Saludé a mi maestro

Caminaba tembloroso, un poco jorobado, los años le hicieron perder sus pasos firmes, esos pasos que conocimos muchos de nosotros cuando recorría el aula y nos daba su clase, su intelecto, inspirado en ese conocimiento que recreaba con sus alumnos y que le hacían merecer respeto y admiración, pues además de sus enseñanzas nos dio parte de su valioso tiempo y nos contagiaba esa motivación por aprender.

Al maestro lo encontré, por esas casualidades de la vida en una calle, se dirigía hacia la barbería, iba acompañado como siempre de un periódico, lo salude: ¡cómo está maestro¡ me miró con ojos de interrogatorio, como tratando de recordar quien lo saludaba y me respondió amablemente " aquí tratando de valerme por mi mismo, para no parecer inútil y tonto por lo viejo".

Seguimos caminando al compás de sus pasos hasta llegar a la barbería, saludó efusivamente y el peluquero inmediatamente le dijo "pase usted profesor, enseguida le atiendo". Mientras esperaba su turno, me dijo con esos ojos nuevamente de interrogatorio ¿ y usted qué está haciendo? le respondí de inmediato, trabajando maestro en esa profesión que usted le dedico toda su vida y que a muchos nos inspiró por encontrar en ella, una de las mejores maneras de servir a Venezuela, además recuerde usted maestro que siempre nos decía que la mejor manera de aprender era enseñar.

El maestro se sonrió y me dijo: sabe una cosa amigo, a mí me inspiro a ser educador fue el ejemplo de Don Simón Rodríguez, pues la historia además de darnos identidad, nos da el conocimiento para reencontrarnos con nosotros mismos y Simón, en mis humildes lecturas y recuerdos fue el que hizo posible, que muchos hombres como Bolívar, que lo tenía todo lo hizo comprender y entender que por encima de la patria no hay nada, no existe quien la sustituya –hace una pausa como queriendo traer a su mente un recuerdo- y de manera muy pausada me dice, casi de memoria: "Usted, maestro mío, cuánto debe haberme contemplado de cerca, aunque colocado a tan remota distancia! Con qué avidez habrá seguido usted mis pasos dirigidos y anticipadamente por usted mismo! Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que usted me señaló. Usted fue mi piloto…

Ese era Bolívar –prosiguió mirando mi rostro- quien se expresaba de su maestro Simón de esa manera, Bolívar el hombre de las dificultades, el que se hizo grande, grande si, gracias a un maestro que lo tildaron de loco, un loco utópico, soñador, libertario".

Mire mi reloj, se me hacía tarde, me despedí un tanto emocionado, había recibido quizás mi última lección, de ese otro maestro que el llamado Estado y sus administradores tienen abandonado, si abandonado, sin reconocimiento alguno, tratado como desecho humano, esos maestros que a pesar de su avanzada edad se paran frente al ministerio que llaman de educación, para protestar por un salario justo, el ticket cesta, el bono de salud, ya que el salario que devengan no alcanza ni para comprar el medicamento para la tensión arterial. Los gobierno de ayer y hoy –hay que decirlo- lo han convertido en un simple limosnero, en un país donde la clase política roba y saquea el erario público, donde sus salarios establecen una sociedad de clases y donde los de abajo esperan una bolsa de harina, con una lata de margarina, una bolsa con macarrones y un cuartico de café para llevar a sus respectivos hogares, después de una larga cola y horas de espera, que en la práctica pisotea la dignidad del ser humano.

De todas maneras, el maestro seguirá dando el todo por el todo, por ese futuro que está formando, a pesar del maltrato que recibe de los que hacen uso y abuso de las relaciones de poder que poseen.

De todas maneras hay que seguir formando "para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso".



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Enrique Contreras Ramirez

Militante de Ruptura

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