Una de las tantas maneras de evadir los problemas, es a través, de la vieja estrategia de la no comunión de las partes involucradas. Mantener una rotunda indisponibilidad al diálogo expresa una táctica dilatoria para ganar tiempo a planes y formas diseñadas para la conquista de espacios en diferentes áreas, como por ejemplo la política. Esta tesis validada por muchos en su práctica deja de lado una realidad humana que no tiene piedad. Los espacios demográfico, económicos, culturales, deportivo, educativos, salud entre otros, no pueden ser pipetas o tubos de ensayos de cualquier experimento realizado en un laboratorio. Matar la esperanza de nuestro pueblo debe ser una prioridad para quienes se dedican al ejercicio político. Hoy más, que nunca considero, que la dinámica política requiere una reingeniería, impregnada de dicha esperanza que tuvimos. Siendo esta expresada en la fe, que era un manifiesto natural de todos los venezolanos, mediante la gratitud, solidaridad, compañerismo, vecindad, humanidad, etc., no logra uno entender amnesia publica de un gobierno y oposición que tienen una visión distinta de las necesidades de nuestra gente.
Vemos al oficialismo apostando su buena voluntad, para salir de la crisis y haciendo arquitectura política que queda en pleno enunciado, sin métodos de verificación en cuanto alcance e impacto. La delegación de la medida política, en cuanto a su operatividad y procedimiento administrativo simplificado, debe ser objeto de revisión, allí amigos del gobierno está el detalle. Implementar estrategias de rescate a los valores éticos y morales de estos operadores debe ser o convertirse en objeto de revisión constante. La pena debe ser contundente, los seres humanos dejamos de jugar con fuego hasta el momento que nos quemamos, entonces porque la complacencia ante los altos niveles de corrupción y burocracia, a menos que quisiéramos convertirnos en una sociedad de cómplices teniendo como primicia el apañamiento, la discrecionalidad y la impunidad, si este es el escenario pintado o a la cuarta república, en que somos diferentes al modelo capitalista. Muchas prácticas en nuestro día a día, están vinculada con este modelo despiadado que no respeta frontera, religión y seres humanos, sin embargo decimos ser socialista que equivocación tan marcada, cuando somos capaces de no importarnos la estabilidad física y moral de un anciano o un niño.
Por otro lado, nos encontramos con una oposición con unos planes esquizofrénicos que tiene por propuesta enviar a la gente a la calle sin medir las consecuencias de estas acciones, con planes destructivos no constructivos, auspiciando la generación de planes con fines de desabastecimiento y acaparamiento de alimentos y medicinas, práctica que produjo el mayor de los males conocido bajo el nombre de bachaqueo, el cual genero un impacto cultural donde por ejemplo entre la familia se venden cosas para subsistir. Lo peor de estos señores son sus reiteradas plegarias a la intervención armada de mi Venezuela, cuerda de locos, desconocer los impactos de una guerra, el trastorno dejado en los niños y jóvenes no es cosa para recuperarse en lo inmediato. Basta pasearse por la historia de otras naciones que han sido sometidas a este proceso. No acepto intervención alguna en mi país ni aplaudo el desarrollo de una política llevada por emociones. A los políticos dejen la vagancia y sus ambiciones individualista y pónganse de una vez a pensar la forma de salir de la crisis, sin el sufrimiento de nuestro pueblo. HASTA CUANDO TANTA PELEADERA.