Si Hinterlaces (ver gráfico) hubiese formulado su argumentación de manera más amplia previo a su pregunta, seguramente habría superado ese 74% de aceptación y acercarse al 97% de las familias venezolanas[i] que sobreviven con un poder adquisitivo insuficiente, que aspiran a que le NORMALICEN sus vidas, que están hartas de seguir pasando penurias, que no han vivido ni quieren vivir una "crisis humanitaria" y que, por supuesto, claman por un Acuerdo Nacional, más allá del gobierno y la oposición, para estabilizar económica y socialmente al país.
Vivimos un ambiente enrarecido donde campea la impunidad y la corrupción en las alturas y que permea hacia abajo: extremadamente insoportable y que genera condiciones para actuaciones explosivas que vienen fermentándose en el cuerpo social. Hasta ahora hay indicadores que suman numerosas protestas de distinto tenor y que pueden exacerbarse por el clima de descomposición y carencias que se hace inaguantable para la gran mayoría de la población.
Somos un pueblo que ha demostrado una intuitiva genialidad en momentos difíciles, pero contradictoriamente los actores institucionales y no institucionales no ayudan a activar esa genialidad. Se niegan a asumir una posición equilibrada de Sensatez, Sensibilidad y Solidaridad que sume multitudes de comunidades fabriles, campesinas, populares e indígenas para enfrentar una situación que crece en desespero e indignación. Los límites institucionales están siendo desbordados porque los principales gestores de la administración pública no se percatan de la realidad desesperante que crece y padece la población: no hay reflejos que disparen resortes de alerta y esto se evidencia, cada vez más, por la irresponsable manera de actuar ante una situación que se niegan a sincerar, que es imposible de ocultar y que solo puede resolverse con un Plan centrado en la Solidaridad Social y sustentado en el Protagonismo de Todos los que honestamente estén dispuestos a arrimar el hombro para estabilizar el país.
La falta de ojos y oídos que impera arriba y que produce ganancias extraordinarias en medio del aprovechamiento de la crisis, permea miserablemente hacia abajo y alrededor de un tejido de cómplices de toda calaña. La anomia se impone y la ingobernabilidad se hace sentir ante una Emergencia Generalizada que aumenta proporcionalmente frente a la incapacidad para resolverla que tienen las cúpulas del Gobierno-PSUV y la Asamblea Nacional-MUD: dos factores imposibilitados de ponerse a tono con lo que dialoga el pueblo cotidianamente, que para colmo polarizan y copan todos los espacios, incluido los internacionales, en medio de una verborrea cada vez más alejada de los humillantes problemas de existencia por los que transcurre la realidad diaria de la gente. Una situación insostenible en el tiempo y que más temprano que tarde nos llevará, debido a la gravedad de la situación, a las puertas de ingresar al país en Terapia Intensiva.
La dramática situación que vivimos como pueblo nos empuja a todos los que sentimos la Patria a revertir la Emergencia que ha deteriorado la calidad de vida del 97% de la población, entre ellos, una franja importantísima que apostó a un proceso revolucionario para acceder a una parte de la renta petrolera que le era negada. Sepámoslo: ya estamos contra reloj. El desmadre que vivimos requiere ya de medidas inmediatas que impacten favorablemente en la población y que propicie el surgimiento de un Espíritu Solidario Colectivo para recuperar la capacidad productiva que solo puede potenciar el Pueblo Trabajador. Pero de igual forma, también requiere del acompañamiento y la sensibilidad de una Vanguardia Social capaz de asumir honesta y críticamente la peligrosa situación que vivimos. Una vanguardia dispuesta a recuperar su disposición de cambio y a deslindarse, sacudirse y distanciarse de las corruptas cúpulas burocráticas del sector público y privado que parasitan a costa de los Dólares de la Renta Petrolera, de los recursos en Bolívares del Presupuesto Nacional[ii] y de los infelices Salarios[iii] que le arrancan, por la vía de la especulación, al Pueblo Trabajador.
¡No al Arco Minero del Orinoco: la joya de la corona que atiza los verdaderos acuerdos nacionales e internacionales de la Burocracia y el Capital!
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[i] En el último Censo (2011) fueron empadronados 7.147.904 hogares, lo que en promedio representa 3,9 personas por vivienda familiar ocupadas para una población de 27.876.825,6 personas (http://www.noticias24.com/venezuela/noticia/92819/en-las-proximas-semanas-se-podrian-anunciar-los-resultados-del-xiv-censo-nacional-de-poblacion-y-vivienda/). Este dato permite acercarnos aproximadamente al 3% de familias ubicadas en las Clase A y B, es decir, 278.768 hogares privilegiados que han atesorado dólares a costa de la Renta Petrolera y que son los que aportan menos bolívares al Presupuesto Nacional.