Es inevitable que el día de hoy, ocho de marzo, día internacional de la mujer, nos pronunciemos obviando los graves problemas que atravesamos todas las mujeres jóvenes que vivimos en Venezuela. Si hay algo de este día que me parece que nunca se debe olvidar, es que se conmemora la valentía de las mujeres, su coraje para contraponerse a los obstáculos, y su disposición de lucha revolucionaria. En honor a ellas, que dieron su vida luchando por mejoras laborales, me encargaré de describir las vicisitudes que atraviesa una mujer joven venezolana hoy en día. Mucho ya se hablará por todos los medios oficiales de lucha y del papel de las “primeras combatientes revolucionarias”, y poco se hablará de lo que sufrimos nosotras, las mujeres de a pié. Tampoco hablaremos del aborto y su criminalización, o del femicidio, tocaremos otros nuevos problemas que se le suman a estos dos (por si fuera poco).
Hablaremos de sólo algunas de las cosas que no retrata Mariana Mendoza en Prodavinci.com, de lo que no habla Delsa Solórzano, y que tampoco parecen conocer Luisana Melo, ministra de salud, Jacqueline Alias“cola-sabrosa” Farías y mucho menos la ministra para asuntos de la mujer Gladys Requena.
La escasez y la actual crisis económica incrementa los niveles de violencia de género
Aparte de los altos niveles de violencia de género que ya de por sí son impuestos en un mundo capitalista, las mujeres venezolanas actualmente estamos viviendo en carne propia una serie de agresiones que se añaden a esa carga, y que agudizan e incluso problematizan mucho más el simple hecho de ser mujer. Estas otras agresiones que afectan los nervios y la psiquis de las mujeres venezolanas vienen dadas por la aguda crisis económica que atraviesa el país en estos momentos: largas y eternas colas para poder comprar productos de higiene femenina como toallas sanitarias y tampones, (a lo que se le añade el aumento descontrolado de cada uno de estos productos) desaparición por completo de medicamentos ginecológicos de -casi- todo tipo, y la desaparición de -casi todos- métodos anticonceptivos en un país donde el aborto continúa siendo ilegal.
Hoy más que nunca, pareciera que es un castigo ser mujer en Venezuela: tener la regla y poder disfrutar libremente de nuestra sexualidad nunca había sido tan difícil y humillante. Las mujeres, aparte de calarnos las eternas colas para poder tener acceso a los productos de la canasta básica, tenemos que andar permanentemente de “cacería” en búsqueda de toallas sanitarias y cualquier tipo de anticonceptivo, hecho que concretamente limita mucho más el goce y disfrute de una vida sexual plena para una mujer heterosexual.
Higiene y cuidado femenino
¿Qué otra cosa puede ser más insultante y humillante que “demostrar” públicamente la necesidad y el derecho de comprar paquete de toallas sanitarias? Sólo es comparable con otra situación que también atraviesan las mujeres, en este otro caso, con hijos: para poder tener acceso a comprar pañales, no sólo basta con horas de cola, sino que también hay que llevar un ecosonograma, o el documento que le provoque a quien cuide la cola para demostrar que si necesitas pañales y luego poder comprarlos.
En este punto no dejaré de lado mi opinión sobre las diferentes alternativas a la higiene femenina tradicional que en los últimos años se han vuelto muy famosas entre la vanguardia de izquierda feminista en Venezuela: la copa menstrual y las toallas de tela son dos de ellas. El problema con ambas alternativas es que ninguna de ellas se ha masificado lo suficiente como para poder presentarse como una solución al problema que hoy en día presentan millones de venezolanas con su regla. Por otra parte, tampoco son alternativas que estén al fácil acceso de las mujeres trabajadoras: una copa menstrual puede llegar a costar varios miles de bolívares (de acuerdo a una famosa pag web de compras por internet).
Las mujeres que trabajamos, tenemos familia, hacemos colas y oficio doméstico socialmente impuesto, no queremos también que tener que ponernos a lavar toallas sanitarias de tela al final del día, así como tampoco queremos lavar pañales de tela luego de toda una intensa jornada de cuatro horas de cola en la madrugada más ocho horas de trabajo regular. Hablemos claro, entre el trabajo, el oficio y las horas de cola ¿también tener que lavar a mano? al menos yo no estoy muy de acuerdo con esa idea, no en el S XXI.
Anticoncepción y Concepción en Venezuela hoy en día
No quedar embarazada y tener el derecho de disfrutar de la sexualidad: todo un reto para nuestro bolsillo
Otro problema que también se deriva de la crisis económica es el de los anticonceptivos. Hay una gran escasez de los anticonceptivos de todo tipo; escasean a tal punto, que la respuesta automática en todas las farmacias es “no tenemos ningún tipo de anticonceptivo”.
Las pastillas anticonceptivas, no se consiguen en ninguna farmacia (de cadena comercial, o particular), y las pocas veces que llegan, es necesario ir con un récipe médico que indique la ingesta de la pastilla y sólo pueden vender una caja por persona. Una mujer heterosexual no puede disfrutar sin quedar embarazada al menos que un médico así se lo indique: increíble hasta en los lugares más conservadores del mundo Occidental. Del precio de las pastillas no puedo hablar, ya que al desconocer por completo su existencia, desconozco también su valor.
