"… te digo adiós y me despido."

Pepe Mujica, el ejemplar líder uruguayo, pone los puntos sobre las íes en la actitud del Secretario General de la OEA hacia Venezuela

No se gana para decepciones

Insondable debe ser la decepción del gran Pepe Mujica: El ex-canciller uruguayo, Luis Almagro, ha hecho comparsa con la derecha internacional para agredir al Consejo Nacional Electoral, una institución venezolana de ganado prestigio, clave en la resolución democrática de las confrontaciones políticas, en el momento en que se realiza un proceso electoral destinado a escoger los integrantes de la Asamblea Nacional. Nada más y nada menos que atacar al árbitro del proceso, haciendo suyas opiniones parcializadas y adoptando la actitud de instructor, juez y dictaminador de los hechos sobre las acusaciones de supuestas irregularidades que tendría el sistema electoral de nuestro país. Para colmo avala esta conducta desde su condición de actual Secretario General de la OEA, atribuyéndole, a la mayoría de los países miembros, opiniones contrarias a las expresiones de reconocimiento y de apoyo al CNE que esos mismos países han manifestado en numerosas oportunidades.

Y la decepción no sólo es porque el susodicho Almagro fue miembro del equipo gobernante durante el período de José Mujica y, en consecuencia, fue testigo privilegiado de los esfuerzos integracionistas y democráticos de la Revolución Bolivariana y, particularmente, conocedor de sus esfuerzos para profundizar la participación de los sectores excluidos de la sociedad venezolana, de esa expresión tan paradigmática que popularizó Latinoamérica: visibilizar a los tradicionalmente invisibilizados, a quienes se le negaba hasta el derecho a tener la cédula de identidad que permite ejercer el voto.

Prefiere hacer causa común con los ataques permanentes de EEUU contra la democracia venezolana. Si alguna duda quedase sin resolver, basta con recordar las palabras de Francisco Palmieri, Subsecretario de Estado adjunto para América Central y el Caribe por Estados Unidos: "Las elecciones que vienen en Venezuela son cruciales… y aplaudo las observaciones de Almagro".

Pero la decepción da paso a la indignación cuando se constata que la ocupación por Almagro de su actual cargo tiene mucho que ver con el apoyo que le han brindado los países de avanzada, apoyados en el prestigio de formar parte del equipo gobernante de Pepe Mujica. Hoy, esos países se sienten traicionados. El elegido le ha importado muy poco darle la espalda, no sólo a la institucionalidad venezolana, sino también a su antiguo jefe. Sobre la posición del ex-presidente uruguayo ha dicho: "Al respecto no tengo ningún problema sobre eso".

La impecable consecuencia revolucionaria de Pepe Mujica viene, una vez más, a colocar las cosas en su sitio: ¡Hasta aquí llegamos!

La carta insolente

El 10/11/15, Luis Almagro escribe a Tibisay Lucena, dignísima presidente del Consejo Nacional Electoral de Venezuela, una carta insolente, irrespetuosa e insultante. En esa correspondencia hace observaciones infundadas, cuando no abiertamente falsas, sobre el sistema electoral venezolano. Dejando de lado el marco constitucional y leyes específicas que rige a dicho sistema, obviando la necesaria referencia legal a la cual debe ceñirse cualquier evaluación sobre el mismo, toma por hechos lo que no son más que acusaciones propagandísticas de un sector de la oposición venezolana; hace afirmaciones difamatorias sobre las prácticas electorales y, específicamente, pone a circular irresponsablemente descalificaciones sobre las elecciones parlamentarias a celebrarse el próximo mes de diciembre.

Todo esto sin ninguna fundamentación seria. A menos que tomemos como digna de crédito expresiones como "me han notificado", "se me informó" y otras similares que utiliza Almagro en su carta. O asumamos como muestra de imparcialidad, la reconocible posición de la derecha internacional desde donde Almagro descalifica como "como posicionamiento político" lo que debe asumirse como lo que es: una decisión institucional, firmemente sostenida en la Constitución Bolivariana de Venezuela. ¿Dónde está el organismo, la comisión ad hoc o el estudio objetivo que le llevó a esas disparatadas conclusiones?

Hay preguntas fundamentales que no admiten otra respuestas que las positivas. De acuerdo a las leyes venezolanas, ¿todos los venezolanos tienen derecho al voto? ¿pueden ejercer ese derecho? ¿Todo ciudadano que lo desee, de acuerdo a los requisitos legales, puede optar al derecho a ser elegido? ¿Puede promover su candidatura y hacer propaganda para difundir sus propuestas? ¿La organizaciones políticas pueden presentar candidatos y listas de candidatos? ¿Tienen los partidos políticos testigos en todas las fases de la gestión electoral? ¿El proceso de votación garantiza la voluntad del votante? ¿Los candidatos ganadores, sean de la oposición o sean del partido gobernante, son proclamados como tales y asumen los cargos para los que fueron elegidos? ¿Es el sistema electoral venezolano paradigma de trasparencia, precisión y fiabilidad? ¿Es auditable?

Todas las descalificaciones contra este sistema electoral, incluidas las de Almagro, persiguen preparar el terreno para hacer creíbles las denuncias de fraude con que la oposición antidemocrática, la que no respeta las decisiones del pueblo, justifica sus derrotas electorales.

Ruptura radical

No podía ser otra la conducta del revolucionario cabal que es Pepe Mujica. Con toda claridad, con la firmeza moral de quien ha dedicado su vida a la construcción de caminos para la Revolución Latinoamericana, sin ambages y con la precisión de quién sabe quienes son los verdaderos enemigos, hace una ruptura radical con Luis Almagro: "Lamento el rumbo por el que enfilaste y lo sé irreversible, por eso ahora formalmente te digo adiós y me despido".



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Rafael Hernández Bolívar

Psicología Social (UCV). Bibliotecario y promotor de lectura. Periodista

 rhbolivar@gmail.com

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