El presupuesto del año venidero destinará el setenta por ciento para la inversión social, y tal como lo precisara el Presidente, atenderá a "…las misiones, grandes misiones, la educación, la vivienda, la salud, nuestros viejitos".
Es una excelente noticia para los jubilados, para quienes lleguen a la tercera edad, "los viejitos", pues se entiende que tal distribución presupuestaria contempla priorizar su atención, en función de allanar los caminos que profundicen la inclusión como dimensión fundamental de la justicia social.
Pero cómo se materializará tal decisión en estos "Tiempos Difíciles", como llamaría Charles Dickens a la novela que retratara su realidad. En estos tiempos donde el dinero se evapora más rápido, donde el gobierno casi cuatrimestralmente lanza un decreto de aumento salarial con medidas complementarias para resguardarlo y aun así, la inflación pasa galopante por los bolsillos, sobre todo de los asalariados, la clase trabajadora activa y jubilada, en una suerte de contradicción social aguda, en la que otra clase se entroniza a expensas del comercio truculento, del gran bachaquerismo que no tienen color político; ellos no tienen problema alguno para abastecerse, tienen dinero para comprar a placer, cambiar de casa o comprar un carro del año.
En ese contexto de contradicción social está la masa laboral más grande que tienen la nación: los maestros. Por miles jubilados, constituyen uno de los conglomerados de la administración pública que se encuentran en una situación de indefensión. El jubilado es apartado automáticamente de los beneficios de los que gozaba como activo: no se le considera la categoría que tenía antes de egresar y pierde todas sus menguadas bonificaciones incluyendo la cesta ticket. Por todo esto, su sueldo se estaciona casi a la par de un novel docente. A pesar de que en estos últimos años se le ha conferido un bono de salud pero que no llega a la cuarta parte del salario mínimo, además de haber mejorado el bono recreacional y los aguinaldos.
Cuando Chávez se dio cuenta de la enorme deuda que tenía el ejecutivo con los docentes jubilados, mucha heredada de gobiernos anteriores, se llenó de perplejidad. Y ordenó hacer una revisión exhaustiva de cada caso, así como un cronograma para el pago de prestaciones e intereses de mora, y ya sabemos que pasó después: enfermedad, muerte del Presidente, debacle económica, desestabilización política, sin embargo se hizo a media marcha y no se cumplió a cabalidad. Pero este anuncio de priorizar a los "viejitos" en el nuevo presupuesto da luces de que existe voluntad política para acometer en su totalidad ese anhelo del comandante.
Asimismo este buen anuncio nos lleva a interpretar que la cesta ticket o bono de salud se otorgará el próximo año a jubilados y pensionados, homologado con el de los trabajadores activos, tal como en justicia cobran ya los jubilados del Metro de Caracas, PDVSA, la Alcaldía Mayor, la Asamblea Nacional y el Tribunal Supremo; lo cual sienta jurisprudencia.
Ah, el pago de esta cesta ticket para aquellos miles de obreros y empleados que entregaron su vida laboral entera a la empresa privada, aunque el ejecutivo lo adelante por la premura de la economía diaria ya descrita, debería involucrar a los empresarios, es un acto de corresponsabilidad.
Esperemos que estas reflexiones se enmarquen en los anuncios que el Presidente Maduro hará mañana al firmar el presupuesto por Decreto de Ley, tal como sentenció el Tribunal Supremo de Justicia.