Titulo este artículo como el famoso proverbio chino, que Walter Martínez ha mencionado innumerables veces en su destacado programa Dossier, considero que el mismo es el más adecuado para los retos, conflictos e incertidumbre que generará el año que está por venir.
En Aporrea, se han publicado opiniones diversas sobre los resultados electorales del 6D y los que nos espera en el 2016, pero modestamente pienso que una variable como la internacional, se ha dejado de lado en la gran mayoría de ellos.
Estamos ante una reagrupación de la derecha continental, de la mano de una crisis económica mundial, que ha provocado la drástica disminución de los precios de las materias primas, lo cual ha afectado a todos los países, pero en mayor medida a los dirigidos por gobiernos progresistas.
El triunfo de Mauricio Macri en Argentina, la desestabilización en Brasil, los conflictos en Ecuador, la derrota revolucionaria en nuestro país, son sólo ejemplos del empuje de los grandes capitales, por retomar influencias en la hasta ahora rebelde Suramérica.
Los EE.UU, están esperando este momento desde hace bastantes años, ha financiado partidos y ONG’S, algún día saldrán a la luz las pruebas de la injerencia gringa en nuestro continente, con el fin de acabar con gobiernos que han tomado el camino de la soberanía y la independencia.
Nadie puede negar, que hay toda una política estadounidense dirigida a restablecer su hegemonía y sacar del juego a Rusia y China. En este contexto Venezuela es un país super importante, muchos connacionales no entienden nuestro papel en el mundo. La política chavista sacó del juego al ALCA, construyó nuevos mecanismos de integración, reimpulsó la Opep, nos colocó en el panorama mundial, por nuestro discurso antimperialista y la lucha por un mundo multipolar.
Para muchos connacionales estos no son temas importantes, allí hemos fracasado. El venezolano en líneas generales, no ha comprendido la trascendencia mundial de nuestro proceso revolucionario, nuestra excesiva preocupación por los innumerables problemas que padecemos, nos ha impedido ver la grandeza de lo que construyó la diplomacia bolivariana.
Que unas elecciones parlamentarias, fueron tan seguidas y generaran tantas expectativas deberían servir como otro ejemplo, de lo que significa Venezuela para el mundo.
Así que señores y señoras, la triste realidad, es que el petróleo no va a subir de repente. Venezuela sufre una agresión financiera, el riesgo país de nuestra nación es más alto que estados que están en guerra civil, una cosa ilógica. La gran prensa mundial nos ha colocado como una nación en caos, casi a las puertas de un conflicto bélico.
Todo proceso revolucionario tiene avances, retrocesos, triunfos, fracasos y hasta derrotas, pero eso no quiere decir que haya que renunciar o claudicar a los principios, ni mucho menos comenzar una cacería de brujas buscando los culpables.
El 2016 es un año de incertidumbre, la supuesta esperanza del cambio ya se desvaneció, la oposición viene a cobrar, demasiado dinero han invertido los EE.UU y el empresariado nacional, para que ahora cuando por fin ganan una elección se pongan a negociar o dialogar con el gobierno.
Yo, en lo personal dudo mucho que Nicolás Maduro termine su mandato, lo económico no sólo depende de las buenas intenciones o de un super ministro que pueda conseguir, ya hace rato los grandes capitales están claros de la estrategia para derrocar la revolución. Además, nuestras deficiencias en lo financiero son sumamente graves, si en tres años no se han podido resolver, ahora no creo que se pueda, el problema que tenemos es el tiempo que corre en nuestra contra.
Pero como siempre todo no está perdido, sacar 43% de votación en este escenario de desastre nacional es un odisea. Un sector importante del país está claro a lo que nos enfrentamos, porque sabe lo que significa el triunfo de la contrarrevolución.
Tristemente, hay otro grupo que parece que vive en un mundo paralelo, al pensar que un triunfo de la contra representa esperanza, cambio, felicidad, armonía, casi como llegar a la tierra prometida, el paraíso terrenal o al fin de la historia de Fukuyama.
¡Camaradas venezolanos despierten del letargo! el año 2016 será muy duro, difícil y complejo, así que se requiere de una dirigencia madura, un pueblo organizado, pero sobre todo de ciudadanos que dejen de volar en una nube pensando, que un voto castigo, cambiar de bando, abstenerse, que vengan nuevas caras mejorará por arte de magia nuestros problemas.
No, ahora es que vienen momentos duros, nuestro destino no está sólo en nuestras manos, nos encontramos en el tablero de ajedrez mundial, que hace años dictó que la Venezuela Bolivariana debe sufrir un Jaque Mate, por su impacto en el escenario internacional.
Hugo Chávez, era un estadista y fundó nuevas alianzas internacionales, porque sabía el riesgo que corría un país con tanta proyección internacional. La nueva mayoría en la Asamblea hace años vendió su alma al diablo, así que ni queriendo tendrán una política independiente y soberana.
¿Qué hacer? las bases deben ser firmes para defender lo que Chávez nos dejó, si nuestra dirigencia no pudo, ha llegado la hora del pueblo, debemos entender nuestro papel histórico y dejar de creer en mesías, fórmulas mágicas. Hugo Chávez nunca nos engañó, por algo hablaba del pueblo y redactó una legislación sobre el poder popular él, que era un estratega sabía que llegaría el día, donde la contrarrevolución internacional vendría a cobrar muy caro nuestra rebeldía.
Así que llegó la hora, que las bases chavistas en medio de la crítica y la aportación de ideas entienda, que una revolución no la construye sólo un hombre o una mujer, que implica sacrificios, eficiencia, valentía, responsabilidad, pero sobre todo honestidad.
Ningún proceso revolucionario ha pasado por etapas de esplendor económico permanente, las crisis en el escenario de la economía capitalista mundial, en la cual se ubica Venezuela son cada vez más comunes, así que es bueno estar preparado para apoyar la revolución, no sólo en las buenas, sino también en las malas.
Quizás luchando por las misiones, las leyes y logros sociales, viviendo otra vez los créditos indexados, la exclusión para entrar en las universidades, los desalojos arbitrarios de los inquilinos, la privatización de las empresas, la inestabilidad laboral, que una élite burguesa controle Pdvsa, que acceder a una pensión sea misión imposible, que haya miles de niños abandonados oliendo pega en las calles, que tengamos una misión militar gringa en Fuerte Tiuna, que un Presidente venezolano entre con bombos y platillos a la Casa Blanca, y que renazca el Alca, logremos entender la grandeza de Hugo Chávez y de nuestra revolución.