El juego político venezolano ha llegado a tal extremo, por parte de la clase política, que las propias leyes que ellos hacen las irrespetan, las pisotean y las interpretan cada quien a su propia conveniencia y valoración.
Esas mismas leyes las arman para montar las trampas jurídicas, que responden simple y llanamente a mantener los privilegios que da el poder. Son trampas que descansan sobre falacias de autoridad donde se incluye el Presidente, el Tribunal Supremo, la Asamblea Nacional, la alta jerarquía militar, y los propios Organismos Internacionales "custodios de la democracia", donde unos y otros se acusan de violadores del llamado hilo constitucional.
Es una trampa lanzada al escenario político, como especie de "caza bobos" y ver a una población cada vez más dividida y parcializada, en un juego lúgubre que termina y siempre ha terminado en acuerdos donde el pueblo lleva todas las de perder.
Ese juego macabro esta dado en cómo seguir en el poder y los otros como sacarlos del dominio de ese poder, pero que en suma en mayor o menor grado, ambos sectores representan el poder. Esa lucha de poderes es el centro de todo lo que nos ha tocado vivir a los venezolanos en ese escenario político sucio y corrompido y donde la injusticia marca -si los de abajo no actuamos- un futuro nada halagador.
En medio de todo éste teatro montado por oposición y gobierno, cómo no recordar a nuestro Fabricio Ojeda, cómo no decir que su pensamiento tiene completa vigencia en estos días de aciago para nuestra historia, cuando en su libro "La guerra del pueblo" nos indicaba que la crisis venezolana es producto de un modelo agotado, un modelo que ha sembrado el odio entre los venezolanos, la hambruna, la descalificación, los privilegios políticos y económicos, el chantaje a la prensa, la miseria y sobre todo la entrega de nuestros recursos naturales a través de las empresas mixtas al gran capital foráneo, violentando la soberanía y reduciendo cada día que pasa la posibilidad de un verdadero cambio de estructuras que le den al país otra cara, donde predomine la justicia social y las libertades que una verdadera democracia debe tener, democracia capturada en el ayer y en el hoy, por partidos políticos que no son otra cosa que grandes imitadores que operan y funcionan como la "Cosa Nostra".
Nuestra democracia, es una democracia enmascarada tanto en el ayer como en el presente y para seguir engañando y disfrutando de las prebendas que les da el poder se colocan las máscaras, los unos aparentando ser los grandes demócratas y los otros de revolucionarios y bolivarianos, cuando ambos sectores son responsables de las desgracia que nos toca vivir en todos los órdenes y cuyo objetivo que persiguen es apoderarse de las riquezas que nos pertenecen a todos los venezolanos.
Señalar que esta situación de crisis que vivimos –se sale- si vamos a elecciones, es parte de la trampa que siempre nos han montado, donde los partidos políticos eligen y al pueblo lo ponen a votar por los que el partido elige.
No se trata de convocar unas elecciones, por hacer elecciones o como dijera Fabricio Ojeda "no se trata de cambiar unos hombres por otros hombres, ni un partido por otro partido" y yo agregaría no se trata de cambiar unos ladrones por otros ladrones, de lo que se trata es de hacer cambios estructurales en beneficio del pueblo, donde se tenga la posibilidad de una vivienda digna, de un trabajo digno, de una educación liberadora y abierta al pensamiento, un sistema de salud que garantice calidad de vida en igualdad de condiciones y sobre todo un gobierno y una democracia profundamente nacionalista y antiimperialista, entre otras variables.
Todo éste deseo, aspiración, promesa o como le quieran llamar a quedado en el vacío o en el olvido y nuestra gente sigue dándole tiempo al tiempo, en medio de una esperanza que por los vientos que soplan se está agotando poco a poco y es muy posible que esa misma esperanza se convierta en odio, rabia y lo mejor de todo, en una lucha permanente con conciencia de clase para redimirse a sí misma.
Prácticamente el modelo socio-económico que vivimos en el marco de postulados neoliberales, está obligando al pueblo –si es que ya no lo está haciendo- a entender que vivimos gobernados por ladrones, narcotraficantes, delincuentes, apátridas y hasta asesinos que se han tomado el país, para saquearlo y convertir su población en mendigos.
Los que se encuentran en el poder, están subestimando la capacidad de aguante de la población, olvidando que nuestra historia ha dado grandes lecciones que han colocado a cada quien en su sitio en medio de traiciones y victorias.
Hoy muchos venezolanos, creemos que es el tiempo de impulsar la Constituyente Originaria, en necesaria, fundamental para buscarle un camino propio a Venezuela, camino que debe orientar la población desde abajo, para evitar que las rémoras que hasta el momento han dominado y han estado en el gobierno DE AYER Y HOY puedan capturarla y de esta manera alumbrar el camino para poder tener un país distinto a lo que fue ayer y lo que es hoy, para que el sol pueda salir para todos en igualdad de condiciones…