Los anticonceptivos de barrera como el condón masculino y femenino, también escasean. Y el glorioso día en el que llegan a la farmacia, todas nos quedamos impactadas con su precio “¿cómo una caja de sólo tres condones puede llegar a costar tres mil bolívares*? Eso son como mil bolívares por polvo, sin contar el hotel...”
Estaría siendo poco justa al no hacer referencia al único tipo de anticonceptivo que sé que -hasta el día de hoy- se consigue para las mujeres: el fulano implante. De acuerdo a mi cotidianidad, el implante ha sido el único anticonceptivo del cual sé que aún se dispone en el país, figurando el mismo como la gran alternativa para muchas mujeres que no desean quedar embarazadas hoy en día. Éste como todos los anticonceptivos, es un anticonceptivo cuyo efecto dura varios años y varía de mujer a mujer, y he escuchado que si el mismo provoca muchos efectos contraproducentes lo mejor es retirarlo, razón por la cual el implante sería entonces una solución para sólo una parte de las mujeres.
Así sucede el día de hoy: para que una mujer heterosexual pueda disfrutar libremente y a plenitud de su sexualidad, tiene que poder disponer de récipes médicos y al menos un salario mínimo para gastarlo enteramente en eso (cuando consiga anticonceptivos).
Quedar embarazada: un gran riesgo (para muchas imposible de evitar por la escasez de anticonceptivos)
En mi condición de joven mujer, observando hoy en día todos los embarazos de compañeras de militancia, laborales, y de familiares, y las particularidades que ha tenido cada una, me pregunto a mí misma ¿y si cuando yo decida quedar embarazada mi embarazo es de alto riesgo?; ¿y si mi vida y la vida de mi futuro hijo/a corre peligro durante el embarazo simplemente porque no se consigue un medicamento?; ¿quién me garantiza el bienestar de mi salud y de la salud de mi bebé con la grave situación de escasez de medicinas?; ¿estaría yo dispuesta a correr ese riesgo?; ¿vale la pena quedar embarazada bajo estas circunstancias tomando en cuenta todos los peligros?
Las mujeres en Venezuela actualmente nos ubicamos en un país cuyos gobernantes no nos da la garantía de 1) poder decidir cómo y cuándo quedar embarazadas; 2)tener acceso a una vida sexual libre y plena; y 3) el buen desarrollo de nuestro embarazo, así sea uno con complicaciones.
Un problema de salud pública.
No hay que ser médico ni manejar estadísticas oficiales del Ministerio de la Salud para saber lo grave que es que en un país no hayan anticonceptivos de ningún tipo, y las consecuencias de esa situación a lo largo del tiempo. Digamos que dentro de este tenebroso panorama, un embarazo no deseado puede llegar a ser lo menos malo que le podría suceder a una mujer por mantener relaciones sexuales sin emplear método anticonceptivo alguno.
La situación de escasez de anticonceptivos de barrera (mejor conocidos como condones) propicia el contagio del VIH y de todas y cada una de las Enfermedades de Transmisión Sexual, muchas de las cuales -al igual que el VIH- no tienen cura y generan un sinfin de complicaciones de salud. Estaríamos entonces en este momento, presenciando prácticamente cómo varias generaciones de jóvenes venezolanos y de mujeres jóvenes y sanas se infectan con graves enfermedades de transmisión sexual, muchas de las cuales probablemente contagiarán también a su prole.
Estamos enfrentando un grave problema que puede traducirse a corto plazo en una crisis de salud a nivel nacional de VIH y de enfermedades de trasmisión sexual. Tal como lamentablemente muchas naciones africanas afrontan desde hace décadas.
Por otra parte, tampoco debemos dejar de lado sólo por ser menos grave, la cantidad de embarazos no deseados como consecuencia de la situación de escasez. Estando ilegalizado el aborto en Venezuela, el aumento de los embarazos no deseados generará también un aumento en el número de mujeres que fallezcan por prácticas clandestinas del mismo.
Aporte para Marea Socialista y el Proceso Constituyente.
Uno de los vicios de la construcción política de la izquierda revolucionaria es dejar los asuntos de género en el tintero (cuando los toman en cuenta, porque a veces ni siquiera lo toman en cuenta). Con la finalidad de que podamos superar ese vicio desde la izquierda, y en el marco de la construcción de una nueva alternativa política que tome en cuenta las voces, las problemáticas y exigencias de las mujeres, hago este artículo como un aporte al Proceso Constituyente de Marea Socialista, organización a la que pertenezco y que también debe tratar de superar esos vicios para poder posicionarse como un alternativa para todas las mujeres explotadas y marginadas.
Nuestras exigencias hoy continúan siendo las mismas:
Educación sexual para decidir
Anticonceptivos para no abortar
Aborto legal para no morir
*precio sujeto a la inflación