Un año nuevo siempre va a dibujar una suerte de reto en distintas áreas, este reto, puede estar direccionado en lo político, social, económico, entre otras áreas de interés, llegando a facilitar la movilidad endógena y exógena de las naciones; impactando positiva o negativamente en la población e instituciones públicas o privadas. En cada comienzo de año, se asoma una especie de ansiedad con un sin número de perspectiva, para este nuevo año 2023, se vienen registrando algunos conflictos de complejidad global que va incidir en lo local, irrumpiendo cualquier intento en planificar o avivar las metas proyectadas, que por diversos motivos no fueron capaces de ser materializadas durante los doce meses del 2022. Encontramos diversos tipos de planificación que cuentan con agendas públicas abiertas, pero también identificamos, agendas que albergan planes ocultos a fin de favorecer visiones personales o de pequeños grupos que buscan consolidarse para fortalecerse en el tiempo y diversos espacios, dejando de lado el interés colectivo, así como, el derecho de vivir con la esperanza de que todo va estar bien.
El bienestar, cuando es atacado se hace vulnerable a cualquier intento de conducción al éxito, es bajo este motivo donde empezamos a percibir la seguridad como un hecho real y cotidiano en lo personal, público y empresarial, este hecho demanda un cerco preventivo y disuasivo de protección a la población, al igual que los inventarios físico patrimonial de lo público y privado. Se identifican antiguas costumbres de alteraciones (huelgas, manifestaciones, guerras, estafas, corrupción, etc.) que incluso muestran marcadas diferencias en lo ideológico y doctrinal, provocando una intencionalidad de simbiosis en los pensamientos que marcaron el desarrollo de la humanidad, en cuanto a su forma y costumbres de actuar y creer. Países con implosiones que en lo político activan ejercicios para restablecer el orden internos con sus órganos de seguridad ciudadana, porque sencillamente no le reconocen la figura y ejercicio de un mandatario, un sistema monetario que registra una dinámica y manejo inestable con unos efectos en la base económica de las familias y empresas de una nación, un marco geopolítico con actores pocos sinceros que dejan entrever intereses muy particulares por sobre los globales, sus intenciones se orientan a no vivir en paz y en estricta armonía con los recursos naturales, una disyuntiva religiosa en cuanto a no reconocer la existencia y obediencia de Dios que lejos de garantizar la fe y la paz conllevan a la confusión de muchos que han decidido creer en Dios congregándose en un tipo de denominación religiosa, un sistema de salud mundial vulnerable frente a nuevos vectores de enfermedades.
Por todas estas razones como no hablar de la transversalidad de la seguridad en este inicio de año 2023, cuando abundan los motivos para hacerlo según los elementos señalados anteriormente. Podemos identificar un modelo analógico que ha permanecido como practica para generar diversos tipos de conflictos en donde los actores son reconocidos por sus actitudes, manipulaciones, decisiones u otras formas de desencuentros. Ahora se debe aceptar un elemento que no es relativamente nuevo, este si no es estudiado y demarcado en cuanto a su alcance e impacto en el tiempo promete convertirse en un enemigo latente, que se viene abriendo paso a los ojos de la humanidad y sus procesos, me refiero al área de la cibernética, así como, la inteligencia artificial. Los nuevos sistemas de seguridad han combinado dos términos que es donde resulta la modalidad y práctica vinculada con la ciberseguridad, que necesita una especial atención, ya que busca diseñar y poner en marcha mecanismos de blindaje a favor de la defensa de ordenadores, salas o cuartos de servidores en distintas áreas, los dispositivos móviles, los sistemas electrónicos, las redes y los datos de ataques maliciosos. Estos representan un elemento de un nuevo reto que para el momento no podemos medir su alcance e impacto.
