Todo poder emana de la soberanía popular. En el caso de Venezuela, la Constitución Nacional da el contenido espiritual e historico a tal facultad:
"El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus poderes creadores e invocando la protección de DIOS, el ejemplo histórico de nuestro Libertador Simón Bolívar y el heroísmo y sacrificio de nuestros antepasados aborígenes y de los precursores y forjadores de una patria libre y soberana.
Con el fin supremo de refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolida los valores de libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la Ley para esta y las futuras generaciones; asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia social y a la igualdad sin discriminación ni subordinación alguna"(Preámbulo)
Un Pueblo tan poderoso que ha refundado la República. Vale decir que ha roto con la tragedia que de 1830 a 1997 sumió a Venezuela en un sin fin de males y de entrega de su soberanía a terceras potencias.
Un Pueblo que mira hacia al futuro para darse calidad de vida, cultura, educación; para vivir sin discriminación de ningún tipo, sin estar dominado por terceros.
Allí está el meollo del asunto. Que las actuales generaciones disfruten y preserven, por encima de cualquier sacrificio, para las futuras este preciado bien que ha conquistado