Son muchos que acompañado por el éxito, son capaces de ocupar cargos estratégicos, para el desarrollo de la nación o una región en particular. La vinculación existente entre la doctrinas de cualquier corriente política y el deseo de pertenencia hacia su territorio, son dos elemento que al mezclarse configuran un cuadro de honorabilidad y reconocimiento público a la gestión desarrollada por estas personas que buscan a toda costa ser exitosas. Cabe señalar que se debe agregar un elemento que muy pocos lo estudian o practican, representa el punto de gloria para cualquier gerente del asunto público. Me refiero a las prácticas que se derivan de la moral y la ética.
Cuando somos jóvenes vivimos en un constante aceleramiento para transformar, participamos activamente en ideas vanguardista y progresista, llegando a ser irreverente de lo clásico o tradicional, invocamos el espíritu de la palabra revolución y hasta nos autodefinimos como revolucionarios, nos hacemos adictos a pensamientos, canciones, poemas que encierran pensamientos libertarios, atreviéndonos, incluso a admirar personajes históricos y presentes por sus actos y acciones que generan condiciones para dicha transformación de la sociedad. Aparecen sueños y anhelos de coadyuvar en todo movimiento capaz de minimizar o erradicar realidades tristes, que no son capaces de acompañar la solidaridad humanitaria, gritamos a viva voz en contra de la tiranía que algunos practicante de la política implementan al desarrollar sus planes, generalmente direccionados a la búsqueda de grandes beneficios particulares o grupales. Vemos con enojo como se incrementan los índices de pobreza y por otro lado como se desploma la nación. A todo eso le hacemos frente, juramos ante dios, la patria y nuestras vidas luchar para extirpar esas tristes realidades.
Cuando llegamos a tener la posibilidad de hacer lo soñado, cambiamos de parecer y nuestros actos se convierten en el mejor de los antónimos, de eso, que años atrás combatimos con fervor y determinación. Hacemos de los ejercicios gerenciales gubernamentales, a nuestro cargo, un medio para desvirtuar aquello que en un momento de nuestras vidas juramos transformar, convirtiéndonos en burócratas y seres humanos sin sensibilidad hacia el sufrimiento y la desgracia humana, que en momentos llegan a padecer nuestros conciudadanos. Se pone de manifiesto una metamorfosis que tiene su causa en la simbiosis que generan el poder y el dinero, terminando por surgir la plaga de la codicia, que al final es la oveja negra que trata de contaminar todo el rebaño.