Definitivamente. Hay que entregarle el Premio Nobel de Economía a la Sra. Pascualina Curcio, es indudable que su aporte a la ciencia económica es de tal magnitud que vale un Nobel. Según la Sra. Curcio el problema del aumento de los ingresos de los gobiernos del mundo está resuelto. Y no con las formas tradicionales: aumentos de impuestos, uso de las reservas o endeudamiento; engorrosos mecanismos que exigen sacrificio, causan molestias, generan protestas o dejan cargas pesadas sobre futuros presupuestos.
No, señor, el aumento de los ingresos fiscales se resuelven de la forma más simple y directa (y sobre todo gratis): simplemente, como lo ha hecho Maduro, se aumenta la masa monetaria necesaria para el gasto público y más nada. Es una genialidad: nadie lo había sospechado antes. Lo único que se necesita es tener un Banco Central obediente.
Durante siglos la humanidad buscó sin éxito la "piedra filosofal". Una sustancia que convertiría el hierro en oro, creando riquezas ilimitadas. Bueno, el descubrimiento de la Sra. Curcio, el que se pueda aumentar sin límites los ingresos del presupuesto sin tener consecuencias infaustas, es perfectamente comparable a la Piedra Filosofal.
No es cierto, pues, que la gran emisión de liquidez que hace el Banco Central para financiar el déficit del Gobierno y el de PDVSA sea la causa de la hiperinflación que vivimos. Creer eso, afirma nuestra candidata al Nobel, es pensar como un monetarista, o sea, como un neoliberal, es decir, es pasarse a la Derecha.
Como se sabe, según la Sra. Curcio la hiperinflación tiene otra causa, no económica sino psicológica: se debe a una conspiración de la Derecha. Lo que, hay que admitirlo, no queda claro es cómo puede la Derecha nacional e internacional manejar con tanta fuerza (con mayor fuerza que el gobierno) el mercado venezolano en el último quinquenio. Si el procedimiento no se realiza por control telepático, los economistas que apoyan al gobierno nunca han revelado cómo la mala fe burguesa explica más que factores como oferta y demanda, falta de producción, caída de los ingresos petroleros. Pero eso es harina de otro costal y no desmerita lo esencial. Que el gobierno puede imprimir todo el dinero del mundo sin ningún daño colateral.
Pero lo que sí es una sombra en los novedosos aportes de la Sra. Curcio es que, extrañamente, su jefe no le cree. Maduro, a quien la Sra. Curcio le es leal siempre, aunque haya sido el empecinado ejecutor de la gigantesca liquidez para cubrir un déficit igualmente creciente, no cree que eso sea inocuo.
El presidente tozudamente evitó el tema en estos años (como si no escuchara a los cientos de economistas de diferentes ideologías hablar de déficit fiscal, dinero inorgánico o liquidez desmedida). Pero en agosto del año pasado, cuando anunció la reconversión monetaria del Bolívar Soberano y volvió a prometer la recuperación económica, Maduro casi pidió disculpa por el déficit fiscal que su gobierno ha engendrado, pero explicó como excusa que "nos tocó jugar así". Se infiere, pues, que Maduro cree que jugar con un gran déficit no es cualquier cosa. Hasta planteó en esa oportunidad ir al "déficit cero", tal como pregona el FMI (aunque parece que casi inmediatamente se olvidó del asunto). Pero en las últimas semanas Maduro se acordó del déficit y el gobierno ha estado recortando gastos en todas las partes del presupuesto. Y eso a pesar de que las predicciones sobre la persistente caída del PIB son también alarmantes. Algunos analistas ven esos recortes como la aceptación de parte del gobierno de que el déficit es el primer factor pro inflacionario, y que taparlo aumentando la liquidez es la gasolina que alimenta el voraz fuego de los precios indetenibles.
O sea, Maduro no ha entendido aún lo relevante y universal de las ideas de la Sra. Curcio. Por ello hay que insistir en la candidatura de la economista venezolana al Nobel. Maduro será el primer sorprendido cuando desde Estocolmo la Academia de Ciencias de Suecia haga el reconocimiento.
