Transmitir, difundir, promover, informar, y sobre todo, comunicar al pueblo la obra que el pueblo va construyendo, día a día, hora tras hora, minuto a minuto, es quizás el blindaje más fuerte y potente que tienen los revolucionarios transformadores de la sociedad porque permite a diario el reconocimiento del otro, así como también constatar la proximidad o lejanía de los camaradas o de las camaradas en los cuatro puntos cardinales de la geografía venezolana; ayuda a visualizar a los constructores del futuro, detectarlos y motivarlos, elogiarlos, sugerirles, apoyarlos, acompañarlos, en fin, construir en conjunto la sociedad que queremos porque cada ciudadano y ciudadana del pueblo debe hacer lo mismo hacia el resto de la sociedad.
Y en esa comunicación al pueblo, la palabra, la frase certera, la orientación precisa, con el ritmo y el tono necesario, con la firmeza que demanda el momento, de quien tiene en sus hombros la responsabilidad del liderazgo nacional, resultan imprescindibles para la marcha de la Revolución. Ese es un gran reto de todos los líderes. ¡Qué extraordinario es escuchar y constatar en la práctica a nuestro líder Nicolás Maduro! cuando precisa que la juventud está convocada para que sea dueña del presente y se aprecie la cantera de jóvenes propuestos y propuestas para ser diputados y diputadas a la Asamblea Nacional o se llegue a un Ministerio y de pronto nos parece que estamos en una universidad por la cantidad de jóvenes en todos los pisos, corriendo de aquí para allá, bajando o subiendo escaleras porque el ascensor está lleno, en fin, por doquier cumpliendo las tareas para alcanzar los Objetivos del Plan de la Patria. Por ello es que dice Nicolás: "Tenemos a una juventud despierta, que cree en sí misma, que tiene conciencia política desde muy joven".
Todos ellos persiguen ese ideal del hombre y la mujer nuevos, unos o unas con más conciencia que otros y otras, unas y unos con más pasión que otras y otros, pero todos y todas tratando de labrar los nuevos caminos de la Patria. Nuestra campaña debe ser de alegría, de calle, de buscar los problemas del pueblo y resolverlos, nos aclara, nos entusiasma, el compañero Nicolás. Y así debe ser porque así es nuestra cultura venezolana donde lo caribeño, lo andino y lo llanero se funden en una sola fibra de sentimientos, pasiones, diversiones, conocimientos y recuerdos.
Con nuestra cultura, esa maravillosa mezcla de costumbres e imaginarios sociales, en procesos de transformaciones también, echamos adelante decididamente esos 2.105 mercados comunales y los 5 mil que tenemos como meta. Con esa misma cultura, impregnada también de rentismo petrolero, estamos decididos a construir la red de alimentación propia y ampliar la red de mercales y pdvales obreros" porque para eso es el poder del pueblo. Si no fuera así no sería Revolución.
Y esta Revolución sabe defenderse porque ya está arraigada en el pueblo que ahora se apresta a meter en la cárcel a todo el que se atreva a hacer guarimbas. Para eso está la OLP que en la medida que avanza el tiempo se va fortaleciendo junto al pueblo y a la Policía Nacional Bolivariana. Hay que seguir perfeccionando la unión cívico-militar-policial, nos señaló Maduro porque así lo ha sugerido el pueblo. El manda obedeciendo, como enseñó Chávez a todos los dirigentes y al gran contralor: el pueblo, para que este lo exija a todos y lo cumpla también. "Aquí gobierna el pueblo, los trabajadores y una generación revolucionaria formada por Hugo Chávez", ha sentenciado el Presidente.
El pueblo salva al pueblo y el pueblo defiende al pueblo de esa fuerza de la contrarrevolución, fincada en el poderío económico-comercial-financiero de la burguesía ambiciosa que prefiere hundir a Venezuela en el caos que traerse sus capitales del exterior para invertirlos en el desarrollo integral y sostenible que propone la Revolución, pacífica pero armada."Solo habrá paz si gana la Revolución", una verdad histórica que se reveló en los propios albores del socialismo cuando Lenin firmó en marzo de 1918 el famoso Decreto de la Paz. Hoy, a casi un siglo de aquella gesta, nuestro pueblo, junto a los pueblos hermanos seguimos avanzando, por entre las amenazas imperiales y el gemir, con alaridos de desespero, de una burguesía parasitaria, lista para irse al basurero de la historia.