1. Julio Borges reitera, frenético y arrebatado, "Yo quiero un país de propietarios" ¿Será que hizo un curso de lectura veloz de las Teorías de la Plusvalía, el Manifiesto Comunista, El Capital… de esa literatura que hasta ayer mismito denuncia como "una basura totalitaria y terrorista"?
Si se trata de una sospechosa conversión comunista tardía, entonces debiera comprender lo elemental:
La lógica del capital ha derivado en una parte de la sociedad (el 99%) privada de tener propiedad alguna de medios de producción y de existencia. Y que la igualdad burguesa, hoy más que nunca, es la lógica de la desigualdad social.
Y en ese marco de certezas puede pasar, que la frase "por un país de propietarios" sea leída, por sus correligionarios fascistas, como "Ahora, todos somos comunistas". Nada de eso, le aprobaron su documento que no va a pasar, por desacato constitucional y "suspensión izquierdista" del poder popular.
2. La cuestión radical, del desacato y suspensión de la ley, supera toda intervención política enfocada en la demostración de que lo dicho, por el detritus neofascista, no equivale a lo que realmente dice: que quiere decir una cosa absolutamente distinta a lo que dice.
No hay verdad oculta, la trampa está en lo que efectivamente dice. Y la movida ideológica es obvia: significa torcer el alma al pueblo y a los beneficiarios de la Misión Vivienda.
En ese sentido, si se impone la idea de que la vivienda es mía (demasiado mía), la modalidad de propiedad privada, y algo de eso ya acontece, la pelea para el chavismo está perdida.
3. Elementos cruciales de la movida ideológica "por un país de propietarios":
Primero. Obedece a un procedimiento básico de las clases dominantes, que integra (deformando) una expectativa, un derecho del pueblo, como un contenido de su sistema ideológico. De esta manera: el sistema de dominación del capital se constituye como hegemónico, reestructurando "contenidos populares auténticos" con base de los intereses de las clases dominantes.
Segundo. Desplaza el problema del déficit habitacional y la política para dotar de vivienda a la población por la cuestión del "dueño de la vivienda". Pa’Julio se explaya "cuando una persona es dueño de su propia vivienda, es dueño de su futuro y tienes más posibilidades de sembrar raíces y construir sus sueños, como el formar una familia sólida y garantizar un hogar para sus hijos y toda su descendencia."
Esto es, el nazi como promotor de la risa enlatada: el propietario feliz porque tiene una prenda (un bien) para indemnizar a los bancos, ya que se le obliga a contraer una deuda por la vivienda construida con finanzas comunes, más que estatales y en ningún caso privadas.
Tercero. La idea del país de propietarios, es sintomática: toda movida ideológica del poder del capital excluye un elemento que niega su visión de totalidad. En principio, país de propietarios se refiere a todas las venezolanas y venezolanos. Pero, en términos concretos, limita el alcance a las viviendas que el chavismo construyó y construye.
Julio Borges, como anticomunista es un fundamentalista privadísimo; el detritus o nazi (es lo mismo) coloca al margen, en su país de propietarios, las fortalezas privadas del bloque oligárquico-capitalista: la industrial; comercial; financiera-bancaria; territorial; inmobiliaria; y mediática.
Entonces: pasémosle la raqueta como debe ser:
Presentemos la ley "El país de propietarios de los medios de producción y de existencia". ¡Socialicemos ya los medios de producción!
En ese momento preciso, el susodicho está aterrorizado, y denuncia las turbas chavistas-castro-comunistas.
Cuarto. Se apela al derecho para fijarlo como el principio de la comunidad de beneficiarios de las viviendas y de la nación:
El picapleitos sabe que en torno a la política de viviendas de Chávez hay un litigio, una confrontación de intereses y valores; que existe un desacuerdo radical entre dos políticas: la justa y la injusta, la de la igualdad y la desigual.
Para el chavismo la resolución de este combate ideológico se decide en términos de la imposibilidad de que bienes y servicios, que resultan de la acción del Estado (administrador de una propiedad común) y la participación del pueblo venezolano, deriven con el contenido de "mi propiedad", como bienes usurpados por individuos privados y con intereses egoístas.
Quinto. Para el nazi, los beneficiarios de la política de vivienda chavista son víctimas, no porque forman parte de la sociedad (los sin parte) que ha sido privada de toda forma de propiedad sustancial y significativa, sino ya que la forma de propiedad de su vivienda está desajustada respecto de la noción de propiedad liberal-burguesa.
La contradicción entre la figura social de víctima y la del pueblo como sujeto político introduce un sesgo que no puede pasar inadvertido, la víctima como objeto del derecho y el sujeto político con derechos. La movida ideológica se decide en términos de formas de propiedad que tienen su resolución más allá y más acá del derecho:
Para el chavismo, la lógica del poder del pueblo y la igualdad no nos remite a un principio jurídico, sino que refiere los derechos (justos) del pueblo. Entonces, es políticamente correcto asumir la ilegitimidad de cualquier documento jurídico injusto.
Consideraciones operativas:
1. El neofascismo avanza cercando y destruyendo la puesta en común de la vida. Entonces, se impone enfatizar el antagonismo social primordial constituido con base de la parte de la sociedad que no tiene forma alguna de propiedad de los medios de propiedad y de su existencia.
2. Antes que nada "país de propietarios" define la asignación de un lugar al pueblo mediante una lógica del reparto que se impone subvertir, estableciendo formas de propiedad que erradican lo que no es común.
Después de todo, la lucha de clases significa una lucha entre dos formas de comunidad.
3. La incompleta y terca tarea de definir una forma de propiedad efectivamente común indica que "…lo que no se puede interpretar, siempre se puede decir; lo que no se puede ver, puede ser siempre contado." Podemos decir y contar con palabras, así como decidir con actos justos, más alla de la precisión de propuestas concretas.
4. El documento podemos calificarlo de bárbaro, fascista y neoliberal, pero sobre todo admite el calificativo fundacional de los procesos contra revoluciones burgueses, el de termidoriano: la idea primigenia del Estado burgués-antipopular que emplaza un sistema estatal de propietarios, la política burguesa que instala el dispositivo de sociedad (moderna y burguesa), en Europa entre 1879-1815, que derrota la primera Comuna de París (1779-1795). Y no podemos olvidar que la Constitución francesa de 1793 es derogada por la que establece la pena de muerte para quienes reivindiquen la de 1793.
5.-Desde entonces, el ideal burgués es la solución final o definitiva de lo popular por métodos y procedimientos criminales. He aquí porque emergen los nuevos fascismos, que el documento bárbaro de vivienda avala y apalanca.