiro: Personaje que ya no está entre nosotros, llamado así por su apariencia física (rasgos indígenas), aunque se desconoce si era oriundo de la Guajira (venezolana o colombiana). Deambulaba principalmente por la plaza Bolívar, en la que en ocasiones estaba pendiente de los automóviles estacionados, como vigilante. Pernoctaba en la zona luego de sendas borracheras, que casi siempre lo transformaban en una persona iracunda y grosera, que protagonizó más de una pelea a puño limpio o con cuchillo en mano.
Firifiri o Vielma: Sujeto ya fallecido, de quien algunos decían que era familiar cercano (¿hermano?) de los hermanos Vielma, famosos en Mérida por ser propietarios de algunas ferreterías. Al menos tenía el mismo apellido. Deambulaba por el casco central de la urbe andina, en especial por los alrededores de la plaza Bolívar, ‘martillando’ (pidiendo dinero) a los transeúntes para la compra de licor, del que era aficionado en extremo. Cuando se embriagaba o estaba a punto de embriagarse, se volvía insolente y peleón, arremetiendo contra sus compañeros de bebida y otras personas.
Marlo: Personaje de contextura media, que al parecer no es oriundo de la ciudad de Mérida. Se trata de un sujeto de doble faceta a causa de su afición a la ingesta de alcohol. Cuando se entrega a la bebida, deambula durante meses por el casco central de Mérida, ayudando a estacionar y cuidar automóviles en la plaza Bolívar y otros lugares, o simplemente pidiendo dinero con la frase "patroncito, regáleme algo", para financiar lo que consume. Por lo general bebe junto a otros ‘canapiares’, aunque pernocta solitariamente en lugares que le ofrezcan buen cobijo, o en residencias cuyos propietarios se ofrecen como "posaderos". Y cuando deja de beber, lo hace por un largo periodo, durante el cual es alguien servicial e incluso ha trabajado en ciertos negocios, devengando un sueldo.
Nacho: Sujeto al parecer oriundo de la cuesta de Belén o de sus alrededores, de nombre Ignacio (hasta donde se sabe, a los que llevan el nombre de Ignacio se les apoda como Nacho). Es relativamente joven al día de hoy (2024), y se le identifica con facilidad debido a que anda descalzo, con el torso desnudo, y viste pantalones viejos y descosidos. Deambula por todo el casco central de Mérida y quizá más allá, hablando solo y con la costumbre peculiar de llevar un vaso de plástico desechable, que acerca a todo aquel que vea ingiriendo alcohol, para que le regale algo de su bebida. Hay quienes aseguran que Nacho se torna soez y violento en algunas ocasiones, posiblemente por los efectos del alcohol.
Nancy la fiscal: Señora ya entrada en años, conocida así por colaborar con el tránsito, específicamente en la avenida Las Américas. Participa en cuanto espectáculo o evento se organiza en el viaducto Campo Elías o sus alrededores (en cuya cercanía parece que vive), siendo protagonista y sacando sonrisas a más de uno con sus ocurrencias. Frecuentemente ingiere licor en exceso, y cuando se ‘prende’ o ‘entona’, se transforma en una mujer iracunda, hasta el punto de ofrecer golpes a sus "amigos".
'Canapiares' en la plaza Las Heroínas. Archivo fotográfico de Rubén Hernández, octubre de 2023.