Una constituyente es la mejor salida

La delicada situación que embarga a nuestra amada patria, producto de la exacerbación de la diatriba política que ya tiene al borde de la disociación colectiva a la población, como consecuencia de la confrontación con un discurso para nada conciliador y mucho menos constructor de un clima propicio para dirimir nuestras diferencias en paz, nos indica que debemos buscar un punto intermedio en el contrapunteo de descalificaciones donde ninguno quiere reconocer al otro. Y todo en nombre del pueblo que está en medio de la balacera haciendo fintas para esquivar las esquirlas y a quien no se le pide opinión para utilizarlo como responsable y aval de la verdad de cada uno de los bandos en pugna.

Como quiera que todos los actores en este campo de confrontación coinciden en que la soberanía reside en el pueblo, quien la ejerce a través de la elección popular, con su participación protagónica, nada mejor que convocar al ejercicio de esa soberanía mediante un proceso constituyente para el venidero año, que pueda legitimar o deslegitimar los poderes y liderazgos en pugna, cuyo discurso de desconocimiento mutuo ya tiene cansada a la ciudadanía, que solo quiere paz y sosiego, encontrar alimentos, medicinas y demás servicios y poder adquisitivo que le permita cubrir dignamente sus necesidades, para lo cual se requiere un equilibrio duradero en el país.

La confrontación entre mentiras y medias verdades lo único que hace es acrecentar el desgaste de la nación y sus instituciones republicanas por una lucha interminable por detentar el poder, para imponerse y someter al otro, lo que hace que el pueblo se confunda y políticamente se desmovilice por cuanto no hay un planteamiento esperanzador, sino un torneo de amenazas y descalificaciones.

Esa desmovilización del pueblo si es una amenaza para la democracia, porque podemos caer en el letargo que desde los 70, hasta los 90, mantuvo al soberano inmóvil, aguantando el chaparrón de la corrupción, del autoritarismo y los crímenes a mansalva que formaban parte de la política de estado, como las desapariciones forzosas, los allanamientos arbitrarios por cuerpos represivos, sin la intervención de los órganos de justicia. No existía defensoría del pueblo, ni derechos humanos y solo se obedecía la voz de mando del copeyano o el adeco de turno en el poder, que lo ejercía a su real saber y entender. Ello provocó el caracazo y luego el fenómeno Chávez, que representó una bocanada de luz en el oscuro túnel, pero que hoy está amenazada frente a la expectativa de restauración del fascismo.

Es mentira que el revocatorio presidencial va a ser la varita mágica que enderezará la resquebrajada economía nacional, que si bien es cierto tiene un gran componente producto de los errores cometidos por la sordera y ceguera que produce el poder, pero que fundamentalmente tiene sus raíces en la depresión económica mundial, producto de la crisis del capitalismo global, consecuencia lógica de las convulsiones de su fase superior. A estos coletazos no escapamos nosotros como país capitalista que somos y del cual apenas si estamos asomando aristas para una transición al socialismo que sería lo ideal.

El revocatorio presidencial solo serviría para aumentar la confrontación y la violencia al saciar la ansiedad por la vuelta a la IV República, que una jauría hambrienta de venganza y llena de odio, pugna por alcanzar para restablecer sus privilegios, mediante la represión y el terrorismo de estado, que imperó como política oficial en el pasado reciente.

Tampoco es cierto que con solo levantar la mano y emitir decretos el gobierno va a estabilizar la economía y la seguridad alimentaria del país. Para alcanzar ese preciado oasis requerimos, por lo menos tres años trabajando sin tregua para devolver el poder al campo venezolano que ha sido abandonado una y otra vez. Esos tres años de arduo trabajo también tienen que ir acompañados de una férrea lucha contra la corrupción y el sectarismo, pero una lucha que el pueblo pueda palparla, apreciarla, disfrutarla si se puede decir. Que sepamos donde están los 40 mil millones de dólares que se dice se llevaron los empresarios de maletín, a través de CADIVI y que se lleven a juicio a todos los responsables, y que no sea unicamente el "Chinito de RECADI", que en este caso de CADIVI, no es chino, sino un oficial de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y un pariente suyo. ¿Y el resto, donde está la famosa lista que iba a ser develada un martes en cadena nacional?

Frente a esta disyuntiva, quienes creemos en el legado del Comandante Eterno Hugo Rafael Chávez Frías, apostamos por una salida a lo Chávez, que despeje dudas, que diga a través de la "Voz de Dios, la voz del pueblo", quien es legítimo y quien no. De esta manera pudiéramos tener un escenario transparente, donde el soberano a través de un proceso de reflexión pudiera rectificar errores y premiar a quien responda a sus intereses con un programa de gobierno, proyecto de país, claro y diáfano, sin cobas ni engaños sin falsas expectativas. Unicamente con la verdad clara y meridiana, discutida en asambleas populares en barrios, caseríos, fábricas, universidades y demás espacios sociales, sin comités de focas condicionados, ni el atosigamiento mediático, cuya actividad debe ser monitoreada para evitar las manipulaciones perversas y engaños al pueblo elector. Con este escenario, una constituyente es la mejor salida.

 



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Cástor Díaz

Periodista CNP 2414

 cd2620@gmail.com

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