Si Teresa de Jesús Bolívar, tal vez la mujer más popular de los últimos tiempos en Tiznados, estuviera en vida terrenal, desde muy temprano hubiera ido a votar, para regresar a casa a preparar el exquisito y por demás esperado sancocho familiar dominguero.
Su casa de grandes patios, de pobladas plantas frutales y medicinales al mediodía fuera un ir y venir de parientes y allegados. Unos para ayudar, otros para chistear y varios para ir comentando el que hacer electoral.
Más allá de la diatriba, del hecho aislado magnificado, en cada pueblito venezolano, se repiten escenas como el de la casa de Teresa. El termino fiesta electoral, viene al dedo, porque el acontecimiento ofrece la oportunidad para conversar y encontrarse. Para pasearse por los centros electorales y saludar a todos, sin importar el color político.
Hay quienes bromean con la modernas maquinas donde solo hay que apretar un botón y los vetustos tarjetones tipo sabanas de antes, donde había que doblar y doblar hasta que cupiera en la caja (urna).
En casa de Teresa, y millones de casas tricolores de Venezuela, se respira el aire de estar decidiendo en sana paz. Sin conflictos como los que lamentablemente han sembrado en otros países, sin locos que entren a disparar a mansalva en los colegios.
De todo ello, hasta disfrutan los que han venido a ver como en Venezuela el pueblo se respeta mutuamente, y tiene tiempo en plenas elecciones de comerse un hervido cruzado como aquellos que preparaban Teresa y Richard Bolívar en Tiznados.
Salud Siempre