Gobierno y oposición se presentan en el Teatro Nacional

Era media mañana y estaba en la cola del banco. Además de la taquilla de la tercera edad, el cruel gerente (con el usual sadismo de su cargo) mantenía una sola taquilla abierta. La hilera crecía y crecía, pero, lo habrán notado, la cola de los bancos es la única cola de la cual no se queja nuestra clase media, no sea que la protesta empañe el sagrado templo del dinero.

Conmigo en el medio, unas señoras de edad que me rodean (como se imagina el lector, yo estaba en la cola de la tercera edad) se quejan de los apagones. Una de las damas inmediatamente aprovecha para invitar a otras dos a una concentración en la Plaza Montes de Oca (aunque ninguna sabía con exactitud el nombre de la plaza de Guaparo). Es por la escasez de medicinas, explica la convocante. Dice que su padre padece de diábetes (así, como palabra esdrújula la pronunciamos por aquí) y que permanentemente necesita una medicina que no se consigue, por eso ella "no puede quedarse en su casa sentada" ante esa situación, y se sumó a una protesta nacional por los medicamentos.

–Nos fuimos a protestar en Caracas, y eso estuvo muy bien, estaba CNN en español, Televen, Globovisión…

–¿Y cuál fue la respuesta?, pregunta ingenuamente una de las señoras invitadas.

–La respuesta no importa. ¿No le digo que estaban todos los medios?

Así mismo lo escuché: "La respuesta no importa". ¿Le importará a su padre? Acabo sospechando que el padre de la improvisada agitadora es un "presunto" enfermo.

Es asombroso: el país que más se escucha es el país de la fiebre mediática. Las soluciones no importan y nadie las busca. Se buscan acciones que parezcan soluciones, que las cubra la prensa y salgan por la televisión. Y no son solamente el gobierno y la Oposición los enceguecidos. Hasta los pendejos de abajo piensan en términos de medios.

Claro que hay una guerra mediática, no la niego. Hay un campo de batalla virtual al lado del campo de batalla real. Pero pretender que lo virtual es el todo, que es lo único real, es una especie de locura colectiva, una anormalidad conductual que se asemeja y se acerca al delirio. Digo, por la relación del paciente con la realidad. ¿La incluirá la OMS en su nosología de enfermedades mentales?

La Oposición, por ejemplo, hizo el teatro de que la Asamblea podía desconocer una sentencia del TSJ; o envió incompletos al CNE, un par de veces, los documentes para activar el referendo; o aprobó un esperpento jurídico para derogar todo el Código Penal. Las respuestas no importan: son representaciones para su público. El problema de la Oposición es que tiene demasiados libretistas, aunque el más creativo es, indudablemente, Ramos Allup.

El gobierno, por su parte, insistió en el guion de la "guerra económica" para enardecer y nuclear a sus seguidores y ocultar su ineficacia; tarde se dio cuenta de que el argumento estaba agotado y empezó a hablar de emergencia económica. Los que aún creen que la "guerra económica" es el principal factor de la crisis no deben alcanzar a estas alturas el 15%, aunque (¡ay de mí!) muchos sean amigos míos. Una parte de los "motores" son potes de humo, porque la "reactivación" depende de dólares para los insumos, pero hasta empresas privadas se prestan a la farsa por aquello de "quién quita y si nos dan unos dólares".

La fe irrevocable en la realidad mediática es tan sólida en algunos que cuando la terca realidad les explota en la cara (con algo así como un 6D) buscan la explicación en una falla de la política comunicacional. ¡Ah dogma tan inconmovible!

¿Y las soluciones? ¿Y las políticas para enfrentar la crisis? Un presupuesto en dólares, el descarte total del subsidio a la gasolina. Un plan concreto para eliminar los perniciosos diferenciales cambiarios. La transparencia (y los datos a la vista de todos). La lucha contra la corrupción y la ineficacia con resultados para ahora (no como dice el Contralor de la República: que están en el informe inicial de la investigación del escándalo PDVAL de 2010. ¡Por Dios!). Esas son las cosas de las que deberíamos estar hablando.

El pueblo ni come cuentos ni piensa por la televisión, les informo. Y las respuestas son lo que más importa.



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Orlando Zabaleta

Editor, escritor, articulista, publicista y diseñador gráfico.

 orlandojpz@yahoo.com

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