En Venezuela muchos apuestan al desastre

El asombro es cotidiano, prevalece la defensa a ultranza de tesis y modelos. Se disipa la sensatez de una población que en momentos fue la envidia de otras latitudes en el mundo, y aparecen algunas características similares a lo que en un periodo se conoció como la guerra fría, pero claro está, en un escenario nacional en donde, ya no es el resto de los países que esperan el mejor de los desenlaces, sino el pueblo de Venezuela que ruega un acuerdo nacional, capaz de devolver la tranquilidad que es tan anhelada.

Insisto en la idea de pensar en Venezuela y procurar que el país no se convierta en una suerte de laboratorio para el ensayo y error de la política. Nuestro pueblo no merece ese trato, la nobleza del venezolano es tan grande como el territorio nacional y bello como los paisajes que se registran en él. A veces nos negamos a escuchar propuestas y sugerencias capaces de salirle al paso a la crisis pero las negamos por temor de perder el espacio político en ambas posiciones.

En una oportunidad leyendo el famoso escrito del Arte de la Guerra, comprendí entre tantas enseñanzas que para los ejércitos era importante tener dentro de sus planes estratégicos, la planificación de la retirada para fortalecer en su contraataque, pero que en ese periodo de retirada, se debe recurrir a la táctica de la infiltración en el enemigo para conocerlos desde adentro, esta información permitirá el éxito en la estrategia del contraataque. Con esto no quiero decir, que se debe entregar lo conquistado pero tampoco es táctico dejar matar a tu ejército por una mala estrategia, llevada quizás por el mal asesoramiento y temor a fantasmas que no tienen ningún poder real, solo la amenaza y la crítica irracional movida por intereses supra.

Es propicio revisar las medidas, pero no a mediano o largo plazo debe ser en caliente, medir su impacto y alcance, lo que no funciona debe dejarse de lado corregirle sus debilidades y amenazas. Cuando el temor se apropia de nuestro accionar los errores son innumerables. Que tan difícil, puede ser identificar y eliminar los cuellos de botellas que se presentan en los procesos, esos que atentan con el ejercicio de gobernabilidad y que son ejecutados por caprichos o intereses particulares de servidores públicos irresponsable con la patria, a que se debe la negación sistemática de no dejar fluir las cosas, ¿Por qué?, permitir saboteos internos que atentan contundentemente con la idea y modelo de gobierno, creando guías de movilización en tantas áreas que retardan los índices naturales de la producción nacional acelerando procesos que terminan en el feo mundo de la corrupción, allí es donde debe el gobierno nacional destacar a sus mejores hombres, los más preparados; aquellos especialistas capacitados para desenredar los procesos burocráticos.

Hasta cuándo vamos a tener a fuerza pública en los centros de abastecimiento para controlar las colas que producen miles y miles de actividades ilegales, donde es fácil encontrarnos con la participación de funcionarios que olvidaron el sentido de su verdadera responsabilidad, comerciantes que se prestan a hechos ilícitos y por otra parte un pueblo que recurrió a una nueva forma de buhonería despiadada conocida como bachaqueo. La verdad que no creo que los venezolanos no tengamos profesionales suficientemente preparados para el abordaje de este problema que ha tenido un alcance cultural bien delicado para la población.

La discusión se centra en una práctica electoral, que tiene sus lapsos legales y la realidad en la calle pareciera no importar.

Cuando veremos luz al final del túnel. Será necesario mostrarles a nuestros jóvenes una matanza innecesaria.



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Joselino Serrano


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